La 4T, un gobierno en crisis y desgaste progresivo*





El proletariado mexicano, avanza hacia la sincronización con las luchas en Latinoamérica



Por el Comité Ejecutivo del POS


Nuestra Conferencia Nacional se desarrolla justo al primer año de existencia de la autonombrada cuarta transformación (4T), nombre que acuñó López Obrador como signo distintivo de su gobierno. A un año, el presente documento tiene el objetivo de analizar y caracterizar –así sea en trazos gruesos- cómo se encuentra el gobierno de AMLO. Se trata de un esfuerzo que nos permita deliberar en colectivo la situación nacional y de la lucha de clases, para a su vez, contar con los elementos que nos ayuden a intervenir con acierto en ella.

Esta elaboración no parte de cero, tiene como antecedente la elaboración aprobada por el Comité Central del POS en su sesión del mes de marzo realizada en la Ciudad de Oaxaca, tres meses después que Obrador asumiera formalmente el poder. Mirando hacia atrás, consideramos que sigue manteniendo su validez esta elaboración, publicada en el BDI No. 4 como parte de los materiales hacia esta conferencia. Convocamos a su lectura.

Para el propósito de este nuevo documento traemos a recuerdo un extracto de una cita de Miguel Capa. Reflexiones o tesis que tendremos como ejes ordenadores en este escrito. 

“De acuerdo con Miguel Capa, puede resumirse así lo que dijo Trotsky sobre los gobiernos frentepopulistas:

·         El triunfo contra la burguesía abre una mejor relación de fuerzas para la clase trabajadora.
·         [El gobierno] Tiene el apoyo y la confianza de las masas.
·         Son un tipo diferente de gobierno burgués. “En las formas ‘clásicas’ del frente popular participa un ala burguesa. El resto de la burguesía permanece afuera; beligerante, tolerante ...”
·         Otorga a las masas algunas concesiones formales, para desviar la lucha contra el Estado capitalista.
·          “Apoya a su imperialismo (en los países metropolitanos)”.
·         Brinda al trotskismo una mejor oportunidad para crecer y fortalecerse.

Un régimen político inestable

Lo primero a destacar es que el régimen político mexicano pasó en fast track de la estabilidad a la inestabilidad. Para el caso mexicano estamos hablando del régimen democrático burgués, en donde lo fundamental es la estructuración de un sistema de partidos que tienen a las elecciones y las instituciones en cargadas de su regulación como la columna vertebral del sistema político mexicano.

Recordemos que antes de las elecciones de julio de 2018 el actual era un régimen pluripartidista; es decir, que estaba sustentado en por lo menos tres fuerzas: PAN, PRI y PRD, a partir de ahí se sumaban otros tantos grupos, que de manera despectiva se les conocía como la chiquillada. Después del fenómeno de Morena, todos estos partidos quedaron desaparecidos y/o en crisis, eliminando una de las bases sobre las que tenía sustento el régimen político. 

El nacimiento, participación y triunfo de Morena en las pasadas elecciones si bien propinó una severa derrota a los partidos contra los que compitió, por otra parte parecía inyectar un nuevo aire al régimen democrático burgués. Explicamos.

Después de la revuelta estos partidos quedaron muy mal, al grado de esfumarse algunos que siempre fueron marginales, mientras que otros quedaron en serio riesgo de desaparecer (caso PRD); en general permea la crisis al interior de estas instituciones. Pero al mismo tiempo se erigió un nuevo referente mayoritario a nivel nacional, que arrastraba tras de sí el peso de por lo menos 30 millones de ciudadanos que depositaban su confianza en este partido. El vacío dejado por los partidos tradicionales parecía que sería cubierto con facilidad por esta nueva opción. Esto, junto con el hecho de que millones hayan percibido como un triunfo suyo la llegada del tabasqueño al poder, generaba en principio una renovación en la confianza hacia las instituciones que hacen parte de este régimen. A la par, este interés y seguridad en las instituciones se ampliaba no solamente hacia aquellas que tienen que ver con el proceso electoral. Y por último, de no poca relevancia, entre la sociedad se renovó el ánimo y el impulso para salir a luchar por mayores conquistas democráticas y por salvaguardar las existentes.

Este era el esquema hacia los primeros meses del gobierno. Pero esto, que pudo ser un capital de enorme valía, AMLO lo hecho por la borda al cabo de pocos meses.

Ahora no solamente se encuentran en crisis los partidos tradicionales que eran parte fundamental del régimen, sino que también les acompaña Morena, con una estruendosa crisis que ni los regaños coléricos, ni los golpes de mesa de Obrador ha podido detener.

La crisis y la inestabilidad, se extendieron hacia otras instituciones democráticas. El INE se encuentra en una violenta pugna con AMLO, ya que éste pretende colocar funcionarios a modo en la institución electoral. En la Misma situación se encuentra el poder judicial, donde el grupo que gobierna busca colocar a gente leal a su proyecto.

La Guardia Nacional, una institución que se supone se creó para combatir al crimen organizado, hoy es en todo caso un organismo muerto. El único referente que la población tiene de ella es que son los polis que transitan sobre las calles donde no lo hacen los narcotraficantes.

La última crisis que se le abrió al gobierno es en la CNDH con la imposición de Rosario Piedra como titular. Esta imposición le generó y le continúa generando una grave inestabilidad dentro y fuera al gobierno. Ya propició la renuncia de cinco consejeros, el anuncio del no reconocimiento de esta comisión por parte de varios gobiernos estatales y municipales y un enfrentamiento con la comisión de derechos humanos de la ONU. De continuar esta dinámica podría desembocar en una crisis de mayor envergadura.
Ahondando más también veremos que la confianza en las instituciones se ha venido mermando a partir del voluntarismo presidencial en unos casos, o debido a la corrupción e impunidad que la población percibe continúa en este gobierno.

