Nahuel Moreno sobre la ecología y la crisis del capitalismo mundial*



Por Eduardo Mahecha 

21/4/2019

Ad portas del Día Mundial de la Tierra (22 abril), publicamos en Blog Socialist XXI una respuesta marxista al artículo La crisis ecológica y la necesidad de recuperar la Dialéctica de la naturaleza (5/2/2019). El mismo está escrito a tres manos por Roberto Andrés, Andrés Arnone y Marisela Trevin, militantes trotskistas, publicado en la La Izquierda Diario (Sección Ecología y medio ambiente) del PTS – Partido de los Trabajadores Socialistas de la Argentina – FT-CI Fracción Trotskysta Cuarta Internacional.

En dicho texto se hace una errada caracterización de Nahuel Moreno: “Moreno no concibe la recomposición del metabolismo entre la sociedad y la naturaleza y, por lo tanto, “huye hacia adelante” en una gran concesión al “optimismo tecnológico”. La naturaleza, la ecología, las ciencias de la Tierra no tienen ningún valor para él (ni siquiera un valor negativo) y su salida ante la crisis ecológica es tecnológica, teleológica, prometeica. Esta visión ha persistido [en la izquierda] a través de los años de una u otra forma”.

Introducción: actualización programática, método marxista y revolución socialista

“El mundo capitalista decadente está superpoblado. La admisión de cien refugiados extras constituye un problema grave para una potencia mundial como Estados Uni­dos. En la era de la aviación [y el transbordador espacial], el teléfono [y la internet], el telégrafo, la radio y la televisión, los pasaportes y las visas [de los estados nacionales] paralizan el traslado de uno a otro país…Entre las vastas extensiones de tierras y las maravillas de la tecnología [y la ciencia], que además de la tierra conquistó los cielos para el hombre, la burguesía logró convertir nuestro planeta [Tierra] en una sucia prisión [contaminada]”, León Trotsky, 1940[1].

‘Nahuel Moreno’ (1924 – 1987) es un seudónimo político animal (zoon politikón, acuñado por Liborio Justo) que traduce ‘tigre marrón’ en idioma indígena araucano. Hugo Miguel Bressano, alías Moreno, fue un dirigente político socialista internacional proveniente de la Argentina. A lo largo de su trayectoria militante, Nahuel Moreno tuvo algunas opiniones y enunciados analíticos sobre ecología, destrucción de la naturaleza por el imperialismo y la lucha por su defensa y protección y la construcción del socialismo mundial.

En este texto interpretamos (una hipótesis de lectura materialista, entre otras) una faceta sobre la ecología y la crisis imperialista, muy poco explorada del pensamiento marxista del “tigre”. En vistas a la necesaria actualización programática y teórica de los trabajadores del siglo XXI y sus partidos revolucionarios sobre la crisis del capitalismo en relación con los problemas ecológicos y sociales combinados que afectan a nuestra clase y a las masas.

Valga hacer una primera aclaración metodológica. Nahuel Moreno, tuvo una autodidáctica disciplinada, sus más de 10 libros investigativos en más de cinco idiomas (español, portugués, francés, inglés y ruso) para la intervención y aportes políticos y teóricos colosales –como todo en esta vida, no exentos de errores– fueron dados por su trabajo internacionalista en la Cuarta Internacional y ligazón al movimiento obrero desde 1944.  A pesar de ello, siempre tuvo una humildad epistémica, a principio y finales de los 80’s consideró y reconoció ante tirios y troyanos, tener una “cultura bárbara”[2], por razones objetivas y subjetivas:

a) La corriente de Nahuel Moreno era “provinciana y criolla” por su formación, ya que provenía de un país semicolonial del Cono Sur y continente subdesarrollado. No se gestó en los grandes centros culturales, productivos y revolucionarios de la lucha de clases donde nació y progresó con más tesón la teoría marxista y las ciencias, por mor de sus economías y peso de la clase obrera. Sería, en este sentido, menos educada y experimentada, en sus inicios, alejada de la Internacional, es decir, nacionalista, con estrechez mental y aislamiento.

b) El poco margen de tiempo y la división del trabajo en la mediación de la práctica política militante e investigación militante. Bastante practicismo, subjetivismo y empirismo sano, con las presiones de desprecio relativo por la teoría y las presiones de la lucha de clases y los conflictos políticos y gremiales del día a día que atender e intervenir. La alienación y explotación del proletariado, el infernal trabajo asalariado, influye en los tiempos militantes y en sus partidos obreros. Sobre todo si estos son pequeños o medianos, pero no con influencia de masas y con pocos rentados, siendo una corriente minoritaria mundial y nacional en la izquierda y el movimiento obrero, aunque una de las más dinámicas y más grandes del trotskysmo mundial. Ello se agrava si el centro de mando colectivo de una dirección internacional es una región-país semicolonial o colonial, no imperialista, o al menos combinada y equilibrada.

c) Cuadros inexperimentados y direcciones débiles con falta de formación científica y cultural, y poco probadas políticamente en la lucha de clases y en dirigir revoluciones y conflictos sociales de envergadura nacional. No reconocían sus limitaciones y rehuían del método de hacer balances sistemáticos y planes sistemáticos de construcción, entre ellos, la formación y armazón teórico-política de los partidos. El método de Nahuel Moreno consistió en hacer la historia de su propia corriente,  mostrando en primer plano sus errores, presiones y desviaciones, aunque también los aciertos y avances. Ello para evitar cualquier culto (“seguidista”) a los dirigentes y educar a las bases, cuadros y nuevas generaciones, siempre en pos de la construcción partidaria.

d) Los dirigentes trotskystas y marxistas en general y de otras corrientes de posguerra de extracción privilegiada se auto consideraban, o al menos, en sus actos (sin saberlo) se mostraban como mortales “genios”, pero perennes en su “legado”. Eruditos con aciertos tras aciertos a cuestas.

Adolecían de pedantería ridícula, prestigismo político-intelectual y arrogancia, infalibilidad y autoproclamación, dogmatismo oportunista y sectario, burocratismo, espíritu anti-dialéctico y estrechez formalista del pensar. Esto en parte por la actitud defensiva ante el stalinismo, en parte por no reconocer su marginalidad con respecto a las masas y las propias ciencias. Esto les llevó a capitular por derecha y por izquierda a las direcciones burocráticas de los procesos sociales de modo impresionista. Por su parte, los que llegaron a dirigir revoluciones o resistencias, solían pontificar sobre lo divino y lo humano cual semidioses sin mucho conocimiento, realmente científico y una política revolucionaria.

e) Lo “bárbaro” como una cualidad contradictoria. En su aspecto negativo, una serie de defectos, los ítems existentes de a), b), c), d). En su aspecto positivo e), una virtud invaluable de Moreno y su corriente, podría revalorizarse en el espíritu obrero combativo (“orgullo plebeyo”, diría Trotsky) y militante de estos bárbaros bolcheviques siguiendo la concepción marxista de la lucha de clases y la construcción de un partido de clase. El polo a tierra de las luchas antiimperialistas y conflictividad semicolonial, contra el academicismo de marfil y el trotskysmo de café. La proletarización de los partidos y las direcciones luchadoras.

No adaptarse al privilegio pequeñoburgués del aparato institucional universitario e intelectual, así como un tacto materialista, sensatez y sentido de la proporción, de identificar teorías revisionistas y ultras, inservibles a los objetivos del proletariado pero sin ser unilaterales en la revisión de fenómenos y teorías. Ni oportunismo ni sectarismo en la teoría y en la práctica.

La obsesión epistémica por conocer los nuevos hechos y procesos de posguerra que daba la realidad capitalista y dar una compresión teórica anti dogmática de ellos, como exige el método materialista histórico dialéctico. El espíritu internacionalista y democrático, sed de saber y de conocer la cultura universal legada por la burguesía. El intercambio con otras corrientes y fuerzas sociales y políticas europeas, norteamericanas, asiáticas y africanas, intelectuales y teorías. El desarrollo desigual y combinado de países y centro-periferia.

La democracia obrera e interna, es decir, la elaboración colectiva, dentro de un régimen sano de centralismo democrático y una dirección internacional centralizada. Esto con el fin de salir del estadio del “barbarismo”. Por una unidad obrera internacional e ilustrada-científica, política revolucionaria militante, superior a la nacional o local regional, en pos de la revolución mundial.

No es extraño entonces que algunos de los enunciados que a continuación presentamos de Nahuel Moreno sobre la naturaleza, el medio ambiente y la ecología en general, puedan tener, a la luz de nuestro presente, la carga de esas “limitaciones” de su tiempo, “ignorancias” y “errores”. Cuestiones que necesariamente habrá que ir corrigiendo en el camino. Pero también con los aspectos positivos mencionados de agudeza analítica, ubicación estratégica principista y riqueza de absorción de debates internacionalistas y teorías de diversa índole. Cuestión a tener en cuenta por el lector de nuestros días.

Una segunda aclaración metodológica importante. No es nuestro interés forzar la realidad ni las citas, por fuera del contexto histórico en que se desenvolvió el autor, el dirigente marxista y su corriente política nacional e internacional. Sin por ello pretender una neutralidad fingida y que la realidad presente no nos interpele en la visión marxista sobre Moreno. Lo que sí buscamos es guardar las proporciones objetivas y explotar las posibilidades subjetivas en pos de la lucha de clases presente y futura.

Mucho menos buscamos “encuadrar” a Nahuel Moreno (como lo hace el MST Argentina) en las corrientes revisionistas actuales en boga relativa de ecomarxismos, ecosocialismos e izquierdismos ecologistas/ambientalistas, con algunos visos progresivos, sin duda alguna, pero también regresivos en lo fundamental [3].

Una de estas adaptaciones son las que hoy hacen a su modo los herederos neoreformistas de Ernest Mandel (aún más a la derecha que su maestro). Esto es, el Secretariado Unificado o la “Cuarta Internacional” europea y federativa, con programas reformistas socioecológicos para una “nueva época” sin perspectiva de poder obrero y la revolución socialista. Disueltos en su mayoría, sin pena ni gloria, en partidos centroizquierdistas (Podemos, Bloque de Izquierda, Frente de Izquierda Francés, Syriza, PSOL, Die Linke, etc) y amplios “anticapitalistas”: Michäel Löwy, Daniel Bensaïd, Daniel Tanuro, Alan Thornett, François Sabado, etc.

Admitimos nuestro rezago e ignorancia, por lo que hacemos una invitación a cada revolucionario socialista y trabajador del siglo XXI, en lo posible, estudiar críticamente y conocer a compañeros especialistas tales como: John Foster y Brett Clark, Jorge Riechmann, Christian Stache, Paul Burket, Ian Angus, Kohei Saito, Andreas Malm, David Nibert, Fred Magdoff, Manuel Sacristán y Wolfgang Harich, James O’Connor, Richard York, Ryan Gunderson, Del Weston, Joel Kovel, Jason W. Moore, André Gorz, Mike Davis, Robert Wallace, etc. Al igual que a científicos naturales, biólogos y físicos, climatólogos, meteorólogos y geólogos, agrónomos y médicos, ingenieros, químicos, historiadores y economistas, paleontólogos, arqueólogos y antropólogos, astrónomos y cosmólogos, etc.

El compañero Roberto Andrés et al. recomiendan estudiar como hilos de continuidad y reconstrucción a los científicos occidentales Paul Crutzen, Will Steffen, James Hansen y Hans Schellnhuber, pioneros de la “segunda revolución copernicana” en los análisis del sistema complejo Tierra: geosfera, biosfera, hidrosfera, atmósfera, etc. También a los científicos progresistas John Haldane, Needham y Bernal, Barry Commoner, Richard Levins y Dick Lewontin. Lo mismo los soviéticos Vladimir Vernadsky, Alexander Oparin y Vladimir Stanchinsky.

Con ello no desconocemos ni demeritamos los avances investigativos y aportes de estos y otros compañeros. El acierto y mérito histórico de empezar a estudiar el tema desde los 90’s e inicios del 2000, mucho antes que muchos de nosotros. Pero sobre todo la urgencia de investigar el panorama mundial contemporáneo de los hechos materiales crudos mismos de destrucción imperialista de la naturaleza. El impacto en nuestra clase, su modus vivendi y sus luchas, para la actualización programática[4].

Tampoco buscamos hacer eco y comparsa de una hermenéutica antimarxista que tiende a equiparar simétricamente a los pensadores de la clase obrera (Marx y Engels, Lenin, Trotsky, otros) con los pensadores y praxis real y producción material de la burguesía. Enjuiciados desde el punto de vista intermedio de la clase media cuando no directamente burguesa. Ambos encuadrados en una matriz común “moderna” y continuidad, en la que a pesar de los antagonismos de clases, coincidieron en un pensamiento antiecológico, productivista y fosilista. Una suerte de optimismo tecnolátrico y “prometeico” de dominio “ecocida” de la naturaleza. La fe ciega en la ideología del progreso y desarrollo ad infinitum de las fuerzas productivas en el capitalismo…y el socialismo-comunismo, en detrimento de la naturaleza. Estas interpretaciones maximizan errores, dan explicaciones subjetivas ahistóricas y anacrónicas, y absolutizan posiciones[5].

Por ejemplo, en La crisis ecológica y la necesidad de recuperar la tradición de la Dialéctica de la Naturaleza (Izquierda Diario, 5/2/2019)[6], Roberto Andrés et.al del PTS argentino (Partido de los Trabajadores Socialistas[7]), interpretan a Nahuel Moreno de un modo peculiar. Hablan sobre un supuesto centrismo antropocéntrico (subjetivista) y anti ecologismo tecnologicista desafortunado de la izquierda burocrática tradicional de posguerra y la “tradición socialista” trotskysta, desvirtuada e insensata. Ellos escriben lo siguiente:

“Reconstruir el marxismo para hacer frente a la crisis del sistema Tierra

El trotskismo (de Yalta), formal heredero de esta tradición, no le asignó ningún valor concreto [a la dialéctica de la naturaleza]. Esto explica, por ejemplo, afirmaciones desafortunadas [¿barbáricas?] como las de Nahuel Moreno que marcaron “sentidos comunes” en el trotskismo latinoamericano.

