Revolución y contrarrevolución en Medio Oriente

Combatientes de Kobane, en el Rojava sirio


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Nota Editorial (Boletín Revolucionario)

Se aproxima el 5o aniversario de la liberación de Kobane, en el Kurdistan Sirio, a la luz de los últimos acontecimientos en Iran e Irak, recomendamos la lectura de este texto para comprender la retirada del imperialismo de Oriente Medio, que aunque ha dado un duro golpe al régimen iraní, este ha respondido con ataques a instalaciones militares de Estados Unidos en Irak, la tendencia apunta a que la guerra será asimétrica, lo más probable es que el centro de los acontecimientos bélicos siga siendo Oriente Medio, donde el principal fenómeno sigue siendo el de la revolución y la contrarrevolución.

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Por Partido Socialismo y Libertad. Argentina


1- Desde que el foco principal de los estallidos revolucionarios del 2010-2011 encendieron las rebeliones que derribaron a varias dictaduras del Norte de África, y provocaron el inicio de la guerra civil en Siria, Yemen (Medio Oriente), la contrarrevolución asestó derrotas y golpes durísimos, pero no completó la tarea de aplastar históricamente a las masas (golpe de Estado en Egipto, balcanización de Libia, estabilización del nuevo régimen en Túnez, Guerras Civiles devastadoras en Siria y Yemen). 

Al momento de escribir esta minuta, a ocho años de la Primavera Árabe, las insurrecciones de Argelia y Sudan sacuden nuevamente el escenario explosivo de toda la región.

Luego de más de un mes de protestas multitudinarias en Argelia, después de varios días de huelgas convocados por sindicatos por encima de la central obrera oficialista, el último 2 de abril el presidente Abdalaziz Buteflika debió renunciar tras 20 años al frente de una dictadura. Los millones de personas que salieron a las calles y garantizaron con piquetes y bloqueos la paralización del transporte, las escuelas, universidades, la industria del petróleo y el cierre de comercios, continúan movilizadas para acabar con el régimen militar que entregó a Buteflika, pero mantiene las riendas del poder. 

Nueve días después, el 11 de abril, un levantamiento popular en Sudan derribó al dictador Omar-Al Bashir, acusado de crímenes de lesa humanidad. Como en Argelia, las masas de Sudan permanecen movilizadas desafiando al régimen militar que gobierna desde hace 30 años y pretende controlar un período de transición de dos años para llamar a elecciones libres. Sin embargo, pese a la declaración del Estado de emergencia y toque de queda por tres meses, la resistencia continúa en las calles, con gran protagonismo de mujeres y jóvenes. Tanto en Argelia como en Sudan, tras un primer triunfo, la lucha es por tumbar a todo el régimen.

Estos procesos insurreccionales son, hasta ahora, el pico más alto de una oleada de luchas que estallaron hace poco más de un año, a partir de un cambio en la relación de fuerzas a favor de la revolución de las masas árabes: la caída del último bastión del Califato de Isis en Raqqa (Siria, octubre 2017). 

La caída de Isis, el imperialismo a la defensiva 

2- Para dimensionar la derrota del ejército del Estado Islámico debemos señalar que su creación, organización y financiamiento a cargo de Estados Unidos, Israel, Inglaterra, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, fue la política central del imperialismo para aplastar con métodos fascistas la insurrección de las masas árabes. 

Derribadas las dictaduras de Túnez, Libia y Egipto, el proceso revolucionario desarrollado en Siria y Rojava (zona kurda, en el norte de Siria) daba lugar al surgimiento de asambleas populares, milicias de autodefensa, consejos y comités para la organización de la asistencia en los barrios de la mayoría de las ciudades insurreccionadas (y a partir del 2012 a las comunas y gobiernos autónomos de los cantones de Rojava)

La rebelión contra el dictador sirio Bashar Al Assad adquirió la forma de guerra civil con la conformación del Ejército Libre de Siria (pro-yanqui, integrado por ex generales del ejército sirio, milicias populares y grupos yihadistas), e implicó desde un principio la intervención de potencias extrajeras y regionales que rivalizan por el control de áreas de influencia en Medio Oriente, pero comparten el objetivo común de aplastar la rebelión popular contra las dictaduras y monarquías al servicio de las multinacionales imperialistas.

