Tesis
Escrito por el Comité Central del Partido Obrero Socialista (México)
1. El
año 2019 se ha metido a los libros de historia. Levantamientos e insurrecciones
surcan cuatro continentes y estremecen a una larga lista de países: Sudán,
Argelia, Yemen, Líbano, Túnez, Irán, Irak, Francia, Hong Kong y al menos seis
de América latina. Quizás nunca antes en la historia se habían soliviantado
simultáneamente tantos pueblos. En este texto no pretendemos abarcar este
fenómeno casi universal y nos centraremos en nuestro espacio más próximo,
América latina.
2.
Luego de una pausa de 14 años, América latina nuevamente se ve sacudida por
levantamientos de la población. Si a fines del siglo pasado y hasta 2005 las
insurrecciones tocaron a Ecuador, Bolivia y Argentina, ahora estremecen a
Haití, Honduras, Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, y podrían incendiarse a
otros países. Estos acontecimientos insurreccionales no son una simple
continuación de los mencionados: los de ahora son más ricos en contenido
revolucionario, como veremos. Resalta que la corriente conocida como “centro
izquierda” o “progresista” esté en decadencia y que en algunos países masas
enfurecidas la estén enfrentando. Esta realidad abre a los marxistas
revolucionarios mejores condiciones para construirse.
Revoluciones
contra democracia burguesa, distintas a las revoluciones antidictatoriales
3. A
diferencia de la etapa histórica anterior (1976–1992) en la que se
desataron revoluciones antidictatoriales o democráticas; desde
1997 a 2005 y, a partir de ahora, 2019, las insurrecciones golpean a
gobiernos electos en urnas, a regímenes democrático burgueses. Es necesario
conocer las diferencias entre ambos tipos de revoluciones, para saber que las
segundas constituyen un mayor avance en el camino del proletariado hacia su
emancipación:
*
Existe una conciencia superior. Mientras que en las revoluciones
antidictatoriales la población creía que la democracia traería empleos, mejores
salarios, transparencia administrativa y menos corrupción, etc., en estas
nuevas revoluciones se ha superado esa falsa conciencia.
*
El programa es distinto y superior. En las pasadas revoluciones el
énfasis estaba puesto en la caída de dictaduras y en democracia política, ahora
las demandas principales atacan al capitalismo salvaje y demandan formas más
avanzadas de democracia.
*
Los enemigos cambian. Los aliados en la lucha antidictatorial ahora
están en el gobierno o forman parte del régimen y contra ellos se dirige la
furia popular. De frentes policlasistas por democracia habidos en las
revoluciones antidictatoriales, ahora tiende a haber enfrentamientos de los trabajadores
y los sectores más pobres contra el capital. La lucha de clases puede aparecer
con más nitidez.
* Si
luego de la caída de las dictaduras se entronizaron con alguna facilidad
regímenes democrático burgueses, ahora éstos, en crisis, podrían ser reemplazados
por regímenes kerenskistas, es decir, por la coexistencia crítica del poder
burgués con organizaciones poderosas de las clases trabajadoras, campesina,
indígena y popular. [Para una exposición más amplia de este tema, recomendamos
leer las págs. 181 y ss. de “Segundo ensayo sobre un proletariado sin cabeza”,
POS, Mx., 2006).
*La
aparición de regímenes de dualidad de poderes es una tendencia, siempre y
cuando continúe y vaya al alza la lucha de las masas. Lo que tenemos ahora en
los picos más altos de este proceso son gobiernos al borde del colapso y
regímenes demo burgueses en crisis en los que han aparecido algunos elementos
de poder obrero y popular.
* El
frente contrarrevolucionario (burguesía, imperialismo, burocracias
privilegiadas, etc.) está ahora más debilitado porque está perdiendo
otro fusible, además del dictatorial, para dominar y contener a las
poblaciones: el democrático. La revolución socialista podría estar más
cercana.