Si bien el dirigente del PST supo dar cuenta ya en 1973 sobre cómo “el problema ecológico (que tanto preocupa a los científicos que ven la destrucción de la naturaleza), por un lado, el hambre crónica y las guerras por otro, llevan a una destrucción sistemática, tanto de la naturaleza como del hombre”, la salida que proyecta en su Actualización del Programa de Transición (1980) deja bastante que desear. Consiste en “la conquista del universo” por parte del socialismo, con “la creación de satélites artificiales con una vida tan buena o mejor que la de la Tierra”, debido a que importantes recursos de la naturaleza “se agotarán inevitablemente por más racionalmente que se los explote”.

Moreno no concibe la recomposición del metabolismo entre la sociedad y la naturaleza y, por lo tanto, “huye hacia adelante” en una gran concesión al “optimismo tecnológico”. La naturaleza, la ecología, las ciencias de la Tierra no tienen ningún valor para él (ni siquiera un valor negativo) y su salida ante la crisis ecológica es tecnológica, teleológica, prometeica. Esta visión ha persistido [en la izquierda] a través de los años de una u otra forma”.

A su vez, Roberto et al. recalcan la importante obra del ex trotskysta argentino y chileno, Luis Vitale, Hacia una historia del ambiente en América Latina y la crisis ecológica actual (1983), pero reconociendo también sus límites. Dice Roberto y compañía:

“Por su parte, el intelectual trotskista Luis Vitale ya había advertido en 1983 sobre cómo “el marxismo tiene otro gran desafío: dar respuesta teórica y política a la crisis ambiental, porque en torno a esta cuestión clave se está jugando la supervivencia de la humanidad”. Si bien Vitale coincide con Moreno al dar cuenta del problema y su importancia máxima, lejos de plantear “la conquista del cosmos” tiene una actitud mucho más sensata: “Los marxistas han descuidado el estudio del ambiente, reaccionando muchos de ellos a la defensiva, negando la trascendencia de la crisis ecológica o denunciando los grupos ecologistas como movimientos diversionistas que distraen la atención de las tareas de la lucha de clases. La indiferencia de la izquierda latinoamericana ante la crisis ecológica ha facilitado el camino para que un “ecologismo demagógico”, de ideología burguesa, arrebate ciertas banderas al auténtico movimiento ambientalista reduciendo la crisis a la contaminación y el conservacionismo. También se ha desarrollado un “dogmatismo energético” que plantea el problema de la energía por encima de las clases, como si los flujos energéticos no estuvieran mediados por las relaciones de poder”.

El presente texto polemiza con dicha tesis “tecno-productivista” (o más bien, la opinión ligera y nada novedosa) del compañero Roberto Andrés et.al sobre Nahuel Moreno, aunque compartamos con él, no tener ningún tipo de aire apologético ni acrítico y sí una misma preocupación revolucionaria.

Las lecturas heterogéneas de equiparación y crítica “anti-productivista / anti-desarrollista / anti industrialista son un subproducto distorsionado de la incomprensión del desarrollo-sistema imperialista mundial en el siglo XX y el transcurso productivo del capitalismo hasta nuestros días. En especial, el carácter dependiente de la burocracia en las economías de 15 estados obreros burocráticos, tales como la URSS y Alemania Oriental, China, Cuba, Vietnam y Corea del Norte. Pero sobre todo, de la urgencia de respuesta y actualización ante la agudización de la crisis socio ecológica o sistémica del capital. Las presiones de los movimientos policlasistas (ecologistas-animalistas), los partidos “verdes” de distintas etiquetas y la cruzada anti socialista después de la restauración capitalista de los 90. Estos procesos crean confusiones, escepticismos y desarrollos investigativos contradictorios, tanto progresivos como regresivos, al no existir la escolástica del aparato mundial estalinista y haber más espacios para la libertad científica y política tras la crisis neoliberal, aparece esto.

Nuestra intención es, lisa y llanamente, más allá de la discusión de autores y teorías, rescatar el hilo rojo de la tradición marxista proletaria (ortodoxa). E ir forjando las armas teóricas de la crítica (por ende, la crítica práctica de las armas) para la revolución proletaria mundial en el siglo XXI. Los desafíos colosales a los que nos enfrentamos como clase y dirección en la lucha por el poder y la construcción socialista mundial.

Uno de ellos, la crisis socio ecológica, como parte integrante e indisoluble de la crisis civilizatoria estructural de la última fase del capitalismo contemporáneo que vivimos, el imperialismo. Esta pone en tensión y serio riesgo, principalmente, a la vida y condiciones materiales de existencia básicas de la clase obrera y los sectores populares. En menor menor medida, a las clases dominantes. En suma, a la especie humana misma, así como también a la mayoría de especies animales y vegetales que cohabitan una Tierra cada vez más devastada y destruida su naturaleza, la biosfera.  Al servicio de esta tarea, vale pena releer (y revalorar) la obra marxista revolucionaria de Nahuel Moreno, a treinta años de su muerte.



Fuerzas productivas y fuerzas destructivas: el rol clasista de la economía/tecnología/ciencia, la destrucción imperialista de la naturaleza y el ser humano laboral

En 1973 Nahuel Moreno, dirigente del naciente Partido Socialista de los Trabajadores de la Argentina (PST-A), el más grande y militante partido trotskista del mundo para la época, con una posterior revisión, posible ampliación en 1979 y prólogo introductorio en 1985, encarna un debate teórico-político fraccional con la teoría marxista y posiciones del reconocido economista marxista belga, Ernest Ezra Mandel (1923 – 1995). Mandel fue sin duda alguna el principal dirigente europeo e internacional del movimiento socialista de la Cuarta Internacional (el SU en particular, lo que la corriente de Roberto Andrés et al. denominan “trotskysmo de Yalta” u “oportunista centrista”; Moreno por su parte le llamó además revisionismo y dirección pequeñoburguesa).

Mandel es reconocido, entre otras, por su contribución a la teoría marxista de las crisis cíclicas del capital en la teoría de las ondas y periodos largos, crecientes y decrecientes de la tasa de ganancia. Además por realizar sendas y notorias investigaciones y posiciones que marcaron todo un periodo y quedaron fijadas en obras como:

Tratado de economía marxista (1962/1976, 2 Vols.), Introducción al marxismo (1975),

La formación del pensamiento económico de Carlos Marx: de 1843 a la redacción de ‘El capital’ (1971), Las ondas largas del desarrollo capitalista: una interpretación marxista (1978), ‘El Capital’, cien años de controversia en torno a la obra de Karl Marx (1967/1985), El lugar del marxismo en la historia (1986), La crisis de 1974-1982: los hechos, su interpretación marxista (1982), El pensamiento de León Trotsky (1980),  Trotsky: un estudio en la dinámica de su pensamiento (1979), Trotsky como alternativa (1995), el mismo año de su muerte.

De hecho Mandel prologa y da tres sesudas introducciones y oberturas de debates marxistas de actualidad a los tres volúmenes de la traducción al inglés de El Capital de Marx realizados por la famosa editorial Penguin Books (1976, 1990). Más allá (o a expensas) del autor, sus límites revisionistas y su oportunismo, ello muestra todo un mérito para el trotskysmo mundial, verdadero continuador del marxismo revolucionario y el socialismo, hasta nuestros días.

En el libro de Nahuel Moreno, El partido y la revolución. Teoría, programa y política. Polémica con Ernest Mandel (título puesto por dirigentes del MAS y la LIT de los 80’s), popularmente conocido como “El morenazo” (o tigresazo), pero en realidad llamado UN DOCUMENTO ESCANDALOSO

(en respuesta a “En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional” de Ernest Germain). Moreno como parte de la Tendencia Minoritaria (Leninista Trotskista, TLT, 1973-1977, junto con el SWP-USA y otros partidos menores) se enfrenta y polemiza en el Décimo Congreso Mundial (1974) con Mandel, el gran dirigente de la Tendencia Mayoritaria de la Cuarta junto con Pierre Frank, Livio Maitan, Alain Krivine, etc.

En los temas a debatir en el libro de Nahuel Moreno están las diversas posiciones levantadas por Mandel y su dirección en el periodo del 45-73, en lo inmediato los últimos 4/2 años de la línea política mayoritaria:

El entrismo decenal en partidos stalinistas o populistas; estrategia revolucionaria, vanguardismo, vía guerrillera y la lucha armada del proletariado y las masas; las caracterizaciones-análisis de la lucha de clases, la política programática, construcción e intervención en procesos de resistencia y revoluciones en países imperialistas, semicoloniales y coloniales; la independencia de clase y lucha contra las direcciones stalinistas y socialdemócratas, nacionalistas, populistas y ultraizquierdistas; el programa y el régimen del centralismo democrático y la Internacional, la concepción del partido leninista y su organización; la teoría marxista de la crisis capitalista y la época del imperialismo, etcétera.

En textos y libros de Mandel tales como: Late Capitalism (1972/1975), The Economics of Neo-Capitalism (1964), Workers Under Neo-capitalism (1968), In Defence of Leninism: In Defence of the Fourth International (1973), The causes of alienation y Progressive disalienation through the building of socialist society, or the inevitable alienation in industrial society? (1973, Caps. I y II, del libro conjunto The Marxist Theory of Alienation con George Novack), además de los referenciados por Moreno. El autor belga desarrolla la visión teórica, con base empírica, de que el capitalismo “tardío” (también le llama: neocapitalismo, neoimperialismo) estaría desarrollando las fuerzas productivas en la posguerra (como mínimo del 45 al 70 o más; luego Mandel modificaría o matizaría su posición impresionista y ambivalente). La depauperación relativa y el cese relativo de la desocupación, el aumento del nivel de consumo de las masas y los salarios, la nueva alienación subjetiva proletaria, la tercera revolución tecnológica y avances, serían rudos hechos objetivos que mostrarían dicho desarrollo. Lo cual dificultaría el derrotero de la revolución socialista en los países imperialistas y la propia situación de la clase obrera metropolitana y mundial.

En el capítulo VII. Elementos revisionistas en las concepciones de Germain., del libro El partido y la revolución (1973/79), Nahuel Moreno, sin ningún dogmatismo, discute la elaboración económica y política de Mandel sobre el neocapitalismo/neoimperialismo, es decir, un capitalismo de posguerra en los países imperialistas, con repercusiones mundiales. El autor argentino presenta su tesis central, antagónica con la de Mandel, anclada a la cuestión que nos interesa, las fuerzas productivas y la destrucción de ellas por el imperialismo. Esto es, la destrucción de la naturaleza inorgánica y orgánica (incluido la vida y trabajo de los seres humanos, su mayoría obrera sobreexplotada y en carestía) y la época imperialista del capital[8]:

“Las fuerzas productivas, tomadas en su conjunto, están formadas por tres elementos: los medios de trabajo (cuya fuente esencial es la naturaleza), las herramientas y la técnica, y el hombre. Para Marx, el factor más importante es el hombre; por eso lo calificó de principal fuerza productiva. Podríamos decir que la naturaleza y el hombre son dos polos esenciales del desarrollo de las fuerzas productivas, y la técnica y las herramientas el medio relacionante entre ambos.


El capitalismo, en su época de ascenso, provocó un colosal progreso de las fuerzas productivas, justamente porque significó un enriquecimiento total de ellas: mayor dominio de la naturaleza, enorme desarrollo de las máquinas y las técnicas, mayor consumo y enriquecimiento general del hombre y de la sociedad. El imperialismo ha provocado una contradicción aguda dentro del sistema de las fuerzas productivas: destrucción sistemática de la naturaleza y del hombre, en contraposición a la tercera revolución industrial [y sus ideólogos]. El problema ecológico (que tanto preocupa a los científicos que ven la destrucción de la naturaleza), por un lado, el hambre crónica y las guerras por otro, llevan a una destrucción sistemática, tanto de la naturaleza como del hombre”[9].

Prosigue Moreno:

“Esto que Mandel no toma en cuenta es el origen teórico de todo su revisionismo…Al darle tanto énfasis al aumento del consumo de las masas occidentales y a la tercera revolución industrial, sin señalar sus aspectos más negativos [contratendencias o limites] ni su dinámica [general dialéctica], no hace más que trasladar a nuestro movimiento la concepción y la terminología de los teóricos del capitalismo en la actual etapa, los teóricos de la sociedad de consumo […] Nosotros creemos que la economía europea y norteamericana ha podido tener este esplendor durante veinticinco años por la combinación de tres razones fundamentales. La primera es la impresionante destrucción de las fuerzas productivas (máquinas y hombres) que significó la Segunda Guerra Mundial [con más de 60 millones de víctimas, principales ciudades destruidas y posterior Plan Marshall e industria armamentística de la Guerra Fría]; la segunda es la traición del stalinismo, que permitió la subsistencia y recuperación del capitalismo en Europa Occidental [tras la resistencia antifascista y “reconstrucción” de la democracia burguesa en Frentes Populares de los partidos comunistas y los pactos de Postdam y Yalta de la burocracia rusa]; la tercera es la explotación de los pueblos coloniales. Durante estos veinticinco años el imperialismo en descomposición ha montado una economía capitalista de estado para la contrarrevolución mundial [basado en los Estados de Bienestar Capitalistas y las economías mixtas con nacionalización parcial de algunos sectores estratégicos o servicios esenciales]. No existe otra definición económica marxista seria para la etapa que hemos vivido desde la postguerra […] Esto no significa desconocer que existe una tercera revolución industrial. Mandel tiene el mérito intelectual de haber sido uno de los mejores expositores de la existencia e influencia de la tercera revolución industrial. Pero ha parcializado este hecho para cambiar las leyes básicas de la actual etapa, sin comprender sus contradicciones; no ha captado lo que en verdad ha significado y significa el desarrollo de las fuerzas productivas [en términos histórico estructurales]”.

