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Imagen: V Cumbre de las Américas |
Por Jesús Valdez
Durante una de sus ya
famosas “conferencias mañaneras”, el presidente Andres Manuel López Obrador declaró
el fin de la era neoliberal y el inicio de otra que presentó como
“posneoliberal”, esto ocurrió el día 15 de marzo. Dio a conocer además que este
“nuevo proyecto” será llevado a consulta en el “plan nacional de desarrollo” a
partir de “foros de participación ciudadana”:
“Se deja atrás, la política neoliberal.
Hay un cambio de régimen, un cambio de política económica y se va a dar a
conocer el nuevo proyecto posneoliberal”.
¿Qué es el posneoliberalismo?
Desde los inicios de la
década de los 90 en el siglo XX, el chileno Marcelo Selowsky, economista en
jefe para América Latina y el Caribe por el Banco Mundial presentó una
estrategia1 para estabilizar la reestructuración capitalista
neoliberal en América Latina dividida en tres etapas:
1. Ajuste,
estabilización e inicio.
2. Profundización
de reformas estructurales
3. Consolidación
de las reformas y restauración de los niveles de inversión
Dicha estrategia fue
secundada y avalada en 1990 desde la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presidido
entonces por Enrique Iglesias2 y en la segunda mitad de los noventas
por Joseph Stiglitz como economista en jefe, acompañado del colombiano
Guillermo Perry3. Dicha estrategia fue presentada como
“posneoliberal”, misma que se autodefinió como “superación del neoliberalismo” y “contraria al populismo”. La tarea principal de esta reorientación
política e ideológica consistió en que algunos postulados del liberalismo
económico debían ser corregidos (nunca negados). Poco a poco las voces de
oposición al modelo neoliberal desde las calles en América Latina hicieron eco
en las altas esferas del poder y la política en América Latina.
Para 1996 Norbert Lechner
decía que se entraba en una fase post-neoliberal, “el neoliberalismo está agotado como propuesta innovadora”4.
Todas estas quejas y síntomas de descomposición del nuevo régimen económico
fueron recogidas en la Cumbre de las Américas de 1998, cuya sede fue Santiago
de Chile. Los ejes centrales que se resolvieron en dicha cumbre se orientaron
no en una retórica anti-liberal o post-neoliberal, sino el sentido de la
reestructuración capitalista ante nuevas crisis de gobernabilidad en toda la
región. Habría que preparase para el
ascenso electoral de la izquierda, fenómeno que cobro auge apenas entrado el
siglo XXI.
De
acuerdo con la profesora Beatriz Stolowicz: “La posneoliberal es una concepción estratégica lúcida y
compleja; que no ve a las democracias como un peligro contra la continuación de
la reestructuración capitalista, sino como una oportunidad para construir
consensos moderados a favor de las reformas económicas, para lo cual la
política y la democracia debían ser instrumentos de gobernabilidad, y desde
luego de integración institucionalizada de la izquierda que ya avanzaba
electoralmente”.
A través de la llamada
“cuota de legitimidad” se han implementado medidas privatizadoras y de despojo
que difícilmente pasarían en gobiernos tan odiados como el de Enrique Peña
Nieto en México. Una diferencia sustancial entre los modernos “progresismos”
gubernamentales y los de antaño como el de Salvador Allende en Chile o del
general Lázaro Cárdenas en México, reside en el hecho de que ellos por citar un
ejemplo, estatizaron palancas estratégicas de la economía como el cobre o el
petróleo bajo una fuerte presión obrera. Por su parte, los actuales
“progresismos” han implementado un modelo desarrollista a través de la
inversión privada y cediendo parte de estas palancas a empresas transnacionales
e imperialistas. Todo ello acompañado a veces por medidas asistenciales paliativas que
mantienen el “orden” y “gobernabilidad” de un país a la vez que se incrementa
el ritmo del ciclo de acumulación y circulación del capital.
A decir de Stolowicz:
"La estrategia exige pasar
por las reformas estructurales –similares al decálogo de Williamson pero
presentadas como una iniciativa endógena- para “aprovechar las ventajas de la
globalización mediante la exportación de lo más abundante”.
Para captar esa inversión
extranjera se debía garantizar un buen clima de negocios, ganancias más
atractivas, seguridad jurídica, estabilidad financiera y bajo déficit fiscal, y
pagar la deuda. Se requería un mayor activismo estatal para fortalecer al sector
privado, y para ello era necesaria la reforma del Estado para hacerlo “chico
pero eficaz”.
La
apelación al Estado y esta dimensión “social” son los signos distintivos del
“posneoliberalismo” para presentarse como progresista y hasta de izquierda. La
estrategia planteaba que en el corto plazo se implementara el asistencialismo
focalizado hacia la extrema pobreza para
absorber tensiones sociales por la (primera) “década perdida”, que de paso iría liquidando la cultura de
derechos sustituyéndola por una degradada cultura mendicante agradecida. Pero
el posneoliberalismo se plantea lograr a más largo plazo una reestructuración
social profunda, que fuera el sustrato para gestar consensos sociales en torno
a la reestructuración capitalista."