* La
existencia de regímenes de dualidad de poderes, si es acompañada por el
surgimiento de una vanguardia que se radicalice, abrirá la oportunidad a los
marxistas revolucionarios de salir del marginamiento político.
Nuevas
características de estas revoluciones, ante las de 1997-2005
4.
Existen nuevas características de estas revoluciones. La revolución feminista
que recorre vastas regiones del planeta es parte de las insurrecciones
actuales. El feminismo combativo permea las luchas y deja en ellas su impronta.
Además, se está desarrollando un rico pensamiento feminista crítico del
capitalismo y aun de la “centro izquierda”. Es el caso de Bolivia. Por la
importancia del fenómeno, habrá en la Conferencia una exposición especial.
5. La
defensa medioambiental es también parte de los procesos revolucionarios que
estamos presenciando. La humanidad se enfrenta a un capitalismo y a burocracias
cada vez más depredadoras de la naturaleza, que amenazan con llevarla al
colapso. Todos los gobiernos “progresistas” son extractivistas y dañan el medio
ambiente tanto como los de derecha. El tolerar los incendios en la Chiquitania
fue uno de los factores que más irritaron a la población contra Evo Morales en
Bolivia. Un programa revolucionario de protección de la vida natural es
urgente.
Aparece
la derecha
6. En
el caso en que las nuevas revoluciones ataquen a gobiernos de “centro
izquierda” o “progresistas”, las corrientes de derecha pasan también a
la oposición contra estos gobiernos e intentan sacar provecho de la
lucha de las masas al postularse como alternativa. Este fenómeno, que ha
ocurrido en Brasil, Venezuela y Bolivia, complica endiabladamente la situación
y nos exige a los marxistas revolucionarios una doble delimitación,
ante la derecha y los progresistas.
7. Como
excepción, la de Honduras es una revolución contra una dictadura (resultado del
golpe contra Mel Zelaya en 2006). De resultar victoriosa, rápidamente adquirirá
las características de las revoluciones contra la democracia burguesa que la
rodean. En conclusión, estamos plenamente en la fase histórica de
las revoluciones contra los regímenes democrático burgueses, que podría
durar años.
La
región con peor desempeño económico y más desigualdad
8. Una
de las principales causas de las revoluciones mencionadas es la crisis
económica internacional y que ha golpeado más a América latina. Muy atrás
quedaron los años en que hubo altos precios de las materias primas o commodities (2004-2014),
que permitieron que los gobiernos (de centro izquierda y de derecha),
dispusieran de recursos para programas de asistencia social, para crear empleos
y subir salarios. De unos años para acá regresa la pesadilla de las voluminosas
deudas públicas (externas e internas) que se comen una parte considerable de
los presupuestos. A esto hay que sumar que en los pasados seis años el PIB en
promedio apenas subió un 0.8% y este año el FMI prevé que caiga a 0.2%. Si se
toma en cuenta el crecimiento de la población el PIB per cápita cayó.
El Financial Times se pregunta si América latina tendrá, como
en los años 80s., una nueva “década perdida”. Los pronósticos para los próximos
cinco años son pesimistas. La región, además, es la más desigual del planeta
(En Milenio Diario, Mx., números de noviembre/2019).
Todos los gobiernos
del continente redoblan la contraofensiva para imponer el ajuste a fondo y un
ataque en regla a la clase trabajadora: reforma laboral, previsional,
educativa, de la salud pública, despidos masivos para bajar el costo laboral y
aumentar la productividad, modificación de leyes para criminalizar la protesta
social y perseguir a las y los luchadores, apertura económica, intensificación
del saqueo de los recursos naturales y mayor inversión para reforzar las
fuerzas represivas.
Se trata de un plan de
guerra contra el movimiento obrero y popular… (Documento internacional, abril2019; en adelante, PSL).
Basta
conocer un poco la situación económica de las poblaciones haitiana, chilena y
ecuatoriana para saber que los pueblos están luchando contra la creciente
superexplotación, el ensanchamiento de la desigualdad y gobiernos que actúan
siguiendo mansamente los designios de los grandes conglomerados empresariales y
del FMI.