Moreno refuta a Mandel citando cifras de la FAO sobre desnutrición, pobreza y consumo de calorías a niveles intercontinentales y mundiales; estadísticas sobre desocupación, superexplotación y salud pública en USA; etc. Con ello matiza y relativiza la postura de Mandel, pero aceptando el boom (o ciclo de crecimiento) relativo y corto de posguerra. Incluso, los cambios tecnológicos de la 3ra “revolución industrial” (hoy se habla de una 4ta y la 5ta: robótica, Inteligencia Artificial, I+D, etc), antes de la crisis económica y energética de 1973 y la situación revolucionaria abierta con el mayo francés-mexicano del 68. Hoy el desmonte neoliberal en los 80’s-90’s de los estados burgueses de bienestar o socialdemócratas y la restauración capitalista, con la liberación del mercado en Europa Occidental, el Caribe y Asia. En lo que sí difiere de raíz Moreno con Mandel, es en lo que Trotsky y Lenin llamaron “las premisas objetivas de la revolución socialista” y “la época del imperialismo”.

Para Moreno el capitalismo no estaba en su época de su ascenso, de continuo desarrollo, sino en época de descenso y decadencia histórica, agonía tras su apogeo y crisis histórica estructural. A eso le llamaría imperialismo, la explotación y destrucción material de las principales fuerzas productivas, la naturaleza (o la Tierra y sus ecosistemas vegetales-animales-naturales) y el hombre (más en concreto, el proletariado y los pobres, su sobreexplotación y carestía más bien).

La “prueba” última o de peso a la que Moreno refiere, más allá del nebuloso oasis tecnológico y la abundancia relativa en países imperialistas, además de la crisis social, es la crisis ecológica, enlazadas, a la que refieren los científicos desde los 70’s (el texto de Moreno es de 1973) o antes. Ya no solo serían las guerras imperialistas (1ra y 2da, más las aventuras coloniales menores subsiguientes) y sus millones de muertos y víctimas, la desigualdad social estructural en todas sus manifestaciones, con las privaciones materiales en la salud y el nivel de vida, opresiones (género, sexo, raza y nación, otras), etc. Todos ellos son rasgos “típicos” de la crisis civilizatoria y su última época, sino también la carga estructural de los “problemas ecológicos”, que reafirman el carácter de las fuerzas destructivas de la misma:

Calentamiento global caótico, 2 o más de 3°C grados a finales del siglo XXI si seguimos como vamos, deterioro relativo de la capa de ozono y la contaminación atmosférica; altos niveles de gases concentrados de efecto invernadero y CO2, producto de la industria capitalista, que acelerarán el aumento del clima; pérdida de biodiversidad o extinción masiva de especies animales y vegetales, allende de la selección natural; contaminación del aire y enfermedades, quiebre de la agricultura, daños al suelo fértil y los ríos, mares y océanos; inundaciones masivas de zonas costeras y desastres evitables socio ecológicos, exacerbación de fenómenos naturales (huracanes, etc) con miles de víctimas humanas; acidificación de los mares, aumento de la temperatura y nivel de los mismos, derretimiento acelerado de los grandes casquetes polares y desequilibrio climático; energías no renovables, hidrocarburos, agroindustria y efectos sobre la matanza y déficit de bienestar de animales, el medio ambiente y ante todo nuestra salud pública y vida material básica; deforestación de bosques y selvas, extracción de materias primas y agotamiento de energías y recursos; desechos industriales y residuos tóxicos, etcétera, etcétera.

En Conversaciones sobre Trotskismo (1986), le pregunta a Moreno un joven militante socialista de la Argentina: “Pero el capitalismo también repone, por así decirlo, los recursos naturales. Me refiero, por ejemplo, a las semillas híbridas que produjeron la llamada revolución verde”. A esto le responde Moreno sobre el asunto de los “transgénicos”[10] y la ingeniería genética al servicio del capital, el aumento de la sobreproducción de alimentos y el hambre, los efectos colaterales o costos (precios, salud pública, suelos y especies, pérdida de diversidad genética y empobrecimiento de comunidades), bajo los criterios dependientes de acumulación capitalista y rentabilidad:

“Justamente a eso me iba a referir, porque los híbridos son un ejemplo de cómo los grandes descubrimientos de la ciencia también se vuelven contra la naturaleza cuando los utiliza el capitalismo. Al capitalismo sólo le interesan los híbridos de gran rendimiento económico. Entonces, preparan grandes extensiones de terreno para ser sembradas con esas semillas, lo que significa que la flora natural, de escaso rendimiento económico, es destruida. Así desaparecen decenas de plantas y semillas, simplemente porque no rinden como los híbridos. También desaparecen especies animales cuya caza da ganancias a los burgueses [pese a haber una tecnociencia genética y “bancos de genes”] o satisfacción personal al cazador…”[11].

En 1980, Moreno en la Actualización del Programa de Transición (Tesis XIV

Las fuerzas productivas decaen mientras que las destructivas no dejan de crecer bajo el boom económico), invierte los polos del desarrollo imperialista:

“Para los marxistas el desarrollo de las fuerzas productivas es una categoría formada por tres elementos: el hombre, la técnica y la naturaleza. Y la principal fuerza productiva es el hombre; concretamente la clase obrera, el campesinado y todos los trabajadores. Por eso consideramos que el desarrollo técnico no es desarrollo de las fuerzas productivas si no permite el enriquecimiento del hombre y de la naturaleza; es decir, un mayor dominio de la naturaleza por parte del hombre, y de éste sobre su sociedad.

La técnica —como también la ciencia y la educación— son fenómenos neutros que se transforman en productivos o destructivos de acuerdo a la utilización clasista que se les dé. La energía atómica es un colosal descubrimiento científico y técnico, pero transformada en bomba atómica es una gran tragedia para la humanidad; nada tiene que ver con el progreso de las fuerzas productivas sino con el de las fuerzas destructivas. La ciencia y la técnica pueden originar el enriquecimiento del hombre —desarrollar las fuerzas productivas— o la decadencia y destrucción del hombre. Depende de su utilización; y su utilización depende de la clase que las tenga en sus manos. Actualmente, el desarrollo de las fuerzas productivas no sólo está frenado por la existencia del imperialismo y la propiedad privada capitalista, sino también por la existencia de los estados nacionales, entre los que incluimos a los estados obreros burocratizados.

En esta postguerra hemos vista el colosal desarrollo de la industria armamentista, es decir de las fuerzas destructivas de la sociedad, y también un desarrollo de la técnica que ha llevado a un empobrecimiento del hombre, a una crisis de la humanidad, a guerras crecientes y a un comienzo de destrucción de la naturaleza [una crisis socio-ecológica]. El actual desarrollo de la economía capitalista y burocrática tiene una tendencia creciente a la destrucción del hombre y de la naturaleza humanizada. El análisis revisionista en este punto es parcial y analítico, pues no define ni las consecuencias [sociales y ambientales] del desarrollo [técnico y económico acumulativo del capital] ni sus tendencias [fundamentales]”.

En la Introducción sobre la Actualización del Programa de Transición (1980) y la Tesis I, precisa Moreno:

“En cuanto a la primera, señalamos que la economía mundial es una totalidad dominada por el imperialismo; que la economía de los estados obreros está supeditada a la misma y que no existen dos economías. También demostramos cómo se confirma y enriquece uno de los postulados esenciales del programa — las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer —ya que el boom de la economía imperialista desarrolla las fuerzas destructivas y somete a la inmensa mayoría de la humanidad a la miseria y la superexplotación crecientes”.

“Primero: que las fuerzas productivas de la humanidad habían dejado de crecer bajo el imperialismo y que, como consecuencia de ello, todo desarrollo técnico no mejoraba el nivel de vida de las masas sino que, por el contrario, provocaba miseria creciente y nuevas guerras. Las fuerzas productivas, por otra parte, habían entrado en contradicción no sólo con la propiedad privada capitalista e imperialista sino también con la existencia de los estados nacionales. Segundo: que, debido a estas contradicciones, se abriría una época histórica de guerras, crisis y revoluciones“.

Lo mismo nos dice Moreno en Conceptos elementales del materialismo histórico (la visión marxista de la sociedad) (1984):

“El sistema capitalista desarrolla más fuentes de energía que todos los sistemas anteriores juntos…Entre 1770 y 1830 se produjo la revolución industrial, con la introducción de la energía a vapor y las máquinas herramientas…En el siglo veinte, con la cibernética, la cohetería, la petroquímica, la electrónica y otros avances se produjo lo que se llama la “tercera revolución industrial”…La humanidad entró, en el siglo veinte, en la época del capitalismo imperialista, en la época de freno y decadencia de las fuerzas productivas, en una época de crisis, guerras y revoluciones…La Primera [y la Segunda] Guerra Mundial, con su secuela de millones de muertos (una sangrienta y fabulosa destrucción de fuerzas productivas), fue una expresión monstruosa de la decadencia del capitalismo“.

Esto es una cuestión clave, porque a diferencia de la crítica al productivismo “industrial o técnico” de los ecosocialistas y ecologistas (incluido el  joven trotskysta Roberto Andrés  et al. y su corriente “anti catastrofista”, es decir, neo-mandeliana). Para Moreno el problema ambiental y socio ecológico no estaría en un “desarrollo de las fuerzas productivas”, naturales-humanas-técnicas, por el capitalismo contemporáneo ni los ex estados obreros burocráticos, su apariencia técnica. Sino por el contrario, la lisa y llana destrucción de ellas, su conversión en fuerzas destructivas (véase: Marx & Engels, La ideología alemana, Cap. I y III), su realidad material.

El imperialismo sería una economía del desarrollo de las fuerzas destructivas con mayor peso que las productivas, una inversión histórica, a diferencia del capitalismo clásico. El socialismo sería una economía planificada mundial de las fuerzas productivas, la naturaleza, la técnica y el hombre, de un modo ecológico o sostenible. Es decir, un verdadero desarrollo de las fuerzas productivas, de intercambio metabólico con la naturaleza y el humano mismo y sus medios técnicos, sin el trabajo asalariado enajenado y la propiedad capitalista, sin la explotación capitalista irracional de los hombres, los animales y la naturaleza terráquea.

El capital imperialista está destruyéndose a sí mismo, a su fuerza de trabajo viva, al capital parasitario, y también, a la naturaleza circundante, a nuestra Tierra y sus especies. Sería un desarrollo esencialmente auto-destructivo y regresivo de sus fuerzas destructivas, incluido su colosal desarrollo tecnológico y bélico. La antítesis de un desarrollo productivo progresivo y ascensional, antes bien un agotamiento, sobreexplotación, sobreproducción y carestía de las fuerzas naturales y humanas. Esta es pues, la base objetiva estructural de la revolución socialista mundial en el siglo XXI, su agudización desde el 1914 en el siglo XX hasta nuestros días con decenas de revoluciones triunfantes y derrotadas. Una época de crisis constantes, guerras y revoluciones. Como diría Trotsky, las condiciones para la revolución socialista y el socialismo, no solo están maduras, sino que están pudriéndose.

Mientras que los ideólogos del capitalismo, hablan de desarrollo sostenible/sustentable, capital/economía verde (o ecofriendly), regeneración y conservación natural, revolución biotecnológica, progreso y crecimiento económico y del PIB, índices de desarrollo humanos altos y calidad de vida media generalizada. Moreno por su parte habla de la destrucción ambiental y social, pérdida de calidad de vida y sobreexplotación capitalista estructural, fuerzas destructivas y rol contrarrevolucionario de la economía, como fenómeno estructural principal, desigual y combinado. Por lo tanto, con incipientes ciclos cortos económicos, curvas ascendentes de la economía y medios de acumulación geopolíticos y mejoras técnicas y científicas, reformas y reacción democrática burguesa, todo tipo de maniobras y planes, secundarios o subordinados, dentro del proceso histórico global y estructural de crisis.

Ello significa que una postura de corte ecológica, esencialmente debe ser anti-imperialista y socialista, por la defensa y protección de la vida material del proletariado y la humanidad explotada, su entorno natural, los animales y las plantas, sus fuerzas productivas vivas. Por la rebelión obrera y popular frente a la destrucción y la extinción –para tomar prestada la expresión democrática del reciente movimiento 2018-19 Extinction Rebellion–, frente a los ricos del mundo, sus gobiernos y economías. Es decir, su podrido sistema destructor de 500 años, en su fase última de existencia, en pos de parir una nueva “vida ecológica”: el socialismo[12].

Socialismo o barbarie/holocausto y crisis sistémica del capital: antinomia superior imperialista

En el libro de Conversaciones sobre Trotskismo (1986), un año antes de morir Nahuel Moreno, dirigente de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) y el Movimiento al Socialismo (MAS) de la Argentina, partido que llegó a tener cerca de 10 mil militantes, le pregunta el pibe entrevistador “¿Socialismo o barbarie significa lo mismo que socialismo u holocausto? Porque usted, en sus últimos escritos [i.e. libro Actualización del Programa de Transición, 1981], emplea esta expresión”. Este le responde, de nuevo, teniendo en miras una perspectiva “proletaria ecológica” o más bien socialista revolucionaria:

“Es la misma antinomia, pero en un plano cualitativamente superior, porque significa que la alternativa al socialismo no es, como antes [en los siglos XVI-XIX y principios del XX], un retroceso al barbarismo [antropocéntrico tipo Rosa Luxemburgo de guerras imperialistas y pobreza, sino un holocausto socio ecológico integral de la especie humana y degradación de la vida en la Tierra] con la devastación de países y civilizaciones —como sucedió en las dos guerras mundiales— sino la destrucción lisa y llana de la humanidad, la desaparición de la vida animal y vegetal de la tierra. Hablamos hace un instante de cómo el capitalismo destruye al hombre. Pero el hombre no es la única víctima. El capitalismo en su actual faz imperialista, no es en absoluto “democrático” con la naturaleza: la destrucción de la flora y la fauna [Moreno se refiere sobre todo a la extinción de especies animales y la caza comercial legal e ilegal burguesa, pero también a la pérdida de bosques, paisajes, vegetaciones y plantas], la contaminación del aire y el agua y de todo el ambiente por los desechos industriales y sobre todo los nucleares avanzan a un ritmo vertiginoso. La depredación de la fauna, sea por la caza deportiva o por la producción capitalista [destrucción de hábitats, etc], es un hecho reconocido por todo el mundo, incluso por Brigitte Bardot…[actriz francesa, cantante y activista democrática, liberal-burguesa animalista y medio xenófoba, aún vive]”[13].