Aunque AMLO dice “que
el mercado no sustituye al estado”, en su “plan de austeridad”
presentado en enero de 2019 anunció que se
reduciría “toda la estructura de trabajadores de confianza en un 70%”, si
esto se traduce en números, significa que alrededor de 230 mil trabajadores a
lo largo y ancho del país serán despedidos en diferentes etapas. Lo que ha
ocurrido en la práctica, es que la tendencia no ha sido en recortar sueldos o despedir a altos funcionarios o
“aviadores”, sino al despido de trabajadores de a pie, incluso gente cuyo
trabajo es socialmente ineludible como son los bomberos.
En cuanto a la inversión
privada y la demagogia anticolonial del nuevo gobierno, existen renglones que
son simplemente escandalosos, como el Proyecto Integral Morelos, donde además
de descalificar a los opositores, el asesinato de uno de sus dirigentes, se ha
defendido a capa y espada a trasnacionales de capital español como ABENGOA,
ELECNOR, y ANAGAS, así como la italiana BONATTI. Todo este discurso
anticorrupción y “antineoliberal” se desmorona ante tales hechos. Ello sin
profundizar en temas como la instrumentación del Plan Puebla Panamá conocido
ahora como “Proyecto
Mesoamérica” a través de consultas amañadas que han sido
ampliamente rechazadas por las comunidades en donde se pretenden implementar
estos proyectos como en el Istmo de Tehuantepec.
Lo posneoliberal en el contexto de la crisis más grande y
profunda en la historia del capitalismo
En el año 2008 comenzó la
crisis más grande y profunda que el capitalismo ha conocido a lo largo de su
historia. Le antecedió la famosa crisis de las .com a finales de los años 90 e
inicios del siglo XXI, los grandes inversionistas se habían dado cuenta que
había que afianzar su confianza en algo más estable, eligieron como soporte de
dichas inversiones el sector inmobiliario, mismo que colapsó en el año 2007 y
se extendió a la bolsa de valores estadounidense en el año 2008. Esta crisis se
extendió a toda europa en lo que se conoce como su segunda etapa, acompañada de
raquíticos índices de crecimiento del Producto Interno Bruto tanto de los
países adheridos a la Unión Europea, como del gigante con pies de barro: el
imperialismo estadounidense. Esta crisis está tocando la puerta del gigante
asiático que ha pasado de crecer a un ritmo de 11% anualmente a un nada
halagüeño 5%, aun así este crecimiento sigue siendo superior al del resto de
países del mundo y se piensa que el colapso de este gigante será la tercera y
quizá más profunda etapa de la actual crisis económica mundial del sistema
capitalista.
El impacto de esta crisis
mundial ha sido tal que prácticamente en todo el mundo haya cobrado fuerza la
política de austeridad neoliberal, ya sea en Francia, en España,
Alemania, América Latina (que por supuesto no es la excepción) y que ha
impactado profundamente en la política económica de México a través de las
llamadas “reformas estructurales” de Enrique Peña Nieto y que en los hechos
están teniendo continuidad en el gobierno “posneoliberal” de AMLO.
Las principales
características de estas “medidas de austeridad” en el mundo son los recortes
presupuestales a instancias de gobierno, despidos masivos de trabajadores en
amplios sectores, reformas laborales cada vez más agresivas, recortes a los
sistemas de pensiones, el pago de la deuda pública tanto interna como externa,
el adelgazamiento del sector estatal y el rescate de los grandes bancos en
quiebra. En resumen, todo el peso de la
crisis más profunda del capitalismo ha sido recargado sobre las espaldas de
millones de trabajadoras y trabajadores.
América Latina no es ajena a
fenómenos internacionales y en el contexto de la estrategia posneoliberal,
gobiernos tanto de derecha como de “izquierda” han implementado estas medidas
acompañadas de una represión salvaje al movimiento obrero, indígena y popular.
Algunos ejemplos de esto último son Venezuela, Nicaragua tras el recorte al
sistema de pensiones o Ecuador donde la represión a los pueblos que se oponen
al neoextractivismo ha sido en algunos casos atroz. El proyecto de reforma del
capital ha fracasado y lo que observamos en Brasil por ejemplo, es el desplome
de la socialdemocracia expresado en la tremenda corrupción del estado y la
caída estrepitosa del PT; así como una polarización social cada vez mayor en
Venezuela. Dicho de otra manera: la
corrupción y la traición a la clase trabajadora tanto del PSUV como del PT
Brasileño, han pavimentado el camino y generado las condiciones para el retorno
de la derecha más recalcitrante y entreguista.
Como conclusión podríamos
decir que en México tendremos que hablar del capitalismo mexicano en su etapa
posneoliberal, presentada como (falso) antagonismo del neoliberalismo. De
seguir con esta política AMLO tendría que verse en el espejo de Lula o de un
repudiado Nicolás Maduro, de esto último hablaremos en un nuevo texto.
En resumidas cuentas, a mi juicio, el posneoliberalismo es neoliberalismo disfrazado de izquierda.
1
Stages in the Recovery of Latin America´s Growth, Finance and Development. Junio
de 1990.
2
Reflexiones sobre el desarrollo económico. Hacia un nuevo consenso
latinoamericano, 1992.
3 Más
allá del consenso de Washington, 1998.
4.
Norbert Lechner. Estado y sociedad en una perspectiva democrática.
FLACSO-México. 1996
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