9. La
prosperidad económica y el esplendor de los gobiernos de “centro izquierda” de
años atrás causaron un paréntesis en el proceso de luchas generalizadas
ocurrido hasta 2005. Ahora que vuelve la crisis en la economía (y que
corroe a los “progresistas” y a los gobiernos de derecha) se reactiva
el proceso revolucionario suspendido hace 14 años.
10. La
lucha democrática sigue teniendo una gran importancia, aunque las poblaciones
hayan conquistado elecciones y libertades formales en casi toda el área. La
obstinada intención de Evo Morales por continuar en el poder a través de una
cuarta reelección fue la razón principal del movimiento popular que lo derrocó;
desde luego, la principal consigna en Honduras es la caída de la dictadura; en
Uruguay la cuestión de los desaparecidos por la dictadura militar sigue
levantando multitudes; los numerosos asesinatos de líderes populares son una de
las principales razones de las actuales protestas en Colombia, y en Chile
existe una voluntad mayoritaria por sepultar los muchos vestigios de la
dictadura de Pinochet; etcétera.
Primeros
antecedentes: Brasil 2013 y Venezuela 2016
11. Los
antecedentes de las explosiones actuales vienen de años atrás. En 2013 en
Brasil hubo, a decir de Perry Anderson, más luchas en este país que en todo el
resto del mundo. La afirmación es exagerada pero el torrente de movilizaciones
fue enorme y la causa fundamental que condujo a la defenestración del gobierno
de Dilma Rousseff, del PT, en 2016. El hecho de que la destitución haya
ocurrido en el Parlamento y que de ésta se beneficiara la derecha (antes aliada
del PT) para hacerse del poder, enturbió lo esencial del proceso: millones de
personas, en su mayoría trabajadores, hartas del PT, de su política económica
antipopular y de la extendida corrupción que cobijó y de la que se benefició.
Cuando los diputados votaron por el “impedimento” contra Dilma su nivel de
desaprobación era del 90 por ciento.
En 2017
y 2018 ocurrieron dos levantamientos contra dos gobiernos latinoamericanos de
“centro izquierda”. Nuestro encuentro de 2017 en la ciudad de México registró
numerosas luchas contra el gobierno de Nicolás Maduro, aplastadas
sangrientamente. Algo similar pasó en 2018 en Nicaragua, en donde, durante
meses, grandes sectores de la población intentaron sacar del gobierno a Daniel
Ortega. En ambos casos estos procesos insurreccionales fueron aplastados violentamente.
La represión en el país centroamericano se saldó con unos 600 asesinatos, una
alta cantidad en un país de 6 millones de habitantes. Es como si en México (120
millones) el gobierno matara por razones políticas a 10 mil personas. Maduro no
fue menos cruel.
Tenemos
entonces que en el pasado inmediato los gobiernos tuvieron capacidad para
derrotar por la fuerza a las poblaciones descontentas; o la derecha les pudo
sacar provecho, lo que contuvo en estos países las movilizaciones.
Así
llegamos a 2018 y a los primeros meses de 2019, periodo que es percibido de la
siguiente manera en el documento que hemos venido citando:
2018 y
principios de 2019, prólogo de las nuevas insurrecciones
12. “La lucha de clases recobra intensidad y
los conflictos, con flujos y reflujos, con avances y retrocesos se extienden en
el mundo en 2018 y estos primeros meses de 2019 [el documento
que estamos citando fue escrito en abril de este año].
“A principios de 2018 Francia volvió
a sacudirse por la agitación social y las huelgas del poderoso movimiento
obrero y estudiantil contra las políticas de austeridad del presidente Macron.
En España la lucha de los trabajadores de Amazon creó las condiciones para la
huelga continental contra la multinacional yanqui. Los metalúrgicos, estatales
y aeronáuticos de Alemania, salen a la huelga por aumento salarial…
En marzo de 2018 los estudiantes
secundarios de EEUU protagonizaron una manifestación histórica de carácter
antifascista, en respuesta a las matanzas por atentados en los colegios y
universidades. [.]