Para Nahuel Moreno, la antinomia ‘socialismo o barbarie’ de Engels, Kautsky, Rosa Luxemburgo, era una contradicción del capitalismo clásico, de libre concurrencia o competencia, en tránsito a la época del imperialismo. De ahí todos los males “disponibles” de la barbarie: guerras imperialistas y matanzas masivas de millones de proletarios, crisis económicas crónicas y pauperización masiva, etc. Nahuel Moreno, en la entrevista del 86 añade otras como el fascismo y el Holocausto Nazi, con sus formas de trabajo capitalista esclavo y campos de concentración, no sólo en Europa sino en el mundo semicolonial y colonial, con genocidios étnicos (como los del Estado nazi-sionista de Israel, Sudáfrica u otros) y esclavización, con racismos y neocolonialismos generalizados. También el fenómeno de inanición, influencia biológica y experimentación genética con humanos y animales, desnutrición y desigualdad social. El peligro de la ingeniería genética, biotecnología y deformaciones genéticas y ambientales tras tener condiciones de vida precarias en África, Asia y América Latina, etc.

Dice Moreno, sin ninguna fe en el progreso capitalista, para muchos una actitud alarmista/fatalismo (actitud que él mismo Moreno criticó en Los sujetos históricos, 1984), de todos modos, coherente con sus premisas teóricas de la agonía y degradación imperialista:

El nazismo, como fenómeno del siglo XX, retoma las tendencias más antiguas del capitalismo y las proyecta hacia el futuro. Si subsiste el capitalismo, Hitler [no sólo será repetido sino] será superado. […] Nuestra expresión, socialismo o barbarie, parece una consigna, pero en realidad es un concepto teórico [materialista] muy profundo. Significa que la crisis capitalista no conduce inexorablemente al socialismo sino que puede dar lugar a una nueva sociedad de clases mucho peor que el capitalismo [libre democrático], basada en formas de trabajo semiesclavistas [o totalitarias, extendidas]. […] El fenómeno de Hitler no ha sido estudiado a fondo por los marxistas. […] Es el comienzo de una nueva relación de producción, con nuevas formas de esclavitud [capitalista]. […] Hitler representa el primer balbuceo de lo que vendrá si subsiste el sistema capitalista: la explotación esclavista de los trabajadores irá acompañada de una opresión genocida de las razas consideradas “inferiores”, aplicada con toda la fuerza del aparato estatal, como hizo Hitler con su Gestapo y su SS. […] La opresión racial en Israel y Sudáfrica es una expresión moderna del barbarismo nazi, demuestra una vez más que donde hay capitalismo el nazismo está a la vuelta de la esquina si no es detenido por el movimiento de masas.  Y aun sin llegar a los extremos monstruosos del nazismo y sus hermanos menores, el sionismo y el apartheid, el propio desarrollo económico del capitalismo conduce a los casos del nordeste brasileño y la India [y África]: enanismo, embrutecimiento progresivo y acumulativo. Ese es —volviendo a lo que decía al comienzo— el significado de la alternativa socialismo o barbarie. […] Yo creo que el sistema de esclavitud y genocidio, de brutal superexplotación de los trabajadores y de las razas consideradas “inferiores”, tendría en el curso de uno o dos siglos el mismo efecto que el hambre crónico en el nordeste de Brasil, es decir, de una verdadera involución física e intelectual de los seres humanos sometidos a él”.

Sin embargo, Nahuel Moreno, como buen marxista e hijo de su tiempo, la segunda posguerra y la época del capitalismo de los monopolios financieros, supo reconocer el salto cualitativo de la antinomia y su variable, de la barbarie clásica al nuevo holocausto (o destrucción; una barbarie cualitativa). Por ello reconoció el peligro de la crisis ecológica, las guerras nucleares, químicas-genéticas y bélicas convencionales, las crisis socioeconómicas y políticas (autoritarismo-bonapartismo-fascismo), uniéndolas como procesos socionaturales, desiguales y combinados, complejos, en un solo as de un todo estructural. La totalidad de la crisis sistémica del capital. Estos males ponían en peligro la existencia de la civilización humana, las condiciones de vida del proletariado y las masas, la especie humana toda y el resto de especies animales y vegetales.

El capitalismo en su fase imperialista final es un modo de producción y sistema de estados tan irracional, regresivo-reaccionario e inhumano, contrarrevolucionario a toda luz, porque ya no solo explota y condena a un mal-vivir a grandes porciones (o la mayoría relativa) de la población proletaria y popular, en especial en los países dependientes pero también en los países imperialistas. Algo peor aún: porque plantea la hipótesis o probabilidad de destruir la vida humana en su conjunto de modo prematuro o al menos de una catástrofe y colapso, desigual y combinado, que degrade la vida humana, natural, vegetal y animal, de la Tierra y sus ecosistemas.

Esto dado a que, a diferencia de Moreno, es improbable que las fuerzas destructivas del capital destruyan la Tierra y la vida natural como un todo (aunque Moreno decía como tal “la posibilidad de que el globo terráqueo se transforme en un desierto sin vida o con una vida degradada”, no que se acabara el planeta). Algo físicamente imposible (o altísimamente improbable), porque hipotéticamente necesitarían miles de bombas atómicas (hoy existen más de 17 mil y más de 544 plantas nucleares) y energía disponible (que los físicos nucleares, matemáticos y los geólogos, hagan el cálculo), que no cuentan y no están dispuestos a usar todas. Además si tomamos en cuenta la frialdad de autoconservación e improbable suicidio como clase de la burguesía global y las restantes clases sociales. A esto súmese que la Tierra, así esté devastada y se siga profundizando, tiene una increíble capacidad regenerativa de la vida en tiempos geológicos.

La vida seguirá y el planeta existirá después de nuestro paso civilizatorio, pero el ser humano y otras especies animales y vegetales, quién sabe (debate 6ta extinción masiva de especies), se degradaran ostensiblemente, es probable que desaparezcan muchas de ellas y nosotros (hipótesis extinción humana). Si continúa el capital imperialista este proceso se acelerará, como ya viene ocurriendo desde los 50’s. El planeta y su vida natural sólo se destruirán, como plantean los científicos, en 1.750 y 3.250 millones de años, 5 mil millones para la Tierra en tanto planeta por el calentamiento del Sol (volverse en una estrella gigante roja) u otra hipótesis (mega meteorito, etc). La apuesta civilizatoria del socialismo es evitar el holocausto antropológico prematuro y gestionar la barbarie humana, dentro del marco general de la degradación de la vida ecológica en la Tierra por el capital imperialista en su colapso final.

Nahuel Moreno en las Tesis de Fundación de la LIT-CI (1982) y su tesis central primera consigna la premura/urgencia de la revolución socialista ante el avance de la decadencia histórica del capitalismo y sus consecuencias catastróficas para el futuro de los trabajadoras y la continuidad de la civilización humana toda. De no vencer lo más pronto el socialismo con una serie de revoluciones está planteada no solo la barbarie humana, su profundización como proceso en curso, sino el paso al holocausto/colapso (“tumba” le llama Moreno), siguiendo la noción de “exterminio de ambas clases beligerantes” de Marx y Engels:

Con la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre, comienza el periodo de crisis y agonía mortal del capitalismo. La revolución proletaria no ha logrado hasta ahora poner fin a esta agonía. Por el contrario, no cesan de crecer los sufrimientos que esta acarrea al conjunto de la humanidad y en particular a su parte más valiosa y creadora, los trabajadores. En su agonía, el capitalismo amenaza llevar junto con él la humanidad a la tumba. O, en el mejor de los casos, hundir a la gran mayoría de ella en un abismo sin fondo, de barbarie, miseria y degradación. Sin la menor exageración, y haciendo el más frío análisis [objetivo] del curso de los acontecimientos de este siglo, sólo es posible formular los más negros pronósticos, si la revolución socialista mundial no logra revertir este proceso [destructivo]”.

Como una manifestación ideológica del holocausto que nos lleva el imperialismo, Moreno también analizó el elogio de la competencia y la productividad, la explotación capitalista del trabajo humano y su vida en el sistema-mundial imperialista, ante la flaqueza e impotencia de las economías burocráticas no capitalistas, que sostenían la falacia que estaban en el socialismo y transitaban a “comunismos” nacionales. Las consabidas ideologías de la emulación socialista y la superioridad tecnológica frente a Occidente e intensificación productiva, vía planes quinquenales, que superarían al capitalismo y le harían vencer.

En este orden de ideas, Moreno señaló como la destrucción de las fuerzas productivas y su correlación con la baja de las condiciones materiales de existencia. Por ello descreyó del culto al desarrollo capitalista y técnico como fin en sí y pareciera elogiar la noción democrática (anti-neoliberal) de la “calidad de vida”, material u holística integral (de los humanos, otras especies y su entorno vital) empleada por algunos ecologistas y científicos (no menciona cuáles[14]) de su tiempo:

La URSS [primer estado obrero de la historia] avanzó muchísimo, y ahí no existe la competencia. Por el hecho de expropiar a la burguesía e instaurar la economía planificada saltó en menos de medio siglo de ser un país atrasadísimo a una potencia de primer orden. Fíjese en la rama aeroespacial: el primer satélite, el Sputnik, lo lanzó la URSS.

Ahora, los capitalistas tienen razón al decir que no se ha logrado una eficiencia superior a la del régimen burgués. Esto se debe a varios factores.

El primero ya lo mencioné: buena parte de la productividad del trabajo en los países capitalistas [en especial, los periféricos] se debe a la superexplotación del trabajador, al hecho de estar sometido a largas horas y un ritmo de trabajo infernal. Es la falta de democracia de los nervios y los músculos o, según la hermosa frase acuñada por los ecologistas, la disminución de la calidad de vida. Hoy día se está estudiando mucho [por la ecología y afines] si la célebre eficiencia capitalista [o desarrollo, crecimiento económico y técnico] no ha traído más males que beneficios: desaparición de especies animales, la explotación más brutal de millones de seres humanos, lo que provoca su embrutecimiento, nuevas enfermedades como las mentales, cosas horribles. La eficiencia y el avance tecnológico son importantes [o son un medio], pero no lo son todo: existe un factor cualitativo, que es la calidad de vida [como fin socialista].

Cuando los defensores de la libre empresa dicen que solo existen dos sistemas de control de la economía —el capitalismo librecambista y el estalinista—, mienten conscientemente, porque así les resulta más fácil desprestigiar al socialismo y la propiedad estatal de los medios de producción[15].

Un sistema que no está en condiciones de garantizar una calidad de vida, básica e integral, merece perecer y ser superado, por un sistema de economía planificada mundial y democracia obrera, es decir un sistema socialista, de suyo esencialmente ecológico. Para Nahuel Moreno la disyuntiva de vida o muerte es socialismo u holocausto, la subordinación de los valores de cambio, a los valores de uso, a la vida digna y su calidad, o lisa y llana destrucción, degradación, barbarie y regresión civilizatoria, en suma, la extinción humana. Ni neoliberalismo imperialista ni stalinismo burocrático, fracasos históricos. Socialismo con democracia obrera o muerte/holocausto y degradación de la civilización humana.

Pasando a otro aspecto de la dicotomía, Moreno, en el terreno de la táctica, fiel defensor táctico del armamento nuclear del proletariado y los países semicoloniales como arma disuasoria ante el imperialismo y en pos de la revolución socialista, también se refirió al peligro del uso bélico irresponsable (es decir, no ecológico) de la energía nuclear, en manos de los imperialistas para las guerras imperialistas, acumular capital como fin en sí y sojuzgar a los países semicoloniales. Más no para satisfacer, eventualmente, las necesidades sociales materiales y la soberanía nacional energética, antes bien, contaminando por doquier la salud obrera, las plantas y los animales y su medio ambiente, debido al carácter irracional y destructivo del capital y la burocracia (ej. accidente de Chernóbil o el de 2011 en Fukushima, etc.), al no haber una economía planificada socialista mundial, es decir, ecológica.

Este fue un asunto agudo que dio cuenta Moreno y su generación sobre todo en los ochenta con la era Reagan y sus “guerras de las galaxias”, dado el peligro contingente de una “tercera guerra mundial” entre USA y la URSS en la Guerra Fría, que no se dio (pronóstico falsable, error) aunque sí devastó a Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 agosto de 1945) al final de la segunda guerra mundial, un crimen imperialista colosal de más de 246 mil víctimas muertas.

Por consiguiente, la hipótesis de la tercera, o cuarta gran guerra, etc, sigue planteada en este siglo XXI dado el peligro termonuclear y su holocausto, aunque la burguesía imperialista tiene una frialdad contrarrevolucionaria, de sobrevivir y aprender de los errores. Pese a ello, mientras subsista el capitalismo y su base material, la competencia de los capitales monopolistas y multinacionales de las potencias imperialistas y países, al igual que intentos de revoluciones socialistas, aumentarán las contradicciones geopolíticas-bélicas y no habrá garantía de paz mundial y vida digna.

De ahí el carácter progresivo –hasta cierto punto limitado– del antimilitarismo (traducido en la crítica de la industria bélica nuclear y contaminante, etc) y pacifismo enarbolado de los ecologistas de posguerra, es decir, de franjas democráticas pequeñoburguesas o policlasistas, con las que hizo unidad de acción circunstancial y desunión el movimiento obrero y socialista antiimperialista.