De tal manera que por ahora vemos que el régimen que da sustento al gobierno de López Obrador, se encuentra atravesado por crisis en varias de sus instituciones y signos de inestabilidad. ¿Podrían revertir esta situación? No se descarta aunque por el momento se percibe como algo complicado.
                 
Una economía estancada y con nubarrones
                                                                                                        
Desde que inicio el actual gobierno hasta hoy día, la economía se ha mantenido estancada, con un histórico crecimiento de cero. Las grandes consultoras con ánimo optimista pronostican un crecimiento de uno o cercano al uno por ciento del PIB para el próximo año. Ven difícil el 2 por ciento propuesto por el gobierno, y aún más difícil el objetivo de AMLO de 4 por ciento para fin de sexenio.

Se observa una caída en los tres sectores de la economía. Destacan las caídas en la industria automotriz, agricultura, la petrolera y en turismo, sectores que atraían importantes recursos a la nación.

El plan económico propuesto para el 2020 de entrada anula convertirse en un factor de impulso. Parte casi del mismo monto de recursos con los que se contó en 2019, pero con la desventaja de que ahora se tiene una mayor carga de demandas y necesidades a las cuales se precisa hacer frente. Aún más, este presupuesto castiga sectores importantes para el desarrollo al reducirles los recursos, es el caso de la agricultura, turismo y los destinados a infraestructura.

La economía, además de sumar un cuarto trimestre con crecimiento estimado menor al 0.5 por ciento, opera con déficits en balanza de pagos y en el sistema tributario, en donde hubo disminución en la cooptación de recursos. Otros indicadores a tomar en cuenta es que hasta el momento el consumo se encuentra debilitado y la tasa de desempleo viene en aumento; así como también existen problemas en las pensiones y jubilaciones, que le significan una enorme salida de recursos para el gobierno y que cada día amenaza más con convertirse en una bomba explosiva.

La apuesta de AMLO es volver a convertir a Pemex en una industria estratégica, pero este objetivo se ve sumamente complicado debido a la crisis en la que se encuentra el sector y al peso de la enorme deuda que arrastra, que para el mes de noviembre ascendía a los 100 mmdd.

Es de importancia destacar que ahora Pemex ha dejado de ser la caja chica, como lo vino siendo en sexenios pasados en que se convirtió en una importante fuente de recursos para el gobierno en sus propósitos clientelares. Ahora en términos económicos representa más bien un pesado fardo al que es preciso primero sanear.

Todo lo anterior son elementos que impactan fuertemente entre la población e integran la base objetiva del malestar social. Sin embargo por el momento tampoco estamos en una situación de profunda recesión o de estallamiento de la economía nacional. Con todo, AMLO y su equipo mantienen a flote el curso de la economía. Mantiene el control en los hilos de la economía, sobre la deuda nacional, y cuenta con una importante reserva federal. Además que todo indica que la inflación se mantendrá estable hacia los próximos meses. Si bien crítica, la situación no ha llegado al borde del colapso. Incluso la posibilidad de que el gobierno pueda revertir la actual tendencia y remontar a un 2 por ciento de crecimiento no está descartada como posibilidad, aun cuando remota. Esto no generaría desarrollo, pero le permitiría mantener el ritmo de crecimiento de los pasados sexenios.

Algunos riesgos latentes en el escenario podría ser que de plano la economía entre a una etapa de recesión en los siguientes meses o que remonte la crisis nacional a partir del conflictivo contexto mundial o derivado de un curso negativo de la economía del vecino país del norte. Por ahora esta segunda posibilidad se ve remota; si bien existen trastabilleos en la economía norteamericana, la dinámica actual parece indicar que se mantendrá en crecimiento.

En donde sin duda existe un riesgo creciente, es en la posibilidad de que nuestra economía incursione de lleno a una fase recesiva. Este es un riesgo que el gobierno trata de evitar por todos los medios a su alcance. Y por lo que se puede apreciar no han podido hacer lo suficiente para alejarnos de este escenario.

No está de más señalar que si la economía se viera presa de una recesión, esto dinamizaría aún más la palestra de la lucha de clases, toda vez que las medidas que le quedarían por implementar al gobierno irán en contra del trabajador y de sus familias (mayor endeudamiento, aumento de impuestos, recortes al gasto social, supresión de subsidios, despidos, etcétera).

Los pronósticos de bajo crecimiento señalados por organismos económicos internacionales no son exclusivos para México, al contrario, estos señalan que forman parte de sus proyecciones de una disminución del crecimiento a nivel mundial. No obstante, en el país este panorama de nulo crecimiento se profundizó debido -entre distintos factores- al impacto y la incertidumbre que generó entre los empresarios el arribo de López Obrador al poder y a sus primeras medidas en materia tanto económica como política. AMLO y todo su equipo por igual trabajan arduamente para revertir este clima inicial de desconfianza generado entre la burguesía. Lo anterior significará una mayor inclinación de parte del gobierno hacia las exigencias de aquella.

Por cierto un tema en el que debemos poner énfasis, por las implicaciones que podría traer para el gobierno, es la incapacidad que ha mostrado éste para poner en marcha sus principales reformas económicas. Recordemos que en el sexenio pasado Peña Nieto construyó un pacto con los principales partidos del régimen y este hecho le permitió poner en marcha las llamadas reformas estructurales. Hoy AMLO y Morena no obstante que gozan de amplia mayoría en el legislativo y cuentan con un bono político mucho mayor al que tuvo el presidente en el sexenio anterior, no han podido aterrizar ninguno de sus proyectos estructurales. Sus proyectos han recibido una fuerte oposición ya sea de la burguesía o por parte del movimiento popular. Es el caso del aeropuerto en donde además de las dificultades que trae aparejado, se encuentra atravesado por una contradicción (si logra impulsarlo, quedará enfrentado con un sector de la burguesía que se opone al proyecto, pero si no lo hace de igual manera el resultado será negativo, pues se verá como un gobierno incapaz); el tren maya ya carga con el peso de una oposición y resistencia de parte de la sociedad, mientras que en el caso de las zonas el principal problema es la falta de recursos. Estamos sin duda ante momentos decisivos, que definirán el curso del gobierno y la intensidad de la lucha de clases.