En Argentina la demanda por la
legalización del aborto es tomada por las masas y la lucha por el derecho de
las mujeres a decidir qué hacer con sus cuerpos trasciende hacia otros países
de América Latina.
En mayo de 2018 los docentes de
Arizona se movilizaron por aumento de salarios y mayor presupuesto público,
desbordando a los sindicatos. El triunfo logrado abrió el cauce para un proceso
de lucha docente que se extendió a Oklahoma, Kentucky y Virginia Occidental.
En Brasil, una protesta inédita de
propietarios de camiones contra el aumento de combustibles paraliza las
principales rutas del país.
A mediados de noviembre del año
pasado irrumpieron las manifestaciones de los chalecos amarillos en
Francia [y durarían 50 semanas]. En Hungría el régimen de ultra derecha de
Viktor Orbán se encontró frente a centenares de miles de trabajadores y jóvenes
de todo el país que tomaron las calles durante dos semanas contra la ley anti
obrera aprobada por el parlamento.
En Portugal hubo un récord de 260 huelgas
por aumento salarial, contra la política de congelamiento impuesta por el
presidente Antonio Costa (del Partido Socialista, apoyado por el Bloque de
Izquierda y el Partido Comunista).
En lo que va de los primeros meses de
2019, una nueva huelga general, de 48 horas, tuvo lugar en la India. El 8 y 9
de enero más de 180 millones de trabajadores respondieron al
llamado de los sindicatos de la industria, el transporte y los servicios junto
a la convocatoria de Unión Agrícola de la India, paralizando las ciudades y
el campo en demanda de aumento general de salarios, seguridad social
universal, fin de las privatizaciones, contra la reforma laboral y el
desempleo, en abierto desafío al gobierno de ultraderecha del Partido Popular
de la India y su presidente Narendra Modi.
A fines de enero culminó
en triunfo parcial la histórica huelga de docentes en Los Ángeles, la segunda
ciudad más grande de Estado Unidos. La mayor huelga educativa en 30 años
consiguió un aumento salarial del 6% con retroactividad, reducción de la
cantidad máxima de alumnos por aula (de 46 a 39); sobre la base de
contratar más docentes, se consiguió también la contratación de más
profesionales (enfermeras y bibliotecarias), entre otros puntos, lo que incluyó
un compromiso de aumentar gradualmente el presupuesto de la educación pública,
combatir su deterioro y evitar su privatización.
También en enero estalló la huelga en 48
maquilas de la ciudad fronteriza de Matamoros, en México. La huelga obrera más
importante en el norte del continente de los últimos años, involucró a más de
70 mil trabajadores que pese a las maniobras de los sindicatos burocráticos y
las presiones de las patronales y el gobierno de López Obrador, se mantuvieron
firmes en la demanda de 20% de aumento salarial y un bono de $ 32.000.
En febrero se realizó una
contundente huelga general por aumento de salarios en Bélgica, convocada por
los principales sindicatos, y las autoridades se vieron obligadas a cerrar el
espacio aéreo ante la falta de personal para asistir a los vuelos.
El 21 de febrero estalló una huelga
general en Cataluña. Convocada oficialmente por la Intersindical-CSC y los
Comité de Defensa de la República contra la reforma laboral, la medida de
fuerza incluyó corte de carreteras y manifestaciones multitudinarias y se
transformó en una protesta contra los juicios del Estado Español a los líderes
independentistas.
El 8 de marzo nuevamente
se realizaron manifestaciones gigantescas por el día de la mujer trabajadora en
todos los continentes.” (PSL)
La
decadencia del “centro izquierda”
13. Nos
interesa examinar la crisis en que se encuentra el principal obstáculo que en
esta región tenemos los marxistas revolucionarios para ganar a las masas, la
corriente conocida como progresismo o centro izquierda,
conformada en la región que nos ocupa por los restos del stalinismo (Cuba), el
antiguo reformismo (PT de Brasil, Frente Amplio en Uruguay) y el populismo
burgués (peronismo, Morena en México), etcétera. La extensión de esta corriente
va más allá de la región y sus principales centros están nada menos que en
Rusia y China (aunque esta última actúa en política internacional con suma
discreción).