La relativa estabilidad contrarrevolucionaria en los últimos ochenta años de la USA-UE-ONU-OTAN, es solo momentánea y móvil, no será eterna. La crisis financiera de 2008, la crisis del Brexit y la zona euro en los tratados, la guerra comercial con Rusia y China. Antes la espectacular y brutal inauguración del nuestro siglo XXI (11-S) con la caída de las Torres Gemelas de Wall Street e invasión colonialista de Irak-Afganistán y la guerra contra el terrorismo, lo muestran o, al menos, avizoran el aumento de las contradicciones interburguesas. De ahí que hay que denunciar la farsa de los tratados y las políticas imperialistas “democráticas y pacifistas” de desarme nuclear, no proliferación nuclear y control de las armas de destrucción masiva por los mayores belicistas: los imperialistas, su rearme nuclear. Por eso ya advertía Moreno, situado en su tiempo, en una etapa anterior y diferente de la lucha de clases nuestra pero en una misma época imperialista común:

Si estas direcciones burocráticas siguen en el poder, la única alternativa para la humanidad será la revolución o el holocausto nuclear. […] Planteamos esto como hipótesis teórica [o contrafáctico] para hacer una demostración por el absurdo, ya que de ninguna manera creemos que las direcciones burocráticas, totalmente al servicio de la contrarrevolución imperialista, lleguen a expropiar a la burguesía en el mundo entero. […] A pesar de estas grandes conquistas del movimiento obrero y popular, en estos cien años la humanidad y los trabajadores del mundo entero ven aumentar la miseria, las guerras, la posibilidad de un holocausto nuclear, incluso en los países que se reclaman del socialismo, es decir los estados obreros burocratizados. Esto es consecuencia de que el imperialismo —a pesar del siglo de lucha contra él— sigue dominando la economía mundial, y este dominio es fuente creciente de miseria, de represión, de guerras y sufrimientos inauditos para los trabajadores. La existencia de los estados obreros, de las colosales organizaciones sindicales y de los grandes partidos obreros no ha significado ninguna solución para esos terribles flagelos, sino por el contrario, su agudización, su agravamiento, como lo demuestran varios hechos contemporáneos: que los planes de explotación y miseria que llevan a cabo el imperialismo y los gobiernos de los estados obreros son apoyados por las direcciones de los grandes partidos obreros y de los sindicatos; que la humanidad ha sufrido dos guerras mundiales e infinidad de guerras locales; que vivimos bajo la amenaza presente de una nueva guerra nuclear que liquidaría toda expresión viviente en el planeta; que la invasión a Hungría y Checoslovaquia, como hay día Afganistán, por la URSS, como la de Camboya por Vietnam y la de éste por China, demuestran que la existencia de los actuales estados obreros no es una garantía contra la guerra sino que, por el contrario, acrecienta su peligro.

Este fenómeno altamente contradictorio —que el logro de grandes conquistas debidas a la heroicidad y fuerza de las luchas obreras y de los oprimidos hayan agravado la crisis de la humanidad— tiene una solo explicación: la crisis de dirección del proletariado mundial, que ha hecho que éste no haya podido hasta ahora derrotar al imperialismo, a pesar que podría haberlo hecho desde hace décadas.

Me he extendido tanto en estas citas y comentarios sobre este tema fundamental para dejar bien aclarado que el gobierno del imperialismo yanqui no sólo se prepara apresuradamente [¿error?] para lanzar la tercera guerra mundial, sino que ya ha montado una ideología religiosa para justificarla. Esto significa que la desaparición de la humanidad es un peligro concreto, inmediato, si los trabajadores del mundo, principalmente los norteamericanos, no derrotan a los amos imperialistas que los gobiernan. Dicho de otra manera; socialismo u holocausto […] Efectivamente, el verdadero holocausto es la posibilidad cierta de una tercera guerra mundial que liquidaría toda forma de vida [¿?] de nuestro planeta”[16].

“La monstruosidad del régimen imperialista y burocrático ha hecho que la categoría de barbarismo haya quedado atrás. Los colosales medios de destrucción desarrollados por el imperialismo y los estados obreros burocráticos [los 15 países bajo el mando del stalinismo moscovita, chino, norcoreano, vietnamita y camboyano, cubano, albano, yugoslavo, etc.,] hacen que el peligro que enfrenta la humanidad haya cambiado. Ya no se trata de la caída en un nuevo régimen esclavista, bárbaro, sino de algo mucho más grave: la posibilidad de que el globo terráqueo se transforme en un desierto sin vida o con una vida degradada [humana, animal y vegetal] debido a la degeneración genética provocada por los nuevos armamentos”[17].

Energías materiales/recursos finitos, liberación/libertad relativa y necesidades, socialismo terráqueo y “conquista del cosmos”

El libro Actualización del Programa de Transición (1980)[18] es una obra de madurez teórico-política marxista de Nahuel Moreno. Con este texto original buscó unificar varios sectores socialistas (la Fracción Bolchevique, FB, la Tendencia Leninista Trotskista, TLT, y el Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, CORCI, del francés Pierre Lambert, que influenció a Moreno) consagrado después en el Proyecto de Tesis para la Reorganización (Reconstrucción) de la IV Internacional), texto modificado y recortado. El propósito del texto fue la reconstrucción de la Internacional proletaria y seguir el método de actualizar, 42 años después, la cuestión del programa transicional mundial revolucionario y agonía del capitalismo escrito por Trotsky en 1938. Una tarea inacabada hasta nuestros días, casí un siglo después, ad portas del centenario en 2038. Nos dice el autor en la antepenúltima Tesis XL (T # 40) de “talla mayor” sobre el affaire “material ecológico” en la dialéctica de la necesidad material y la libertad:

A pesar de todos los triunfos revolucionarios [en el siglo XX] la humanidad está al borde del precipicio [o abismo civilizatorio en el siglo XXI, ¿y ulteriores siglos?]. El marxismo, el trotskismo, señalaron que bajo el régimen imperialista y aún bajo el de la propia burocracia, de no superarse la crisis de dirección del proletariado, estaba planteada para la humanidad la caída en la barbarie [u holocausto], en un nuevo régimen de esclavitud [fascista] como continuación del régimen imperialista. Sólo el socialismo le permitiría superar el mundo de la necesidad y entrar en el mundo de la libertad. O entrábamos en el más terrible mundo de explotación y miseria, de aherrojamiento [encarcelamiento] de la humanidad en la barbarie, o entrábamos a través del socialismo en el mundo de la libertad”.

Pero no sólo existe el peligro de degradación de la vida debido a una guerra atómica [o de otra índole y la desigualdad social estructural en la contradicción capital-trabajo]; también existe un peligro inmediato: que se siga destruyendo a la naturaleza, principalmente las fuentes de energía, base esencial del dominio [o control de las fuerzas] de la naturaleza por parte del hombre. El agotamiento del petróleo en unas pocas décadas o un siglo [según distintos pronósticos temporales] plantea a la humanidad una terrible amenaza [material-energética]”.

“Sólo el proletariado dirigido por el trotskismo dará respuesta al más grande desafío que ha tenido la humanidad: la conquista del cosmos. Esta conquista del cosmos es hoy día una necesidad imperiosa que cambia la dialéctica tradicional del marxismo entre libertad y necesidad. El marxismo [clásico] había sostenido que al entrar al socialismo entrábamos en el mundo de la libertad y abandonábamos el de la necesidad. […] El socialismo [contemporáneo] logrará, entonces superando la libertad absoluta que planteaba el marxismo clásico, una nueva combinación de necesidad y libertad para lograr una libertad relativa. Desaparecerá la necesidad impuesta por unos hombres —las clases explotadoras— contra otros hombres —las clases explotadas—, para asumirse la necesidad imperiosa y humana de conquistar el cosmos [en pos de la supervivencia de la especie humana]. […] Hoy día el agotamiento de la energía terrestre [¿cuál?] y el crecimiento de la humanidad plantean imperiosamente la conquista de nuevas fuentes de energía. A corto plazo —unos pocos siglos— la energía que provee el globo terráqueo se agotará inevitablemente por más racionalmente que se la explote…”.

Aquí Nahuel Moreno da cuenta de varios fenómenos reales y objetivos del mundo de hoy: la sobrepoblación humana o aumento de la demografía, más de 11 mil millones para finales de siglo XXI, 9.8 para el 2050 o quizás mucho menos; el consumismo de los países imperialistas y la sobreproducción de mercancías y el derroche de energía; el agotamiento o finitud de las reservas de petróleo y la energía fósil en general, con distintas posturas: para algunos todavía quedan muchas existentes y otras por descubrir (Fracking, etc), para otros no (debate Peak Oil/Gas, etc), el peligro es no tanto la escasez sino la abundancia y su impacto ecológico de una economía de energías no renovables, ya que el “crudo”, la energía fósil e hidrocarburos (el “carbón”, gas natural, etc), son la sangre del capitalismo moderno y contemporáneo; etcétera.

Moreno plantea que la dialéctica de necesidad – libertad de Marx (El Capital, Vol. 3, Sec. 7, Cap. XLVIII, otros textos), como buen hijo de su tiempo y su horizonte material que influyó en su pensar, se reflejaba en un panorama de sobre abundancia material y futura liberación de las trabas de las fuerzas productivas modernas y desarrollo cualitativo de estas en una planificación racional de los hombres con la naturaleza. La cuestión era pues, disminuir la jornada de trabajo y transformar la división del trabajo, abolir la división campo y ciudad, lo intelectual y manual, aumentar el tiempo libre  y consumo de una vida digna, saludable y sociable, un salto cualitativo de la ciencia y las artes, desarrollo de las fuerzas productivas y tecnologías socializadas con criterios sostenibles, en pos de las necesidades y las potencialidades humanas, del ser genérico, es decir, del goce pleno de la libertad, el nuevo reino post-capitalista.

Moreno plantea que, objetivamente, el socialismo es la “superación relativa” del reino de la necesidad material, de la lucha humana por las necesidades materiales básicas e integrales, por tanto, de una libertad relativa espiritual, aunque es erróneo decir que Marx planteaba una “libertad absoluta” e ingenua moderna (John Foster et.al han rebatido esto, al ver la potencia ecológica de Marx y la tradición clásica). No obstante, es doblemente cierto que Marx y Engels, pese a los conceptos de intercambio y fractura metabólica, la destrucción de la fuente de las dos fuentes de valor, trabajo y naturaleza, reconciliación de humanismo y naturalismo, entre otros, no tendrían por qué saber la magnitud posterior y concretizada de los peligros que tomaría la Revolución Industrial del modo producción capitalista y el asunto del cambio ambiental, la crisis climática antropogénica (o era del Holoceno/Antropoceno-Capitaloceno o mejor Post-Holoceno, debate científico actual) y la crisis ecológica, energética y de recursos, en general.

Pero continúa Moreno, dadas las condiciones objetivas de la Tierra y la degradación imperialista en que la está dejando, la barbarie en curso y la tardanza del proceso de revolución permanente, una sociedad socialista sería pues un hedonismo mesurado o ecológico, para usar los términos epicúreos de Jorge Riechmann[19]. Una satisfacción de las necesidades básicas y suntuarias mínimas de las masas, frugalidad, atenidas al principio de sostenibilidad ecológica y racionalización de las energías no renovables y las renovables, desarrollo técnico y económico del ser humano socialista o a lo sumo desde la transición, así como de la “conquista del cosmos” en un marco de energías materiales finitas y planificación común de la economía y tecnología disponible y desarrollada.

Nahuel Moreno supo reconocer el carácter finito de los recursos disponibles, los limites planetarios y la huella ecológica, por ello matizó la dialéctica de la necesidad y la libertad relativa en un nuevo plano infraestructural material (económico y ambiental). Además lo que nombró como el peligro de proseguir destruyendo la naturaleza y las fuentes de energía, bien podría entenderse hoy como la crisis del cambio climático, la crisis energética o en un sentido más global, la crisis socioecológica y sistémica del imperialismo en todos los órdenes de la vida social estructural.

Sobre la supuesta “conquista del cosmos”, que suena a una futurología idealista, barbárica, es decir, una “rienda suelta” y desfasada del pensamiento especulativo materialista de Moreno sobre el devenir histórico, dice este:

“Solo el trotskismo [es decir, el socialismo revolucionario, una dirección obrera internacional] dirigiendo al proletariado podrá hacer que la humanidad entre en la etapa de la conquista del cosmos [¿?], es decir de la creación de satélites artificiales [¿?] con una vida tan buena o mejor que la de la Tierra, que captarán la energía solar y por microondas la enviarán al globo terráqueo para tener energía prácticamente gratuita [¿?] en cantidades infinitas […] Pero la humanidad tiene una fuente infinita [¿?] de energía a su disposición en el cosmos: los rayos solares. Este es todo un desafío para la humanidad, que sólo puede ser afrontado si ésta deja atrás la perspectiva de la[s] guerra[s] [imperialistas y de rapiña por los recursos] y [se] entra en la etapa de la construcción [terrena, imperiosa y urgente] del socialismo”.

El capitalismo cumplió un papel progresivo porque significó la conquista de todo el mundo, fundamentalmente de América, África y Asia para una nueva forma de producción. Fue el gran desafío al cual el capitalismo —en su etapa progresiva— dio cumplimiento. La humanidad socialista tiene otro desafío más grande, el más grande que ha tenido la humanidad: justo en el momento en que la continuación del régimen imperialista o de los regímenes burocráticos nos plantea el holocausto del género humano, el trotskismo señala la posibilidad del más grande salto hecho por la humanidad, la conquista del universo [¿?] por el socialismo”.

A primera vista, estos enunciados “traídos de los cabellos” y de una “locura delirante” tipo el idealismo anticientífico del dirigente obrero y rentado, Juan Posadas, el posadismo, que Moreno criticó vehementemente por ignorante y otras veces se refirió a los errores metodológicos de otros y tal vez aplicados ahora a sí mismo: el análisis estrategista, la futurología y la ciencia-ficción marxista, el impresionismo tecnologista de los medios productivos del capital y la burguesía,  han tenido (o pueden tener) varias interpretaciones, comprensiones en la izquierda y en la ciencias, por no decir que tergiversaciones y ridiculizaciones, tanto sectarias como oportunistas. En contraste con estos errores metodológicos, aplicando el principio de caridad, base de la hermenéutica materialista, pueden surgir tres hipótesis:

Uno, la conquista del cosmos o del universo es colonizar otro planeta en condiciones de habitabilidad con tecnología de punta y nuevas energías. Sea Marte y su océano congelado (remota hipótesis de vida, pero improbable condiciones para una habitabilidad humana), la estrella-sol Gliese 667C y sus 3 supertierras, también Próxima, Alfa Centauri y su próxima b, la más cercana a la Tierra. Además, haciendo uso transitorio de satélites artificiales estelares (¿hábitat humano o soporte terráqueo?) y energía solar, para tener “cantidades infinitas” de energías y desarrollar las fuerzas productivas. Esto ante el agotamiento a largo plazo e inminente de todos los recursos y energías materiales (petróleo, en particular, etc) en nuestro planeta azul –incluido en el socialismo– y tras la devastación imperialista legada y la tardanza de su superación [20].