Inseguridad y violencia galopante detonan la bomba en el gobierno: La manifestación de una crisis que se multiplica

Para fortuna de AMLO, la situación económica no es la principal preocupación entre la sociedad. Para ésta, su principal interés se centra en la violencia e inseguridad que se vive a nivel nacional.
En este terreno el gobierno de AMLO de igual manera se encuentra colocado en una situación terriblemente desfavorable, en especial porque los índices de violencia e inseguridad más que decrecer, vienen aumentando de manera impresionante, explosiva. Desde el inicio de su mandato los asesinatos masivos, masacres y tragedias como resultado del choque entre bandas del crimen organizado han sido periódicos y permanentes. Hoy ya es señalado el 2019 como el año más violento de la historia reciente de México, con cerca de 30 mil muertes en apenas diez meses.

Lo más trágico para nuestra sociedad es que el gobierno no cuenta con un plan, ni tiene una política coherente, seria, para hacer frente a la inseguridad. Y no han sido pocas las ocasiones en que el gobierno es rebasado por esta problemática, así como por los distintos grupos ligados al narcotráfico. La Guardia Nacional ha funcionado más como muro anti migrante que como una herramienta para enfrentar a la delincuencia. La violencia se encuentra desatada, como lo hemos podido ir constatando en prácticamente todos los estados de la República.

Recientemente el ejército, la Guardia Nacional y el gobierno sufrieron, como ellos mismo lo subrayaron, un terrible “agravio” frente al crimen organizado con lo sucedido en Culiacán, Sinaloa, donde la postración por parte de la milicia ante un grupo del crimen organizado que exigía la liberación de uno de los hijos del “El Chapo” se convirtió en noticia internacional. Este hecho además de mostrarle al mundo el nivel escandaloso de violencia que se vive el país, significó para el gobierno un reconocimiento de derrota y de humillación pública. Significó para las bandas de delincuentes, una imposición de condiciones.

Pocos días después sucedió la masacre de la familia LeBarón, en donde perdieron la vida tres mujeres y seis niños. La noticia causó indignación internacional y fue parte de la primera plana en varios de los principales periódicos del mundo. The Guardian, revista semanal en Reino Unido, sacó como portada una imagen de una pared baleada y con una sola frase aparentando estar escrita con sangre, a todo lo largo y ancho de la revista: “Cien muertos por día”; en su análisis titulado “Puede alguien poner fin a la mortal guerra contra las drogas en México” recuerda que López Obrador prometió en campaña poner fin a la guerra contra las drogas, sin embargo, subraya, 30 mil muertos después la táctica de abrazos, no balazos, poco resultado ha dado y en cambio una oleada de ataques de alto perfil han sacudido a su gobierno.

En una respuesta inmediata a la tragedia en Bavispe, Trump, su partido y periódicos afines, emprendieron una campaña de ofrecimiento de apoyo y envío de fuerzas armadas al territorio nacional para combatir a los grupos de narcotraficantes. Si bien una incursión a territorio nacional se observa poco probable, el hecho es sintomático del momento por el que atraviesa el gobierno.

Es cierto que la situación económica puede derivar en el detonante de una crisis revolucionaria; sin embargo, el crecimiento galopante de la inseguridad y la violencia que se vive en el país adquiere cada día tales dimensiones críticas que sin duda de igual manera pueden convertirse en la mecha que haga saltar por los aires al gobierno de la 4T. 

La suma de la liberación de un capo en Culiacán, junto con la masacre a la familia LeBaron, y el incendio de más de 20 camiones en Cd. Juárez donde murieron calcinadas más de una docena de personas, constituyen un parteaguas en el escenario nacional y al interior del gobierno. El impacto de lo sucedido no solamente se expresó en el terreno internacional, también tuvo ramificaciones entre la sociedad y al interior del gobierno.

Una primera consecuencia que nos dejó es que la crisis de inseguridad que vive el país se profundizó. A la par se hizo mucho más evidente la falta de planes por parte del gobierno y la incapacidad e ineficiencia del ejército para combatir al crimen organizado.

De igual manera y resultado de lo anterior, se abrió una crisis entre el ejército y el gobierno. Las relaciones entre ambas instituciones se tensaron y deterioraron a partir de la molestia incubada en la milicia por la forma en que AMLO condujo y resolvió la problemática de inseguridad y violencia nacional. Y se lo hicieron saber a través de una reunión en la que se leyó una carta pública que recogía el sentir de los altos mandos y de la institución. Finalmente ante una crispación que parecía evolucionar, el ejército decidió cerrarla al dejar en claro su obligación de lealtad institucional y al manifestar que todavía era muy pronto para calificar como una estrategia fallida la instrumentada por el gobierno para combatir al crimen. De cualquier forma la fractura y la irritación se hicieron públicas y permanecen latentes.