Rusia e Irán se alinearon para sostener a Al Assad; Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudita, Qatar e Israel para lograr su derrocamiento, apoyando a grupos islamistas fundamentalistas y contratando mercenarios que se unieron al Ejército Libre de Siria.

3- Impedido de intervenir directamente tras la retirada de Irak, El ejército del Estado Islámico (EI) se convierte en el principal instrumento de la política del imperialismo para aplastar el foco revolucionario en esta parte del planeta y como extensión de la misma política para frenar el ascenso de las luchas en los países centrales, hacia las cuales también se dirigirían los ataques del EI, atentando contra objetivos civiles para aterrorizar y paralizar a la población.

El Estado Islámico entró en escena en el 2014, y en una ofensiva arrolladora de apenas seis meses, entre febrero y agosto, conquistó el 40% del territorio de Irak y un dominio similar en Siria, estableciendo su califato en Mosul y Raqqa, respectivamente. 

El mundo pudo ver las imágenes de ejecuciones, matanzas y genocidios registradas por los asesinos yihadistas, a través de las cadenas de noticias y la prensa internacional.
Con la difusión masiva de esta propaganda se daba a conocer una nueva y bestial amenaza terrorista, que adelantaba sus planes de cometer atentados en cualquier rincón del planeta. 

Provisto de armamento de primera tecnología, el ejército dirigido por Abu Al Baghdadi al servicio del capital financiero internacional, avanzaba prácticamente sin resistencia, ahogando en sangre a las masas de los territorios dominados, y sembraba el terror en Europa y varias capitales en el mundo con ataques indiscriminados, incluido Estados Unidos (Entre 2015 y 2017 se registraron más de 400 atentados reivindicados por Isis con el saldo de miles de muertos y heridos) 

Nuevamente la excusa del combate al terrorismo resultaba funcional a la necesidad de los gobiernos de endurecer la reacción frente a los conflictos y creciente polarización social. En los países miembros de la Comunidad Europea se intensificaron los ataques a las libertades democráticas, la persecución a las organizaciones y activismo obrero y de las comunidades árabe. La declaración del Estado de Excepción permitió la legalización de la represión a gran escala y al mismo tiempo la justificación de la campaña de odio contra los musulmanes con el propósito de imponer barreras al ingreso de millones de refugiados e inmigrantes al viejo continente. 

4- Pero el avance de Isis fue frenado por las milicias populares encabezadas por las mujeres kurdas, pobremente equipadas y sin el apoyo de ningún Estado. En enero del 2015, después de cuatro meses de resistencia heroica, sostenida por el levantamiento del pueblo kurdo de Turquía, el resto del Kurdistán y los exiliados de Europa en defensa de la revolución de Rojava, lograron liberar la ciudad de Kobane, infligiendo la primera derrota al ejército armado por el imperialismo.

Kobane se transformó en la tumba del fascismo y el patriarcado de Isis y la epopeya de las milicias kurdas marcó el principio del fin de su incursión arrolladora, obligando al imperialismo a cambiar su táctica política en Medio Oriente. La que consistió en despegarse del EI y dar apoyo aéreo limitado a las milicias kurdas, mientras conseguía un nuevo socio para derrotar a las masas y recuperar el control sobre el área.

5- En función de ello, el entonces presidente Obama logró plasmar un pacto con Rusia, Francia, Alemania e Inglaterra (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU) más China; que implicó el levantamiento de las sanciones económicas a Irán y el inicio de un acuerdo para que el régimen de los Ayatolás cumpliera el papel de gendarme y protector de los intereses imperialistas en Medio Oriente. 

Este pacto conocido con el nombre de Cinco más Uno, significó un cambio muy importante en el mapa de alianzas que hasta ese momento prevalecían. Tanto Turquía como Israel, Arabia Saudita y Qatar, firmes aliados de los europeos y EE. UU, quedaron por fuera de los acuerdos y por lo tanto del reparto que hacen de los países ocupados los ejércitos imperialistas.