Esta
corriente tuvo su esplendor en la región en la primera década de este siglo y
en los años pasados y llegó a tener una influencia predominante. (Lula y el PT
en Brasil; Correa en Ecuador; Kirchner en Argentina; Evo en Bolivia; Ortega en
Nicaragua; Castro en Cuba; Chávez en Venezuela; Mujica en Uruguay). Entre 2002
y 2012 fue la “hora”, el momento estelar de esta corriente a la que también
pertenece AMLO y Morena, de México. Ahora se encuentra en crisis, en algunos
países cerca del colapso y en otros ha llegado o vuelto recientemente al poder.
Sigue teniendo una fuerza enorme, como en México y Argentina, pero está en
declinación.
Tiene
mucho interés para el marxismo revolucionario la “centro izquierda”, pues su
auge significó para nosotros persistir en la marginalidad, debido a que nos
disputamos la misma base social (los trabajadores, los indígenas, los
campesinos y estudiantes), y a que esta corriente emplea un discurso y un
lenguaje parecido al nuestro.
La
crisis económica ha obligado a los “progresismos” a mostrar su verdadera
naturaleza. Todas sus variantes nacionales acatan al Banco Mundial y al FMI;
todos pagan las deudas públicas; todos son extractivistas y depredan
inclementemente el medio ambiente; todos son “austeros”, han quitado a los
pueblos lo poco que antes les concedieron; todos desarrollan tendencias
dictatoriales o bonapartistas: Lula, Chávez, Evo, Ortega, Putin, etc., siempre
buscaron reelegirse y perpetuarse en el poder.
En
cuanto a cuestiones de género son conservadores y la mayoría de ellos se han
opuesto al aborto y a otras reivindicaciones de las mujeres y del movimiento
LGBT.
Esta
corriente pseudo progresista es tan represiva como los peores gobiernos
burgueses. Como veremos, es capaz de cualquier cosa para someter a pueblos
insurrectos. Por la importancia del tema, lo analizaremos más abajo.
Sectores
del pueblo brasileño, venezolano y nicaragüense captaron el carácter
procapitalista, antipopular y antidemocrático de los “progresistas” y lucharon
fuertemente contra ellos, lamentablemente sin éxito. Bolivia es el primer país
en el que logran derrocar a una de sus cabezas, aunque la derecha de ese país
ha aprovechado la situación y se ha hecho del poder, lo que ha enturbiado el
proceso, dando lugar a que Evo se victimice. Pero también es probable que
estemos ya en presencia de una franca descomposición de esta corriente internacional.
Aun sus expresiones que acaban de llegar al poder (México) o que están por
volver al gobierno (Argentina), difícilmente pueden ser definidas como
populistas, sus políticas no pueden ser comparadas con los años de esplendor de
Lula, Chávez, Evo o Kirchner, en los que el contar con recursos económicos
abundantes les permitió hacer algunas mejoras económicas y sociales (nunca
comparado con las concesiones profundas que las masas obtuvieron con Lázaro
Cárdenas o Juan Domingo Perón, hace décadas). Fernández llega al gobierno en
Argentina a pagar anualmente decenas de miles de dólares de deuda externa, es
decir, a sacrificar a las masas y a hundir a la mayoría de sus capas en la
pobreza o en la miseria. AMLO en México va por las mismas y ya ha perdido,
en menos de un año, entre una tercera o cuarta parte de su popularidad. Sólo
la lucha implacable contra los “populistas” puede darnos una clara fisonomía
revolucionaria.
14.