Otra fue la originada entre el gobierno y los medios de comunicación. Resultado del escándalo, las mentiras por parte del gobierno, sus contradicciones y el no querer asumir responsabilidades, la relación entre AMLO y los medios se agrietaron. De ser malas, estas relaciones entraron en crisis a partir del trato ofrecido por el gobierno, que llegó al extremo -en un arranque de rabia y desesperación- de vetar a un periodista de las conferencias mañaneras. La molestia también persiste entre reporteros y medios de comunicación, quienes no desaprovechan momento alguno para redoblar sus críticas al gobierno por sus yerros en materia política, económica y social. La animadversión es tal que en el tema de la inseguridad AMLO se ha convertido en el centro del escarnio y la mofa por sus dichos y su estrategia para combatir al crimen organizado.

Y la crisis no para. Al interior del gobierno de igual manera está haciéndose sentir por la vía de un sector de funcionarios y militantes que ven con dudas los pasos dados por el Ejecutivo, mientras que otros comienzan a fijar distancia. Salvador García Soto en un artículo de opinión en El Universal (del pasado 9 de noviembre) da cuenta de cómo esta crisis trascendió en la relación entre el presidente y las bancadas de Morena y sus aliados en el Congreso. Citados en San Lázaro para ponerse de acuerdo en torno al presupuesto 2020, la discusión decantó en un catálogo de reproches por ambas partes. Un presidente colérico dictando órdenes y calificativos y una bancada con un listado de reclamos por la forma en que se pretenden asignar los recursos. La crispación tomó una espiral hasta el grado que un molesto López Obrador después de espetarles que forman parte de los corruptos, se paró y sin mayor saludo se retiró del recinto, envuelto en un caudal de rechiflas por parte de los partidos aliados de Morena y por algunos diputados de este partido. 

A nivel de funcionarios titulares y funcionarios medios, es previsible que veamos la caída de algunos de ellos en los siguientes días. Aun cuando AMLO se rehúse a renunciar a Alfonso Durazo, es evidente que el personaje a partir de ahora es un cero a la izquierda, una figura de ornamento al quedar seriamente dañada su imagen y su autoridad dentro de la Secretaría de Seguridad.

A partir de estos hechos de violencia y terror para el conjunto de la sociedad queda claro que el crimen organizado está incontrolable y que es él quien dicta las reglas, mientras que el ejército y el gobierno son incapaces para frenarlo. Sin duda que tanto ejército como gobierno quedan mal calificados a partir de su desempeño. Esto se refleja no solamente en las encuestas, sino que también en la desmoralización y alejamiento de un sector de la población.
Por ahora la principal preocupación de AMLO es ver como detienen está crisis

Luchas aisladas y sin coordinación, que van en aumento progresivo     

Resultado de la inestabilidad y de las crisis desatadas dentro del gobierno, de la crisis de seguridad, del rumbo que toma la economía y debido a las políticas puestas en marcha, se vienen desarrollando desde el inicio del gobierno toda una serie de luchas que cada día parecen acrecentarse más. Iniciaron en el norte del país, en Tamaulipas, en el sector de las maquiladoras. Lo cual es significativo.

Es decir, el inicio del gobierno de AMLO, significó al mismo tiempo la aparición del movimiento obrero sindical en la escena nacional. Nada menos que encabezados por uno de los sectores más explotados  y subyugados por el sistema capitalista. Por miles de trabajadores que laboran bajo condiciones extremas y con salarios ínfimos, y que fueron precisamente estas condiciones las que se encuentras atrás de la revuelta laboral protagonizada por más de 60 mil obreros de 45 maquiladoras al norte del país. Es muy posible que esta revuelta signifique el inicio de un ciclo de luchas en este sector adormecido por más de tres décadas. 

Entre las más recientes luchas tenemos las que protagonizaron policías federales, que tras una violenta batalla (en la que se dieron con todo) contra elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), terminaron por desarmarlos, someterlos y humillarlos públicamente, frente a unos representantes del gobierno de la Ciudad de México que permanecieron atónitos. Entre las tácticas utilizadas por estos policías federales están la toma del aeropuerto de la CDMX, táctica que sin duda alguna copiaron del movimiento magisterial. Otra fue la lucha de los campesinos que frente a la reducción de recursos para el campo sitiaron la Cámara de Diputados y obligaron a éstos a posponer en varias ocasiones la sesión acordada para aprobar el presupuesto de egresos. Por algunos días este órgano de poder quedó paralizado, sin poder dar salida a una iniciativa crucial para la nación.  

En días pasados el movimiento magisterial recogió frutos de la lucha que protagonizó en los últimos años en contra de la Reforma Educativa. Los cambios en las leyes secundarias de esta reforma, aprobados el pasado septiembre, de ninguna manera significan un acto piadoso de parte del gobierno, son el resultado de una lucha que en los hechos aniquiló los proyectos iniciales hacia la educación y que los dejó prácticamente inviables.  

En el transcurso de estos meses se han subido al cuadrilátero distintos sectores: médicos, rescindidos de oficinas de gobierno afectados por las políticas austeridad, normalistas (especialmente en Chiapas y Guerrero, que han emprendido grandes batallas en contra de un gobierno que pretende cerrar esta opción educativa) estudiantes y académicos universitarios y de quienes luchas en contra de las mineras y los procesos extractivistas, por hacer un breve recuento de las más importantes.

Mención a destacar es el reanimamiento de la lucha de las policías comunitarias en contra de las bandas criminales, recordemos que en el pasado estas luchas tuvieron un enorme significado porque por la vía de los hechos le quitaron al Estado el monopolio de las armas, además de que nos dieron lecciones de vida democrática interna.

Es probable que en los siguientes días veamos una mayor participación de las policías comunitarias, en correspondencia a una actitud cada vez más beligerante, hostil y protagónica por parte de las hordas del crimen organizado.