6- A partir de este pacto Al Assad, que estaba al borde de la rendición, intensificó los ataques contra los rebeldes contando con la intervención de la fuerza aérea rusa, combatientes de la guerrilla del Hezbollah y otras milicias chiitas al mando de generales iraníes.

De esa manera, la revolución siria profundamente democrática, fue arrebatada de manos de las masas por un conglomerado de fuerzas reaccionarias, el pueblo literalmente huyó por sus vidas frente a los bombardeos devastadores y el terror desplegado por las tropas y los mercenarios de Al Assad, Rusia, Estados Unidos, Turquía, Irán entre otros países.

La victoria de Al Assad en 2016 (caída de Aleppo) y sus aliados tuvo el saldo de más de medio millón de muertos y el exilio de la mitad de su población (4 millones de refugiados y 7 millones de desplazados de sus hogares), la destrucción de las ciudades y la ocupación militar extranjera, y de grupos fundamentalistas y mercenarios de casi noventa naciones.

Pero no acabó con la revolución que continúo encendida en los cantones de Rojava y los pueblos y ciudades liberadas por las milicias kurdas que conformaron la Federación Democrática del Norte de Siria, una conquista de la revolución que llegó a controlar el 30% del territorio sirio. 

7- Las fuerzas de esta Federación encabezada por las milicias kurdas liberaron Raqqa en octubre del 2017, acabando con el último reducto del EI. 

De acuerdo a nuestro punto de vista, la caída de ISIS abrió una nueva fase en la guerra de Medio Oriente y el Norte de África de avance de las fuerzas que empujaban la revolución. Caracterizamos entonces, que esta situación colocaba al imperialismo en su momento de mayor debilidad en la región y a la defensiva para dar un golpe definitivo y derrotar a las masas árabes. Provocando la agudización de su  crisis por las disputas y contradicciones entre las distintas facciones de la burguesía imperialista (Una de las primeras medidas de Trump tras su asunción, fue la anulación del acuerdo con Irán y el restablecimiento del apoyo incondicional a Israel) y con las diferentes alianzas en competencia por el control geopolítico de esta zona, abriendo la posibilidad que se pudieran colar las luchas del movimiento obrero popular para retomar los ritmos anteriores del ascenso, en la región y fundamentalmente en Europa y Estados Unidos.

8- Dos meses después, en lo últimos días de diciembre del 2017 y las primeras semanas de enero del 2018 un estallido social inédito contra la dictadura teocrática de Irán originado en una provincia, se extendió rápidamente hacia la capital y los principales centros urbanos de país. Paralelamente se producían levantamientos obreros y populares masivo en, Túnez y Marruecos, y también Sudan, alimentados por las mismas razones que detonaron la Primavera Árabe, la carestía de la vida y el creciente descontento de la población de jóvenes que enfrentan las duras condiciones de vida impuestas por gobiernos autoritarios que favorecen la desigualdad social, en favor de los más ricos y poderosos.

9- Sobreviene entonces el golpe de la contrarrevolución. El 20 de enero comienza la invasión del ejército turco (la mayor potencia de la OTAN en Medio Oriente) al Cantón Kurdo de Afrin, en acuerdo con Putin y Bashar Al Assad, Estados Unidos y la Unión Europea. 

La ocupación de Afrin y la recuperación de los últimos bastiones de la oposición a manos de las fuerzas del régimen sirio, se produjo al mismo tiempo en base al acuerdo entre Erdogan y Putin- Al Assad, frente a la pasividad de Estados Unidos y sus aliados de la comunidad europea y de las Naciones Unidas y las idas y venidas del gobierno de Trump, respecto a la salida de los 2000 efectivos norteamericanos asentados en el Norte de Siria. 

10- El 5 de febrero Wall Street registraba la mayor caída de la bolsa desde el 2011, indicando la apertura de una nueva coyuntura de agravamiento de la crisis económica global. Y la Reserva Federal aceleraba la disposición de aumentar las tasas de interés, bajo la amenaza del fantasma de un nuevo estallido de burbujas financieras.



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