Antes hemos dicho que han aparecido corrientes de derecha que atacan a los
“progresistas” en el poder y que se postulan para gobernar, como fue el caso de
Jair Bolsonaro en Brasil y ahora Jeanine Áñez en Bolivia. Las contradicciones
entre la derecha, aun la fascista, y los de centro izquierda son reales pero
ambas corrientes tienden a unirse para enfrentar las insurrecciones populares,
como estamos viendo en Bolivia, en donde la Rusia de Putin reconoció
inmediatamente el gobierno ilegal y semi golpista de Áñez. Pronto el MAS de ese
país hizo lo mismo al votar en las cámaras el proyecto de convocatoria a
elecciones de Jeanine. Muy rápido los progresistas traicionaron la lucha contra
la imposición ilegal y violenta de Jeanine en el poder.
Brutal
represión y armamento de las masas
16. La
dureza con la que las burguesías están intentando sofocar las actuales
revueltas no debe llevarnos a olvidar lo que hizo uno de los “progresistas”,
Bashar Al Asaad en Siria. Aconsejado y apoyado militarmente por Putin y el
gobierno iraní, encabezó una matanza de cientos de miles, obligó a exiliarse a
unos cuatro millones y destruyó (junto con ISIS) la mayoría de las ciudades.
La
defensa y autodefensa de las masas, su armamento, es uno de los grandes temas y
tareas que ya tenemos los pueblos en lucha y los revolucionarios.
17. Las
insurrecciones están ocasionando una reorganización de los trabajadores y de
las masas. El caso que conocemos más de cerca, por el viaje que hicieron a
Chile los compañeros del PSL, revela el surgimiento de colectivos, asambleas y
otras maneras de organizarse del pueblo. Los socialistas debemos de estar en
primera línea del impulso y desarrollo de este proceso, en vías de que
aparezcan verdaderas instituciones de poder obrero y popular que le disputen el
poder a la burguesía.
Vuelve
la consigna de moratoria del pago de las deudas
18. Como
en los años 80s., el creciente peso de las deudas públicas y su pago por los
gobiernos es una de las fuentes de inmisericordes planes de austeridad.
Nuevamente nuestra corriente marxista revolucionaria debe tener como una de sus
señas de identidad la oposición a estos pagos, que además nos delimitará de los
progresistas.
Actualidad
de la solidaridad internacionalista
18. La
sincronización de los levantamientos en distintos países planteará como algo
natural la convocatoria del Manifiesto del Partido Comunista: “Proletarios de
todos los países, ¡uníos!”, es decir, variantes regionales de la solidaridad
obrera internacionalista, que nosotros deberemos proponer e impulsar, así como
los comités de apoyo a las revoluciones en curso.
La
socialdemocratización de la mayoría de corrientes trotskistas
19.
Llegamos a esta situación propicia para el desarrollo del marxismo
revolucionario cuando las más importantes corrientes trotskistas se han
adaptado al régimen demoburgués, al electoralismo y a la centro izquierda.
Nuestros compañeros argentinos han escrito abundantemente sobre el tema. Dicen que “el
alineamiento de la mayoría de las organizaciones trotskistas detrás de partidos
y gobiernos burgueses en Brasil y Venezuela, divide aguas entre el revisionismo
capitulador y el marxismo revolucionario que antepone, por sobre todas las
cosas, la lucha por el socialismo contra la dominación capitalista tanto
liberal como fascista.”
Sobre
el mismo tema, conocimos un texto de la organización Razón y Revolución que
plantea también, para el caso actual de Bolivia, que las organizaciones
trotskistas internacionales asentadas en Argentina han claudicado a Evo y al
MAS.
Esta
lamentable situación exige que el CRIR se convierta, en el futuro
mediato, en una Internacional. Dice el PSL:
No hay una Internacional, pero estamos
transitando un proceso favorable que nos lleva a la construcción de un
verdadero agrupamiento internacionalista.
*Fragmento de un documento de discusión del Comité por el Reagrupamiento Internacional de los Revolucionarios (CRIR)
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