Y sin demeritar también tendríamos que hablar de las luchas emprendidas por el movimiento feminista y de mujeres en contra de los feminicidios, el abuso y la violencia de género. En los últimos días han sido protagonistas de importantes movilizaciones (la de la Ciudad de México tuvo impacto nacional) y mantienen una lucha que con desigualdades es constante. Al momento de escribir estas líneas el movimiento mantenías cerrados cinco planteles en la UNAM, siendo la Facultad de Filosofía la que llevaba ya mayor tiempo tomada.

Todas estas luchas parten de raíces objetivas. Y lejos de que disminuyeran ante la llegada de la 4T, por el contrario, nos confirmaron la existencia de una dinámica que no es más que la prolongación de un importante triunfo popular. La masa popular se siente más confiada para salir a luchar a propósito del arribo de este “gobierno de izquierda”. Perciben que están dadas las condiciones para exigir y con ese ánimo es que salen a las calles. Reiteramos, este clima de continuidad en la movilización encuentra respuesta en el hecho de que después del triunfo electoral del movimiento de masas sobre los partidos del régimen, se abrió una relación de fuerzas más favorable para la clase trabajadora.

Observamos que una parte de estas luchas tienen como su leitmotiv demandas económicas (reducción de presupuesto, desabasto, retención de pagos, despidos, etcétera), pero en cambio otras se caracterizan porque desde un inicio quedan enfrentadas al gobierno y sus políticas neoliberales. 

Lamentablemente a estas luchas les ha faltado un elemento aglutinador. Lo característico hasta el momento es que se han desarrollado de manera desigual, descoordinada y aislada.

Otro elemento a destacar es que si bien no se han interrumpido las luchas y existe una dinámica en ascenso, lo que domina por ahora es un clima de calma social. Esto se explica de la manera siguiente: después de la oleada electoral que llevó a López Obrador al poder, vino un reflujo, en donde la mayoría de la sociedad espera los frutos de su avanzada política. Un periodo normal de confianza hacia el gobierno y de apoyo a las acciones que está emprendiendo. Algunos le llaman borrachera electoral. Borrachera que tendrá al parecer un periodo corto de existencia.

Frente a estas movilizaciones por ahora el gobierno de López se ha visto maniatado para aplicar el garrote, esto se explica por la renuencia a romper con la imagen de gobierno de “izquierda progresista” que se ha forjado entre los trabajadores. También responde a su necesidad de mantener vínculos con ciertos sectores, como en el caso del magisterio.

Lo anterior no niega que en determinado momento el gobierno recurra a la fuerza, esto está en su esencia. Si bien no reprime abiertamente la lucha social, si se la ha jugado en todo momento por derrotar o desarticular los movimientos. En el caso de la lucha de los compañeros de Morelos, AMLO esta atrás del asesinato de Samir Flores; muerte relevante porque él era el líder, la cara pública, de la oposición a la termoeléctrica de la Huexca, en Cuautla, uno de los proyectos iniciales del gobierno. En Tamaulipas desde un inicio intentaron desactivar la lucha de los obreros maquiladores por la vía de Monreal.

Si bien aisladas estas luchas continuarán, y la dinámica nacional apunta a que lo harán de manera progresiva. De igual manera en el mismo sentido el gobierno de Morena irá desnudando cada día más su verdadera faceta represiva. Debemos estar pendientes a todas ellas y contar con líneas de intervención.

Un elemento que juega en favor del proceso de luchas, es el contexto de insurrecciones y grandes movilizaciones que se están generando en el continente americano en estos días. Estas luchas que tienen como resortes la pobreza y la corrupción –especialmente- se agitan como una ola de norte a sur en el continente. Indudablemente que estas movilizaciones en Ecuador, Honduras, Chile, Haití, Bolivia y más recientemente Colombia, se convierten en un referente para el movimiento mexicano, con cuyo ciclo se podría sincronizar toda vez el contexto de crisis señalado líneas arriba.

Si la tendencia de las luchas en México va hacia la sincronización con el proceso latinoamericano en curso, para AMLO la situación que resienten los gobiernos de Chile, Bolivia o Ecuador, representan un espejo en la que seriamente se debe mirar. 

Conciencia democrática y cambios en la percepción hacia el gobierno de AMLO

La caracterización del movimiento de masas en las calles quedaría trunca si no tomamos en cuenta el momento psicológico en que se encuentran.
En primer término tenemos que señalar que la conciencia del proletariado en este momento es democrática; es decir, todavía plagada de confianza hacia las instituciones oficiales del régimen y en favor de pugnar por conquistas democráticas, como ha queda manifiesto en la lucha en contra de la violencia hacia la mujer y por la equidad de género, a favor del aborto, por los derechos de la comunidad gay, o en contra del atropello a las instituciones y la vida democrática (consultas, el Bonillazo, le elección de la Presidencial en la C. de Diputados, etcétera).

Por otra parte, por el momento el movimiento popular mantiene en su mayoría una actitud pasiva; a la espera del cambio prometido por la 4T y cifra sus esperanzas en que el gobierno encabezado por AMLO resuelva sus problemas. Vienen creciendo los sectores críticos y los desencantados con esta opción, lo cual es positivo porque representa un avance en la conciencia de los trabajadores, sin embargo es todavía amplio el sector de la población que simpatiza y ve con buenos ojos a AMLO.

Los recientes lances por parte del gobierno de Obrador en contra de la Corrupción y en favor de la transparencia,  podrían haber jugado en su favor y aportarle un capital político valioso, al ser apreciado por el ciudadano de a pie como “un gobierno que va en serio contra los corruptos y por la transformación del país”. Por desgracia para él los avances que ha llegado a tener en este terreno palidecen ante el hecho de que la sociedad observa que su gobierno y su partido de igual manera están infestados de ratas, que gozan de impunidad como sucedió en los gobiernos anteriores. El caso Bartlett es el que ha adquirido mayor resonancia, pero ni de lejos es el único. Por otra parte su campaña en contra de funcionarios corruptos, especialmente los ligados a Peña Nieto, queda desaparecida ante el problema grave y mayúsculo que representa la inseguridad.