Dos, la conquista del cosmos es seguir la exploración espacial e investigación científica del universo por el socialismo, pero priorizando primero la urgencia material de regenerar nuestro planeta Tierra con el uso de energías renovables y disponibles, entre ellas, la energía solar en una economía mundial socialista planificada, es decir, ecológica. Esta es la necesidad imperiosa. Esto con tecnologías desarrolladas para esto, dado dos hechos: la finitud del planeta Tierra debido al calentamiento del Sol, la finitud del petróleo o las energías fósiles en general y las restantes energías materiales y recursos, etcétera.

Tres, la conquista del cosmos por el socialismo es limitarnos a la atmósfera de la Tierra y las capas cercanas a esta en el espacio exterior, para hacer un uso combinado de energías materiales (solar, etc) en pos de nuestro bienestar terreno. Pero evitando o desistiendo de ir más allá, a “otro planeta”, por el derroche de recursos y energía de la industria aeroespacial, la escasez energética y déficit tecnológico por la devastación imperialista, que nos impida dar tal salto cósmico.

Nuestra inclinación (lectura materialista dialéctica) es que Moreno estaba pensando en la segunda opción civilizatoria, una estrategia socialista “dual”: la conquista del cosmos con el uso de energías renovables, en especial, la solar del “espacio exterior”, mega-paneles solares en serie o satélites artificiales, a los que Moreno le da una preponderancia exagerada y apresurada en una apretada síntesis, “solución madre”, conociendo muy poco del tema…la Estación Espacial Internacional, lanzada en 1998 (se proyecta termine en 2024 u otra fecha, quién sabe) funciona así, con energía solar de 4 paneles grandes. Este tipo de energías y tecnología para el socialismo en la Tierra con un complejo industrial de energías renovables en el suelo y los cielos, a la vez la conquista del cosmos como la continuidad científica de la exploración espacial. Ambas para la supervivencia de la clase obrera y los pueblos, la especie humana y la vida, a largo plazo y urgente.

El pensamiento marxista revolucionario de Moreno, no es pues, ni una solución antropófuga idealista de las utopías imperialistas de viajes interestelares y capitalismo terreno. Pero tampoco es la terrenalidad humana utópica con “recursos/energías materiales” infinitas en un mundo de libertad absoluta del capitalismo consumista-hiper tecnológico en perpetuo desarrollo, ni siquiera de un socialismo hipertecnologizado, con la socialización de los medios de producción del planeta y allende.

En este orden de ideas, habría oposiciones desde el marxismo obrero revolucionario al socialismo utópico (¿“comunismo solar”?) anti productivista y del decrecimiento (Antonio Turiel, Carlos Taibo, etc), replegado a sí mismo. También un alejamiento de una versión ecosocialista (J. Riechmann, Michael Löwy, Foster) en sus diferentes expresiones. Igualmente, oposición a la versión primitivista naturalista (John Zerzan), la colapsista postmarxista distópica y ecofascista (Miguel Fuentes Muñoz) así como el conservacionismo ambientalista de cierto corte “tecnofóbico” o “tecnofilo”.

La mayoría de estas posiciones, de alguna u otra manera, y en última instancia, están en contra “per se” de la energía nuclear y otras (hidrógeno, etc), también de la exploración espacial pasada (la NASA y la URSS en la posguerra), presente (Estación Espacial Internacional) y futura. Por no hablar de la industria (“industrialismo”), por encima de las clases, hasta cierto punto entendible pero no justificable, por los costos ambientales y sociales, las fuerzas destructivas, exonerando así de la responsabilidad del uso capitalista y su irracionalidad, como vimos en el capítulo anterior. Las consecuencias de esto es adoptar una visión conservadora (por no decir derrotista-pesimista-nihilista-misantrópica) de la perspectiva del desarrollo de la civilización, ateniente a unas pocas generaciones (hipótesis nada descabellada, debido a la barbarie cualitativa). Una visión escéptica a la posibilidad de superar el capitalismo por un sistema mejor y que los trabajadores venzan, incluso en un escenario de barbarie y colapso socioecológico inminente.

La salida que planteó el marxista latinoamericano Nahuel Moreno (hipótesis falible, materialista científica-ecológica y en esencia socialista revolucionaria; sometido a la prueba de la historia, el laboratorio de la lucha de clases) es el socialismo y comunismo como un mundo terráqueo de la necesidad material mesurada y libertad relativa sin propiedad privada capitalista, sin clases sociales y sin estados imperialistas, con recursos naturales y fuerzas humanas, desiguales y combinadas, limitadas y finitas.

Una sociedad socialista con el desarrollo tecnológico-científico, desigual y combinado, y uso de energías no renovables y renovables, en la conquista de nuestro pequeño cosmos terráqueo (los cielos y Luna, el espacio exterior mediato de nuestro preciado planeta Tierra en relación con nuestro Sol) para la provisión de energía material en el socialismo. Pero también, en la lucha por la supervivencia y el desarrollo humano y cultural, por la “conquista” del Universo por el socialismo, sobre todo, cuando dejen de existir condiciones de habitabilidad humana en el planeta Tierra (exploración espacial e investigación científica, de otras tierras, astrofísica y cosmología, educación)[21].

Como señala Juan Parodi para la Revista Marxismo Vivo su texto en Capitalismo y crisis ecológica global (2015):

La penúltima tesis de esa “Actualización del Programa de Transición” está justamente dedicada a la crisis ecológica. Moreno reformula la famosa tesis atribuida a Rosa Luxemburgo sobre “socialismo o barbarie” pero, esta vez, poniendo el “holocausto” como horizonte en caso de derrota de la revolución. Moreno escribe que los poderosos medios de destrucción desarrollados ponían a la orden del día el peligro de la guerra nuclear y la destrucción de la naturaleza, especialmente, el agotamiento de las fuentes de energía.

La tesis se cierra planteando que la revolución no solo podrá evitar eso sino que pondría a la orden del día un desarrollo tecnológico nunca conocido antes por la humanidad, al aprovechar constructiva y positivamente la tecnología hoy existente, que podrá dar un nuevo salto si se la libera del capitalismo[22].

En 1980 escribirá Nahuel Moreno en la Actualización del Programa de Transición (Tesis IX, Algunos hechos no previstos y una falsa analogía), refiriéndose a la noción de la “conquista de los cielos” de Trotsky y el nuevo salto

“3. El boom de la economía burguesa en esta postguerra ha sido el más colosal de toda la historia del capitalismo. 4. La más grande revolución tecnológica de toda la historia de la humanidad se ha llevado a cabo bajo el dominio del imperialismo. Esta revolución tecnológica (la cibernética, la cohetería, la energía atómica, la petroquímica, los abonos químicos, los descubrimientos científicos en todos los terrenos a un nivel que diez años de descubrimientos científicos actuales valen por siglos de descubrimientos anteriores, tales como la penicilina, los nuevos medicamentos, etcétera) se concrete en el más espectacular de los avances hechos por la humanidad [desde el viaje a la Luna en 1969 y la carrera espacial de posguerra entre USA-URSS, en la era de la energía fósil barata]: el comienzo de la conquista del cosmos, del universo”.

Será la clase obrera y la lucha de clases contra los imperialistas, las condiciones objetivas de las fuerzas productivas en relación con la naturaleza terráquea y extra terráquea, las que determinen, decidan y diriman qué camino civilizatorio es más conveniente y si se puede o no dar tal salto. Si el segundo camino dialéctico que hemos enunciado e interpretado, o en contraste, el tercer camino excluyente de Hans Magnus Enzensberger y su poema Un adiós para los astronautas (1999) u otra mediación dialéctica de menor escala. Por lo pronto, el primero es el más improbable. En últimas, se trata de evitar la barbarie cualitativa, el holocausto, la extinción prematura de la especie, mediante la construcción urgente del socialismo mundial, es decir, la planificación comunista y transicional de las energías materiales disponibles en condiciones ecológicas adversas.

La solución de Moreno en la Actualización del programa de transición (1980) lejos está de ser “productivista-tecnológica” socialista –como sostiene Roberto Andrés et al. del PTS/FT– ni siquiera es “ecológica democrática liberal” de corte capitalista ni da una salida pequeñoburguesa ingenua, utópica o radicalista. Por el contrario, el pensamiento marxista revolucionario de Moreno es en esencia una política revolucionaria obrera por la revolución socialista mundial para afrontar los grandes problemas de nuestra civilización.

Moreno plantea que la solución a la crisis sistémica sincronizada de la valorización del capital y el trabajo (ecológica-económica-política-militar-social-cultural-moral, etc) del imperialismo capitalista y sus fuerzas destructivas y producción del valor, está en que la clase obrera mundial se movilice por reformas y luche a muerte por su vida material contra los patronos, los gobiernos-regímenes y el imperialismo. En el camino y proceso de lucha, construya sus organizaciones gremiales de masas y partidos bolcheviques con una dirección inter-nacional revolucionaria, en una Internacional reconstruida, centralista democrática, para la conquista insurreccional del poder político y la expropiación de la burguesía a nivel nacional, regional, continental y global.

Todo este proceso histórico contradictorio y coyunturas, mediante un programa de transición que implante la economía planificada de las energías, recursos y medios productivos. La federación de estados obreros y socialistas, la dictadura revolucionaria obrera y la defensa militar y ofensiva social movilizada por la derrota de quienes están destruyendo-explotando nuestra clase y la naturaleza terráquea más compleja. La revolución permanente frente a la barbarie, el colapso y el holocausto.

Anexo. Nahuel Moreno y la dialéctica materialista de la naturaleza & la sociedad

Es globalmente incorrecto y “campista” ubicar (–sacar–) al dirigente socialista, Nahuel Moreno, por fuera de la tradición revolucionaria materialista. Es decir, entre los negadores de la dialéctica de la naturaleza y endilgarle (al modo neo-mandelista o ecosocialista) un pensamiento “prometeico-tecnológico” –como ya vimos en los anteriores capítulos–.  Roberto Andrés et.al del PTS argentino en su artículo colectivo La crisis ecológica y la necesidad de recuperar la tradición de la Dialéctica de la Naturaleza (Izquierda Diario, 5/2/2019), nos dicen lo siguiente:

Reconstruir el marxismo para hacer frente a la crisis del sistema Tierra

“(…) Mientras el estalinismo bastardeó esta tradición de la dialéctica de la naturaleza con la abominación del lysenkoismo (que fue a la naturaleza lo que el estajanovismo fue al trabajo), y el marxismo occidental rompe con ella en una gran concesión teórico-política al estalinismo (al negar la posibilidad de aplicar el método dialéctico a la naturaleza), el trotskismo (de Yalta), formal heredero de esta tradición, no le asignó ningún valor concreto. Esto explica, por ejemplo, afirmaciones desafortunadas como las de Nahuel Moreno que marcaron “sentidos comunes” en el trotskismo latinoamericano”.

Recuperar la tradición perdida de la Dialéctica de la Naturaleza para la revolución del siglo XXI

(…) Esta tradición, que se cimienta en la colaboración mutua entre Marx y Engels, tuvo como acto fundacional a la Dialéctica de la Naturaleza, obra inconclusa de Friederich Engels, “el intento más altruista de aplicar el método y las perspectivas de Marx a los datos de la ciencia natural”, según el historiador soviético de la ciencia Yakov Marcovich Uranovsky, asesinado por Stalin en 1936.

(…) La evolución del planeta y de la vida nos proporciona una gran cantidad de ejemplos de la dialéctica de la naturaleza, del desarrollo mediante contradicciones y saltos, en el que largos periodos de cambio lento y “molecular” se alternan con procesos catastróficos, desde el choque de continentes hasta la extinción de especies. Esto no contradice para nada lo señalado por Marx y Engels en la Ideología Alemana, que “se puede enfocar la historia desde dos ángulos: se la puede dividir en historia de la naturaleza e historia de los hombres. Sin embargo, las dos son inseparables: mientras existan los hombres, la historia de la naturaleza y la historia de los hombres se condicionan mutuamente”. De hecho es la clave del asunto que nos convoca.

(…) Sin embargo, esto no se corresponde con lo señalado por los fundadores del materialismo dialéctico. En su Dialéctica de la Naturaleza Friederich Engels es tajante: “No nos dejemos llevar por el entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre un pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas de manera juiciosa”.

(…) El marxismo reconoce tanto al trabajo como a la naturaleza como las dos fuentes de donde mana toda la verdadera riqueza social, la de los valores de uso, y su objetivo estratégico es el comunismo, la resurrección de la naturaleza, la sociedad de productores libres y asociados que regulará el metabolismo con la naturaleza de una manera racional, bajo su control colectivo, con el menor gasto de energía y en las condiciones más dignas. Pues si la relación entre la sociedad y la naturaleza está mediada por la producción, entonces quien controle la producción podrá regular racionalmente su metabolismo, lo que reafirma el carácter revolucionario del proletariado como sujeto social y hegemónico.

El materialismo y la crisis del marxismo

(…) Lamentablemente no hay ninguna corriente seria que haya tomado con atención y profundidad esta segunda revolución copernicana y los debates concernientes a ella. Las ciencias naturales han sido dejadas de lado y el concepto de materialismo se fue haciendo cada vez más abstracto. Algunos niegan la posibilidad de aplicar los modos del pensamiento dialéctico a la naturaleza y así persisten lagunas en el conocimiento a través de las cuales penetran los enemigos del materialismo. Esto explica que las elaboraciones desde el marxismo sobre la crisis del sistema Tierra sean extremadamente marginales y que la situación en el marxismo latinoamericano sea penosamente mucho peor. Por ello viene bien recordar lo señalado por Goethe, y con mucha razón, que para conservar lo que se posee es necesario conquistarlo cada vez de nueva cuenta”.