¿Se incuba una revolución sindical?

En el pasado hemos señalamos que una de las grandes desgracias de la revolución operada a principios de siglo en contra del régimen bonapartista del PRI, fue que el movimiento obrero y social no pudo extender esta revolución hasta sus espacios de lucha; es decir, en los sindicatos y en las organizaciones sociales y de masas. En ellas el PRI continuó imponiendo su dominio. Ahora, una vez que la movilización social terminó por dar un puntapié al PRI y sus resabios, sin duda que se abren nuevamente mejores condiciones para que el movimiento obrero y sectores depauperados emprendan la lucha por re apropiarse de sus instrumentos de lucha y por democratizarlos. Es posible que una revolución sindical esté en puerta. Fenómenos como la lucha de los trabajadores de la maquila en Tamaulipas, que rebasan a su dirección burocrática de la CTM, la renovación y reordenamiento en la dirección de la sección 22 de la CNTE o la conformación de un sindicato académico independiente en la UNAM, son pequeñas señales que apuntan en dicha dirección. Tenemos que estar alertas para dilucidar si realmente por esta vía va la lucha de los trabajadores, para formar parte de esta posible reorganización en puerta.

También hemos sido testigos de la deserción de dirigentes burócratas corruptos, operada más bien desde las altas esferas del poder. En estas deserciones no existe una irrupción de los trabajadores. Responden a una estrategia, con elementos de venganza, de parte del gobierno de AMLO para ir tomando los hilos de control. Tiene que ver más con pugnas internas entre el gobierno actual y los sindicatos que respondían al anterior.

Sin duda que también existe un elemento preventivo, la idea es liberar la presión existente hacia estos dirigentes. Es en este marco que deben situarse los pactos entre presidencia y dirigencias burocráticas charras.

Morena se juega un interés por hacer pie en el movimiento sindical, es parte de su estrategia. Por ahora el polo más claro de organización pretende erigirlo en torno a Napoleón Gómez Urrutia, el dirigente de los mineros; a la par, coquetea con otros  movimientos, como el magisterial, o promueve la creación de sindicatos paralelos.

En lo sucesivo sin duda asistiremos a un mayor protagonismo en las calles por parte de los trabajadores y en este protagonismo rebasaran por la izquierda o pasaran  encima de estos lastres de la lucha social.

Finalmente señalamos como un déficit a resolver, la necesidad de avanzar en el estudio más preciso del movimiento obrero y de la Ley Federal del Trabajo. En  sí mismo existen cambios con la llegada de AMLO, pero también hay cambios en la forma en que este gobierno pretende enfrentar al movimiento obrero.
                                                                                                                               
La Burguesía ve con desconfianza y desprecio el gobierno de la 4T

Desde el inicio de su gobierno fue notorio que un sector amplio de esta clase social no lo recibió con los brazos abiertos, más bien se ha mantenido distante. Tampoco ha existido el espíritu de colaboración y entendimiento como lo hubo en sexenios anteriores.
La burguesía y sus aliados ven con desconfianza, inseguridad y escepticismo al gobierno de AMLO. Las modificaciones a la ley educativa, su postura frente al aborto y más recientemente la puesta en marcha del aeropuerto en Sta. Lucía,  reforzaron todavía más esta desconfianza.

A esta inseguridad se suman los reproches al gobierno por lo que aprecian como falta de firmeza y como una negativa para reprimir a los sectores que salen a luchar. No quitan el dedo del renglón sobre la toma de las vías del tren en Michoacán y las luchas obreras en las maquiladoras al norte del país. La burguesía quisiera que el gobierno sacara a relucir su faceta represiva, pero se llevan tremendo chasco y desilusión cuando presencian una respuesta laxa y permisiva por parte de éste ante las movilizaciones, como pudieron presenciarlo en el caso del movimiento feminista, en las movilizaciones en la Ciudad de México y en la toma de vías del tren que continúan, ante la inacción gubernamental.

Si bien el clima de inseguridad dio como resultado una caída normal de la inversión nacional y extranjera, también es cierto que la burguesía, o un sector de ella, hicieron sentir el peso de su molestia y de su desconfianza utilizando esta reticencia a invertir como mecanismo de presión. No ceden en su exigencia de que se reviertan los proyectos educativos y aeroportuario, así como en aplicar el garrote contra la movilización popular.

Bajo este tenor un sector ha desarrollado un cierto activismo político y da muestra de querer integrarse más orgánicamente. Lo que sería una respuesta lógica ante el desprestigio y el debilitamiento de los referentes políticos burgueses derrotados por Morena.

La respuesta inmediata y consciente por parte de López obrador ante esta postura del gran capital, ha sido la de girar más hacia la derecha el timón de su política. A partir de ello se explican sus posicionamientos ante los megaproyectos, el tema migratorio, y su infame servilismo ante el gobierno de D. Trump. Pero, sin importar cuan solicito y servil sea AMLO, la burguesía no se siente satisfecha y le exige más.      

Con toda seguridad que conforme avance la administración seremos testigos de un mayor reforzamiento de este tipo de escenas impúdicas por parte del tabasqueño en su propósito por agradar a la burguesía nacional e imperialista, por consiguiente, también apreciaremos un mayor distanciamiento y confrontación con el movimiento popular.

Un gobierno pro neoliberal y pro imperialista que se desgasta de manera acelerada

En el plano económico la diferencia entre el actual proyecto que impulsa el gobierno del Peje, respecto al que proponía como candidato en las elecciones de 2012, estriba en el grado en que ha profundizado su enfoque neoliberal. Si en el 2012 su proyecto ya era neoliberal, en esta ocasión es profundamente neoliberal. Este giro lo llevará paulatinamente a un choque directo con el movimiento de masas.

El gobierno se encuentra atravesado por contradicciones. Destacamos dos:

1) Su llegada al poder es percibido, especialmente por las capas más empobrecidas, como un triunfo popular. Esto renovó el optimismo hacia las instituciones y sus mecanismos democráticos, también reimpulsó la lucha -con una moral más alta- por conquistas democráticas. Esta dinámica choca de frente, de manera brutal, con la postura que desde el inicio de su gobierno ha impulsado López Obrador por ejercer un mando personalista. Y choca aún más con la tentación latente por erigir un régimen de corte bonapartista.

Esta forma personalista de ejercer el poder le ha generado serios problemas y crisis al interior de su gobierno, dentro de su partido y en un sector de la burguesía y la opinión pública, que no ven con buenos ojos esta derivación dictatorial. La renuncia de funcionarios de primer nivel al frente de Secretarías dentro de su administración (ya cerca de una decena de ejecutivos de alto nivel) es un resultado por la negativa de esta forma de ejercer el poder por parte del tabasqueño.

De esta contradicción entre democracia y autoritarismo la balanza se inclina en favor de la democracia. Vemos difícil por ahora que López Obrador pueda generar las condiciones para cimentar un gobierno bonapartista. Su forma personalista de ejercer el poder no pasa más que ser eso, y por lo visto le genera resultandos negativos, tanto para él como para su gobierno.

2) Otro nivel relevante de contradicciones son las que se generan a partir del choque entre las iniciativas emanadas de un “gobierno popular de izquierda” y las presiones que recibe éste mismo por parte de la burguesía. A este nivel se le ve a Obrador, en la forma, como un gobierno ambivalente.

Mientras que por un lado a partir de ser producto del triunfo de la movilización social y por su vinculación con organismos de izquierda se encuentra forzado a impulsar iniciativas populares como lo fue en el caso del aeropuerto de la CDMX, las modificaciones que operó en favor del magisterio en la reforma educativa o la renuencia a reprimir las movilizaciones; por el otro, también resiente la presión de parte de la burguesía y la necesidad de plegarse a ésta. Iniciativas como los megaproyectos o su postura ante el tema migratorio y los Estados Unidos, expresan esta otra cara gubernamental.

En el tema de las movilizaciones es donde mejor se puede ver esta contradicción. Por un lado tiene dificultades para reprimir las luchas, como se reflejó en el caso de las maquiladoras y en Michoacán, por el otro está la exigencia y emplazamiento por parte de la burguesía para que el gobierno asuma un papel más firme y coercitivo.

No es que el actual sea realmente un gobierno de izquierda, es aún más proneoliberal y proyanqui que los anteriores. Lo que decimos es que AMLO resiente la presión del movimiento de masas y de grupos de izquierda –que están en su gobierno-, y como tal se ve presionado a dar una respuesta a este frente, que lo respaldó para llegar al poder. Esta presión la resiente en mayor medida cuando adicionalmente se ve aislado o cruzado por problemas críticos de la situación nacional.

De esta contradicción el peso se inclinará cada vez más hacia atender las demandas y exigencias de la burguesía y el imperialismo. 

3) En este arranque inicial es notoria una debilidad orgánica dentro del gobierno ¿A qué nos referimos? Resultado de arribar al poder empujado por un movimiento nacional que se decantó por esta opción en un corto periodo de tiempo, y debido a una revolución democrática que en el 2000 no terminó por extenderse hacia los sindicatos y organizaciones sociales, esto le creó un problema: La ausencia y/o evidente debilidad de una estructuración entre de la sociedad. Morena carece de todo el nivel de estructuras que distinguió al PRI en sus mejores momentos, recordemos el fenómeno del corporativismo gubernamental. Esto, a su vez, le plantea un doble problema: a) la debilidad de mecanismos de control sobre los sectores sociales y b) la necesidad de trabajar en la integración de órganos de este tipo, ya sea usurpando los existentes o generándolos. Para el movimiento de masas esta debilidad orgánica le significa que ahora una ruptura y confrontación directa con el gobierno es mucho más fácil de lo que pudo ser en el pasado.

Más allá de las contradicciones y debilidades del actual gobierno vemos que actualmente se está desarrollando en su interior un proceso de desgaste acelerado que lo podría llevar en un corto tiempo a un enfrentamiento con el movimiento popular que lo sentó en el  poder y a acelerar la dinámica de la lucha de clases.
A diferencia de los gobiernos progresistas de izquierda que lo antecedieron y que se impusieron durante años, el de AMLO se identifica por tener un ciclo de vida corto, precisamente porque llegó tarde al poder; esto significa que el gobierno de la 4T se hizo gobierno en un momento en que la oleada de los gobierno progresistas van en retirada de la escena internacional, dominados cada vez más por la austeridad, la corrupción y con un profundo perfil pro neoliberal y pro imperialista.

Si nos remontamos a junio de 2018 Morena llegó al poder con el respaldo de más de 30 millones de votos de ciudadanos que depositaron su confianza en AMLO, mientras que éste alcanzó un nivel de popularidad del 80 por ciento en su mejor momento. Una verdadera locomotora. Pero para octubre el índice promedio de popularidad de AMLO había caído un 68 por ciento, según una encuesta realizada por El Financiero. Esto fue  antes de los hechos Culiacán y de la familia LeBarón.

Ahora, a pocos días de cumplir su primer año en el gobierno, según una encuesta publicada por El Universal, del 15 de noviembre, este nivel de popularidad cayó diez puntos, para situarse en 58 por ciento.