En contraste de lo dicho por Roberto Andrés et al., en el libro Lógica marxista y ciencias modernas (1973) Moreno critica el revisionismo reformista de quienes niegan que la dialéctica pueda aplicarse a la naturaleza, las ciencias naturales y formales y la historia natural. Autores como Sartre, Della Volpe, György Lukács, el llamado marxismo occidental, incluso también el gran revolucionario italiano de la hegemonía con importantes errores teóricos y desvíos políticos centristas frente a los stalinistas, Antonio Gramsci (autor de cabecera del PTS centrista) y su “filosofía de la praxis” (–incluir–). Oportunismo. Todos estos suscriben la dialéctica a la historia humana y al materialismo histórico, el desarrollo de las sociedades humanas, sus clases, grupos y sujetos. No más. Una separación metafísica, idealista, de “esferas” entre lo natural y lo social. Un subjetivismo antropocéntrico y antirealismo.

Nahuel Moreno, al igual que la mayoría de científicos ecólogos y climáticos, ambientalistas y ecólogos “marxistas” del siglo XX y XXI, retomando el legado de Engels y Marx, lectores de Hegel, concuerda con Roberto Andrés et.al en la reconstrucción de una dialéctica materialista del binomio naturaleza – sociedad en íntima ligazón con las ciencias, es decir, un materialismo histórico dialéctico. En tanto relaciones de totalidad concreta y general de una sola realidad socionatural y holista física, claves para una ecología materialista contemporánea y política comunista sobre la necesidad material y la libertad humana. La determinación y posibilidad revolucionaria de la acción del proletariado y sus partidos por el socialismo frente a la crisis del imperialismo con todas sus facetas, incluida la destrucción ambiental y la crisis socioecológica, la cual es determinante causalmente.

Al respecto, baste como abrebocas un pasaje (capítulo III) del libro del tigre dialéctico[23], recomendando al lector (y al propio Roberto Andrés et al. en clave recuperadora-reconstructora) leer todo el libro completo con ojo analítico crítico y sin ningún prejuicio[24]:

Todas las corrientes revisionistas atacan a Engels en nombre del marxismo. Lo acusan…de haberse apartado de Marx, por haber generalizado las leyes de la dialéctica a toda la naturaleza [orgánica a inorgánica] y, por ello, de “hegeliano”.

El problema de la coincidencia o no coincidencia entre Marx y Engels, a nuestro entender, tomando en cuenta la división de tareas entre ellos [nota núm. 30, Marx en estudios de economía, matemáticas y tecnología, Engels, además de economía en estudios de ciencias naturales y filosofía natural, después de la muerte de este, hoy sabemos que ambos seguían la ciencia de su tiempo y la biología europea] y llevando a cabo una lectura cuidadosa de los textos de los textos y correspondencia de Marx, lo que no han hecho los autores que criticamos.

Esto nos permitirá, además de liquidar la cuestión sobre Engels, acercarnos al verdadero pensamiento del propio Marx.

  1. – Una coincidencia total

Tanto Marx como Engels reivindican en Hegel al descubridor de dos nuevos conceptos lógicos que abarcan todos los fenómenos naturales y humanos: no existe la unidad pura, ya que se trata siempre de una totalidad de relaciones y todo es un proceso histórico. Engels dice: “Todo es célula. La célula es el “ser-en-sí-mismo” de Hegel, y su desarrollo sigue exactamente el proceso hegeliano, acabando por terminar en la “idea”; esto es, en cada organismo completo”…“otro resultado que (habrá dado al viejo Hegel es, en física, la correlación de fuerzas, la ley de que en condiciones dadas, la fuerza mecánica (producida, por ejemplo, por la fricción), se transforma en calor, el calor en luz, la luz en afinidad química, la afinidad química (por ejemplo en la pila voltaica) en electricidad, la electricidad en magnetismo”. “Lo cierto es que la fisiología comparada le inspira a uno un desprecio enorme por la exaltación idealista del hombre sobre los demás animales”. [Nota 31 –. En carta a Marx en la que le pedía  Engels la Filosofía de la naturaleza de Hegel. (Correspondencia Marx-Engels, Cartago, 1957, págs. 82 y 83)].

Acerca de la concordancia del hombre con la naturaleza, Marx dice: “En su producción, el hombre sólo puede proceder como procede la misma naturaleza, es decir haciendo que la materia cambie de forma”. Y en una nota aclara su concepto citando a otro autor que señala: “Los fenómenos del universo, ya los provoque la mano del hombre, ya se hallen regidos por las leyes generales de la naturaleza, no representan nunca una verdadera creación de la nada, sino una simple transformación de la materia. Cuando el espíritu humano analiza la idea de la reproducción, se encuentra siempre, constantemente, como únicos elementos con la operación de unión y separación”. [Nota 32 –. Marx, C.: El Capital, Cartago, Buenos Aires, 1956, pág. 39. trad. de W. Roces. En la traducción de Pedroso (Ed. Fuente cultural, México, pág. 93) dice “reunir y separar son los únicos elementos”].

No sólo se ve aquí que Marx coincide con Engels, sino que además, esta es una genial anticipación a los descubrimientos de la epistemología moderna (las categorías de reunión y separación en la construcción del pensamiento)”.  

Notas 

[1] León Trotsky (1940). Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial. Disponible en Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky – CEIP: http://www.ceip.org.ar/Manifiesto-de-la-Cuarta-Internacional-sobre-la-guerra-imperialista-y-la-revolucion-proletaria-mundial

Valga aclarar que en el pasaje citado, Trotsky se refiere exclusivamente al problema de la crisis migratoria y los estados nacionales, como rasgo decadente del imperialismo. Pero en nuestros días, podría releerse además en el fenómeno de la sobrepoblación humana y el éxodo migratorio por desastres sociales y ambientales. El colosal desarrollo tecnológico y la destrucción-deterioro de la tierra y su biosfera, contaminación de la atmósfera, etc. Su aprisionamiento por el capital y carencia de libertad humana del proletariado, el mal-vivir de las especies y el desequilibrio ecológico.

[2] Sobre el “trotskismo bárbaro” y el método científico crítico y epistemología materialista dialéctica de los “errores-correcciones” véase los textos de Nahuel Moreno: Intervenciones en la fundación de la LIT-CI (1982), Cap. La existencia de una tendencia trotskista ortodoxa es un hecho. El partido y la revolución (1979), Cap. VIII. El mayor peligro es la tendencia mayoritaria, sub. La crisis de nuestra Internacional es la crisis de su dirección, el Cap. IV. Dos trayectorias y el Prólogo de Moreno en 1985. Los sujetos históricos (1984) y Qué es ser trotskista hoy (1985). También Tesis de la fundación de la LIT-CI (Tesis XIV-XIX) (1982) y Conversaciones con Nahuel Moreno (1986), Cap. VI. Militancia y vida cotidiana. Por último: Informes e intervenciones, I Congreso de la Liga Internacional de los Trabajadores 1985II Congreso Movimiento al Socialismo de la Argentina (Crux Ediciones, 1991).

En 2015 el director de cine, Marcel Gonnet Wainmayer, lanzó un documental de 110 minutos, El trotskismo bárbaro: una biografía de Nahuel Moreno en el Festival de Cine de Lima y otros espacios cinematográficos de Argentina y otros países, sobre la vida del dirigente y su corriente, con varias tergiversaciones, detectadas por Diego Martínez (Crítica a “El Trotskismo Bárbaro: un documental sobre Nahuel Moreno”, El Socialista núm. 306, IS Argentina, 2016).  Véase en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=iVXnSv6vMz8

[3] Para una crítica marxista de estas corrientes e ideologías “ecosocialistas”, véase Mercedes Petit, ¿Programa revolucionario o ecosocialismo?, Revista Correspondencia Internacional #40, 2017, UIT-CI/Izquierda Socialista, Argentina y  Polémicas del siglo XXI, ¿por qué reeditar este libro? (El partido y la revolución de Nahuel Moreno, Mercedes Petit); Adam Baker, Socialism or Ecosocialism?, Socialist Alliance, Australia, 2011.

Para una crítica de las posiciones del mandelismo y las posiciones de sus herederos, véase: La lucha por la reconstrucción de la IV  Internacional y el papel del SU (José Welmowicki, Parte I y II, Website LIT-CI, 11/05/2018) y Aprovechar las ocasiones, construir una Internacional para la revolución y el comunismo (firmada por 6 grupos-partidos centristas y cuadros que se opusieron por izquierda a la tendencia mayoritaria del SU en su 17 Congreso Mundial de 2018 y fueron expulsados algunos de ellos, 11/06/2017).

[4] Véase al respecto, Capitalismo y crisis ecológica global (Juan Parodi R, Revista Marxismo Vivo: nueva época, LIT-CI, vol. 6, núm. 6, págs. 59 – 79, 2015). Disponible online en Corriente Rojahttp://www.corrienteroja.net/capitalismo-y-crisis-ecologica-global/

[5] Véase por ejemplo: La pesada herencia de León Trotsky (Daniel Tanuro, 21/07/2018, Revista Viento Sur),  Las lecturas antiecológicas del Manifiesto Comunista (22/10/2016, Izquierda Diario), Ecosocialismo: La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista (Michäel Löwy, Capítulo 3. Progreso Destructivo, Marx, Engels y la ecología, 2011).

[6] Artículo disponible en: https://www.laizquierdadiario.com/La-crisis-ecologica-y-la-necesidad-de-recuperar-la-tradicion-de-la-Dialectica-de-la-naturaleza

[7] Para una crítica marxista de la corriente “antimorenista” de la Izquierda Diario de la que hace parte el articulista Roberto Andrés, véase: Fracción Trotskista/PTS: del sectarismo propagandístico al oportunismo electoralista (Alejandro Iturbe, Parte I y II, Website LIT-CI, 30/05/2018).

[8] Sobre las posiciones ecológicas de Mandel, véase el texto de Michael Löwy: Ernest Mandel y el ecosocialismo (11/07/2007). Disponible en Revista Viento Surhttps://vientosur.info/spip.php?article462

[9] Nahuel Moreno (1973/1979). El partido y la revolución. Teoría, programa y política. Polémica con Ernest Mandel. Cap. VII. Elementos revisionistas en las concepciones de Germain. Disponible en biblioteca virtual CITO (Centro Internacional del Trotskysmo Ortodoxo): http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/10_7_nm.html

[10] Sobre la polémica actual de los transgénicos y la industria de alimentos en las filas del trotskysmo, véase: DEBATES: Sobre Monsanto y los transgénicos (Alejandro Marzeñuk, Prensa Obrera, 16/8/2016), Crítica sobre transgénicos a nota de opinión en Prensa Obrera (PO) (Ramiro Thomás, Izquierda Diario, 18/8/2016), Polémica con el FIT-PO: ¿Los transgénicos no son dañinos? (Mariano Rosa, MST, 17/8/2016), La crisis de los alimentos y La rebelión de los hambrientos (Alejandro Iturbe, Revista Marxismo Vivo, LIT-CI, núm. 18, 2008).

[11] Nahuel Moreno (1982). Conversaciones sobre Trotskismo [o Conversaciones con Nahuel Moreno, entrevistadores: Daniel Costa, Marcos Trogo y Raúl Tuny]. Cap. I. Las perspectivas de la revolución mundial.  Disponible en biblioteca virtual CITO (Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo): http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/45_nm.html

[12] Cabe decir que, aunque Moreno reconozca ciclos cortos y medios especulativos o acumulativos del capital, su tendencia estructural es un vector de descenso, decadencia histórica y fuerzas destructivas.

Sin embargo, la época agónica y catastrófica del imperialismo, no es mileniarista, fatalista ni centurista, es decir, determinista para el socialismo, por lo que, para Moreno (véase sobre Los sujetos históricos, con André Gunder Frank, 1984, y Cap. I. de Conversaciones sobre trotskismo, 1986, influencia de Immanuel Wallerstein), el capitalismo puede seguir superviviendo por decenas de años, décadas (¿siglos?) y remontarse con la agudización de nuevas formas de explotación esclavistas y fascistas.

Es decir, el capitalismo no morirá solo ni por implosión ecológica ni siquiera económico-militar u otro factor objetivo de crisis, necesita que el proletariado lo entierre y supere en la lucha la crisis política de dirección mundial de Trotsky y Marx, es decir, el factor subjetivo crucial, por la transición socialista y evitación de la caída en la barbarie/holocausto capitalista. En esto, contrario a sus detractores, Moreno es todo menos un “objetivista” o “subjetivista”, sino que es dialéctico, combina ambos aspectos.

Por otro lado, hay al menos 6 posiciones (hipótesis) sobre la época del imperialismo o el capitalismo contemporáneo:

1) El capital sigue desarrollando las fuerzas productivas (sobre todo técnicas) pero con ciclos (cortos, medianos o largos) de crisis económicas y acumulación, en los que el proletariado, tiene oportunidades (crisis o situaciones revolucionarias) de hacerse del poder, anti catastrofismo (Rolando Astarita, en parte Mandel oportunista y la corriente PTS-FT de Roberto Andrés y su concepto gramsciano de “crisis orgánica” e “inviabilidad” del sistema capitalista, que también se sitúa en los otros ítems).

2) El capital sigue cumpliendo un papel progresivo y desarrollando las fuerzas productivas de 1950 hasta el siglo XXI. Está en una época de ascenso y el proletariado cada vez más superior, para una revolución socialista futura. Etapismo y actuales resistencias antineoliberales (stalinismo, etc).

3) El capitalismo sigue desarrollando las fuerzas productivas, ampliando la clase media y el aumento de salarios y condiciones de vida del proletariado, desarrollo sustentable y economías verdes/ecológicas. Luego, no habrá revolución ni socialismo. A lo sumo, luchas por cambios democráticos y reformas, negacionismo (posturas neoliberales, socialdemócratas, etc).

4) El capital ha dejado de desarrollar absolutamente las fuerzas productivas (incluido la técnica) desde 1914 y 1929, según el Programa de Transición. Las bases objetivas para la revolución socialista mundial, están maduras y se están pudriendo (sectas trotskystas catastrofistas pero librescas, estancamiento económico crónico y negacionismo de ciclos puntuales acumulativos).

5) El capitalismo es una civilización industrial en su máximo apogeo que está desarrollando las fuerzas productivas vía el crecimiento económico y tecnológico exponencial, el sobreconsumo energético y la sobreproducción de mercancías, la sobrepoblación y la contaminación, las desigualdades sociales y límites planetarios (cambio planetario, ciclos, etc) y el desarrollo científico. Y que por esta vía productivista vamos al colapso socioecológico de este sistema y por ende, a una nueva civilización (capitalista o socialista) con sociedades menos complejas (ecologistas radicales y anti industrialistas, decrecentistas, algunos ecosocialistas, algunos colapsólogos).

6) El capital, en su fase superior imperialista, está en la época objetiva de descenso y agonía (plano semi-inclinado), como señalaron Lenin y Trotsky, pese a haber una combinación de fuerzas productivas (ciclos cortos, avances tecnológicos, reformas parciales, etc) y fuerzas destructivas (económicas, bélicas, ecológicas, sociopolíticas, etc) de la sociedad y la naturaleza, imbricadas dialécticamente, estas últimas pesan más tendencialmente.

Por lo que están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, desiguales y combinadas, para la revolución socialista mundial y la construcción del socialismo mundial. Aprovechando las oportunidades de las crisis concretas de los regímenes capitalistas, los ciclos/ondas de desarrollo descendente de la economía mundial y regional (L. Trotsky) y situaciones revolucionarias mundiales y nacionales para la construcción paralela del partido y la toma del poder o el hundimiento de la civilización en la barbarie/colapso/holocausto.

Esta es, pues, una hipótesis de catastrofismo obrero, colapsismo socialista dialéctico, anti determinismo mecanicista y anti derrotismo pequeñoburgués y burgués, que subsume, se nutre y corrige a 4 y las restantes. En ella creemos se encuentra la postura obrera revolucionaria y materialista histórica dialéctica de Nahuel Moreno.

[13] Nahuel Moreno (1982). Conversaciones sobre Trotskismo [o Conversaciones con Nahuel Moreno, entrevistadores: Daniel Costa, Marcos Trogo y Raúl Tuny]. Cap. I. Las perspectivas de la revolución mundial.  Disponible en biblioteca virtual CITO (Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo): http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/45_nm.html

[14] Brett Clark y John Foster están investigando las lecturas, fuentes y autores con las que Marx y Engels se nutrieron en sus análisis del intercambio metabólico de la sociedad y la naturaleza.

Sería pertinente investigar de qué fuentes de información y autores se nutrió Nahuel Moreno desde 1973 (o antes) hasta 1987 en sus pocos enunciados/opiniones sobre ecología y el análisis crítico de la crisis del imperialismo. Para dicho propósito podría servir el Archivo León Trotsky (https://www.archivoleontrotsky.org/) de la Liga Internacional de los Trabajadores. También los materiales de la Fundación Pluma (http://fundacionpluma.info:8080/xmlui/http://www.nahuelmoreno.org/), entre otros.

[15] Nahuel Moreno (1982). Conversaciones sobre Trotskismo [o Conversaciones con Nahuel Moreno, entrevistadores: Daniel Costa, Marcos Trogo y Raúl Tuny]. Cap. IV. Los estados obreros existentes.  Disponible en biblioteca virtual CITO (Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo): http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/45_nm.html

[16] Nahuel Moreno (1982). Conversaciones sobre Trotskismo [o Conversaciones con Nahuel Moreno, entrevistadores: Daniel Costa, Marcos Trogo y Raúl Tuny]. Cap. I. Las perspectivas de la revolución mundial.  Disponible en biblioteca virtual CITO (Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo): http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/45_nm.html

[17] Nahuel Moreno (1980). Actualización del Programa de Transición. Tesis XL Holocausto o trotskismo. Una necesidad imperiosa: la conquista del cosmos. Disponible en Marxist Internet Archive: https://www.marxists.org/espanol/moreno/actual/index.htm

[18] Nahuel Moreno (1980). Actualización del Programa de Transición. Tesis XL Holocausto o trotskismo. Una necesidad imperiosa: la conquista del cosmos. Disponible en Marxist Internet Archive: https://www.marxists.org/espanol/moreno/actual/index.htm

[19] Véase Jorge Riechmann (2014). Hacia un ecologismo epicúreo. Disponible en EcoPolítica: https://ecopolitica.org/hacia-un-ecologismo-epicureo/ También Algunas notas sobre Epicúreo y la conciencia ecológica (2002): www.istas.net/descargas/epicuro.pdf

[20] Esta es la interpretación “estándar” sobre la ‘conquista del cosmos’ que parecen “dar” el Doctor historiador Daniel Fernando Gaido (Partido Obrero de la Argentina). El autor tachó a Moreno de “gurú irresponsable” y “bruto”, citando la TESIS XL [40] Holocausto o trotskismo. Una necesidad imperiosa: la conquista del cosmos, y la Polémica sobre Medio Oriente, post Facebook, 25/11/2016, https://www.facebook.com/daniel.gaido.77/posts/10157931050050089).

También en su artículo Roberto Andrés (Partido de los Trabajadores Socialistas) e incluso el ecosocialista Jorge Riechmann (cercano al SU e Izquierda Anticapitalista en España) objetan esta posición de Moreno (sobre la “antropófuga”, véase el libro Gente que no quiere viajar a Marte: ensayos sobre ecología, ética y autolimitación2004, Cap. I. El arte de la fuga y el Cap. IV. Sobre la ecología y la conquista del espacio exterior).

Por su parte, el historiador antimorenista, Osvaldo Coggiola (también del Partido Obrero de la Argentina), sectario como él solo, tergiversador e ignorante antidialéctico de cuestiones como el peak oil, equipara a Moreno con Posadas («Mutato nomine de te fabula narratur»). Por ello después de citar un fragmento de la tesis 40 de la Actualización del Programa de Transición, comenta: “Además de sostener la reaccionaria teoría malthusiana-imperialista del agotamiento de los recursos naturales (ya pulverizada por centenas de científicos) [!¡], aquí también se buscaba  en los viajes estelares el consuelo para la muy terrena impotencia política” (Historia del trotskysmo en Argentina y América Latina, Ediciones RyR, 2006, pág. 193).

[21] Para una discusión sobre los dos polos de esta hipótesis materialista de Moreno véase Estación Espacial Internacional, NASA y la lucha por el socialismo (Sergio Ch, 2/7/2016, Blog Socialist XXI). Disponible en: https://blogsocialist21.wordpress.com/2016/07/02/estacion-espacial-internacional-nasa-y-el-socialismo/ También Voyager 1: La conquista del cosmos y la promesa del comunismo (Diego Cruz, 25/9/2013). Disponible en PSTU Brasil: https://www.pstu.org.br/voyager-1-a-conquista-do-cosmos-e-a-promessa-do-comunismo/

En Gente que no quiere viajar a Marte: ensayos sobre ecología, ética y autolimitación (2004), el filósofo y politólogo, matemático, poeta y ecologista español, J. Riechmann, da buenas razones y a modo de disyuntiva excluyente, refuta la tesis dual de Nahuel Moreno, en un debate civilizatorio abierto:

Ante la humanidad del siglo XXI se abren dos caminos que llevan en direcciones harto diferentes. O bien, dar a la biosfera terrestre (y la naturaleza humana) por perdida e intentar comprender la aventura del espacio exterior; o bien, hacer frente a la crisis ecológica, reconstruir ecológicamente nuestras sociedades y volcarnos sobre todo –al menos durante unas cuantas generaciones– en una aventura interior [terráquea]. Los ecologistas somos personas que no sentimos la imperiosa necesidad de construir hoteles turísticos en la Luna; gente que no queremos viajar a Marte. No porque no apreciemos los aspectos atractivos de la propuesta (confieso que fui un ávido lector de ciencia ficción durante la adolescencia) sino por ser bien conscientes de todo lo que necesariamente perderíamos en ese proceso de expansión cósmica (suponiendo que finamente pudiese llevarse a cabo sin desembocar antes en un colapso civilizatorio) […] [L]a disyuntiva histórica a la que me referí antes –morar en esta Tierra o intentar dar el salto al cosmos– es en realidad una apuesta de todo o nada. En efecto: por una parte, la opción de permanecer en la Tierra –ecologizando a fondo nuestras sociedades– resulta del todo viable. Requerirá, es cierto, importantes transformaciones sociales, económicas, y ético-políticas, pero no postula tecnologías mágicas ni choca contra leyes o hechos biofísicos insuperables. Por el contrario, la opción de salida al espacio exterior probablemente resulte utópica en el sentido peyorativa de la palabra: presupone avances tecnológicos hoy por hoy inconcebibles, probablemente choca contra las leyes físicas básicas (¿cómo alcanzar sistemas solares distintos del nuestro sin pretender viajar por encima de la velocidad de la luz?) y, por encima de todo, no se plantea la irracionalidad de la apuesta en juego […] Podemos emplear ese irrepetible regalo fósil en transformar nuestra base energética hacia la energía solar, o podemos emplearlo en intentar el salto al cosmos ; pero seguramente no podemos hacer ambas cosas a la vez, y si emprendemos en serio la conquista del espacio exterior, será necesario emplear tan intensivamente los recursos naturales de la Tierra (¡un solo despliegue de un solo transbordador espacial consume, solo en los dos primeros minutos, 1.2 millones de litros de hidrógeno y 400.000 litros de oxígeno!) que probablemente esta no podrá seguir sosteniendo una civilización tecnológicamente avanzada […] Por eso decía antes qué hacemos frente a una apuesta de todo o nada. La estrategia de autocontención –morar ecológicamente sobre esta Tierra– es viable, aunque exige transformaciones sociales importantes, y destinar a ellas el “regalo fósil” de la naturaleza; no pone en riesgo el futuro de la civilización humana. Por el contrario, la estrategia de extralimitación –el salto al cosmos– lo arriesga todo en una aventura de desenlace más que incierto, incluyendo el futuro de la propia especie. Por eso hablé antes de irracionalidad […] Las economías de base solar permanecen en la superficie de la Tierra…Creo que se abren ante nosotros básicamente dos opciones: o una sociedad industrial de base solar que busque conscientemente “hacer las paces con la naturaleza”, o el intento de proseguir la expansión productivista de la economía de base mineral, encontrando formas de saltarse los “límites del crecimiento”. Proyecto de autocontención, o proyecto de extralimitación […] Como hay una cantidad finita de radiación solar incidente sobre la Tierra, la opción por una economía solar (basada en las fuentes de energía renovables) es incoherente con una economía de expansión ilimitada; y por el contrario sólo es coherente con una economía homeostática y con un proyecto civilizatorio de autolimitación. […] El productivista consecuente no tiene más opción que el salto al cosmos. Y si esto parece impracticable o indeseable, entonces sólo queda la opción de una economía basada en la luz solar y los recursos renovables, una economía homestática que fomente valores de igualdad y frugalidad […] La dinámica del capitalismo de consumo masivo desemboca en la aberración de un planeta para usar y tirar. Frente a ello, el ecologismo es insurgente. ¡La Tierra no es desechable! Acaso existan, a millones de años-luz, otras biosferas donde hayan evolucionado formas de vida más o menos semejantes a las nuestras: pero esto es pura especulación. Hoy por hoy, nuestra biosfera es la única que conocemos, las fantasías sobre cómo crear biosferas artificiales en otros lugares del sistema solar resultan indeciblemente frágiles, y la prudencia aconseja que tratemos esta biosfera como un tesoro irremplazable […] Sólo quien se autolimita puede dejar existir al otro, y eventualmente acogerle; y solo en esa actitud de hospitalidad hacia el extraño atisbamos una posibilidad de civilizar las relaciones sociales en este nuestro maltrecho planeta […] Escribir sobre ecología y sociedad a comienzos del siglo XXI es desear equivocarse. De nosotros depende –de todos y cada uno, cada una– desmentir los pronósticos sombríos. Y con respecto a los viajes interplanetarios, quizá no esté mal, junto con Hans Magnus Enzersberger, pronunciar con energía un adiós para los astronautas (al menos durante algunas generaciones humanas)”.

(Cap. I. Un adiós para los astronautas. Sobre ecología, límites y la conquista del espacio exterior. Págs. 57 – 58, 55 – 56, 50 – 51, 54 – 56, 63, 65, en Tratar de comprender: Ensayos escogidos sobre sustentabilidad y ecosocialismo en el Siglo de la Gran Prueba, Ed. U. Distrital y U. Minuto, Bogotá, 2014, autores varios). Disponible fuente original en: http://fcmanrique.org/recursos/publicacion/unadiosparalos.pdf

[22] Juan Parodi R. Capitalismo y crisis ecológica global (Revista Marxismo Vivo: nueva época, LIT-CI, vol. 6, núm. 6, págs. 59 – 79, 2015). Disponible online en Corriente Rojahttp://www.corrienteroja.net/capitalismo-y-crisis-ecologica-global/

[23] Nahuel Moreno (1973). Lógica marxista y ciencias modernasCapitulo III.
Sartre y Della Volpe contra Engels. Disponible en Marxist Internet Archivehttps://www.marxists.org/espanol/moreno/obras/08_nm.htm#_Toc535637779

[24] Para una crítica “antimorenista” de la dialéctica “empirista” de Moreno, véase Críticas a Nahuel Moreno desde el Trotskysmo (Rolando Astarita alias Osvaldo Garmendia, 1991-1995, Cap. II, Marxismo y dialéctica). Disponible en:  https://es.scribd.com/document/245280303/Critica-a-Nahuel-Moreno-Desde-El-Trotskismo






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