La actual situación nacional ha impactado negativamente en la figura presidencial. No solamente tiene que ver con lo sucedido en Culiacán, la familia LeBarón y Ciudad Juárez. Este hecho tiene su relevancia porque marcó el punto de inflexión que detonó la bomba. Pero la caída responde a que la sociedad comienza a ver que el gobierno es incapaz para resolver el problema del narcotráfico y la consecuente violencia que crece como pandemia. Responde también a que la población ve que no solamente en este terreno es incapaz Obrador, también percibe que no puede con la economía que es ya una verdadera tragedia, y que además comienza  a ser presa de una crisis que evoluciona y comienza a envolverlo (a estas varias crisis habría que sumar la crisis cruenta dentro de Morena).  Percibe su personalidad pugilista, muy alejada de un mandatario del cual esperan seriedad y respuestas para los problemas que crecen día con día.

De tal manera que este nuevo escenario marca una tendencia involutiva se reflejará hacia los siguientes meses en una mayor caída en la popularidad del tabasqueño y en un mayor desgaste de su gobierno.

Este derrumbe real de un 22 por ciento ya prendió focos dentro del equipo del tabasqueño, pues al igual observan con angustia que esta caída puede profundizarse.

A partir del triunfo de Alberto Fernández a la presidencia de Argentina, se puso a debate la posibilidad de reavivar un bloque de gobiernos del sur de América Latina, encabezados por éste y por AMLO. Esta propuesta fue aplaudida por Maduro, presidente de Venezuela, quien inmediatamente le llamó Frente Anti neoliberal y anti imperialista, y convocó a su rápida integración. Más allá de los posicionamientos ¿Es real una alianza de este tipo?

Consideramos que ésta tiene muy pocas posibilidades. De entrada AMLO solo es anti neoliberal en el discurso, porque en la realidad no se ha movido un ápice de este política económica; de igual manera es patente su vocación pro yanqui, que ha quedado manifiesta en el tema de la relaciones comerciales, el T MEC, el servilismo mostrado durante la crisis migratoria y recientemente sobre el combate el narcotráfico. De darse, nos parece será una alianza raquítica, con muy pocas posibilidades de convertirse en una opción real.

Otro tema que sale a colación es el de la posibilidad de un nuevo impulso de los gobiernos de izquierda progresista. Este análisis forma parte del documento internacional, donde lo analizaremos a más detalle. Solo mencionaremos aquí que en nuestra opinión este tipo de gobiernos ya no tienen espacio político dado que su ciclo se ha cerrado. Las expresiones que surgen carecen de las condiciones objetivas para ponerse en pie.

Crisis en todos los partidos del régimen

Del pasado proceso electoral todos los partidos (con excepción de Morena) salieron golpeados en distintos niveles. Posterior a dicho proceso, prácticamente todos quedaron sumidos en una crisis. El PRD resultó el más afectado y la posibilidad de su desaparición se mantiene latente. Sin encontrarse en la misma situación, PAN y PRI de igual manera se encuentran atravesados por una crisis interna que los está llevando a un proceso de replanteamiento en ambos institutos. Su influencia y su popularidad en la sociedad sin duda han mermado, pero tampoco deberíamos darlos por muertos ya, ni desdeñar la posibilidad de un resurgimiento de alguno de estos organismos hacia las siguientes elecciones.

Líneas arriba señalamos que la aparición de Morena vino a darle un nuevo aire al régimen político, ahora habría que añadir que a pocos meses de ser gobierno Morena se encuentra presa de una severa crisis, a lo mejor más grave y profunda a la que resienten los otros partidos, que ahora son oposición. Como resultado de no ser un partido con un programa y proyecto sólido, pero espacialmente por haberse convertido en tren electoral que cobijó a lacras de distintos perfiles, ahora este organismo se ve constantemente sujeto a peleas internas entre las distintas corrientes político-corruptas por hacerse de la hegemonía. Y de estas luchas descarnadas ni San Andrés los ha podido salvar, o por lo menos regular.

La sanguinaria lucha por la presidencia de Morena protagonizada por Luján-polevnsky-Delgado-Rojas se ha convertido en una verdadera carnicería que además de haber expuesto públicamente la instrumentación de las peores prácticas y métodos utilizados por el PRI y el PAN, ha dejado una seria fractura al interior. Es Posible, inclusive, que esta crisis esté degenerando en un o varias rupturas; las convocatorias opuestas y excluyentes de Bertha Luján y de Yeidckol Polevnsky para realizar un congreso del partido, apuntan en esa dirección. Aun cuando por el momento pudiesen negociar una salida común al conflicto, las relaciones entre los distintos bandos quedan muy dañadas y agrietadas y se ventilan como permanentes. El peje por su parte pasó de tratar de imponer orden (sin lograrlo) a convertirse en un convidado de piedra, para finalmente amenazar con su salida del partido como una acción desesperada.   

La pregunta es ¿Acudiremos a un escenario en dónde podamos presenciar una mayor diversificación de opciones político-electorales? No queda del todo claro por el momento. Lo que si queda claro es que en esta nueva situación se generan mejores condiciones para proponer e impulsar una opción de izquierda radical en el terreno electoral y en el de la lucha de clases.

Una espacio para la izquierda radical.                     

En la actual coyuntura Morena sigue siendo nuestra principal competencia entre el movimiento obrero y popular, porque se sigue presentando como un partido de izquierda y un sector importante de la sociedad lo ve así. Esto lo confirman nuestros compañeros que militan en magisterio y en general lo percibimos en nuestras fuentes de trabajo y en la relación cotidiana. Si bien la careta de este organismo se viene desdibujando. Sigue manteniendo una importante presencia. En nuestro documento Qué dice el marxismo sobre el gobierno de AMLO” del pasado mes de marzo (y que forma parte del BDI No. 4) desarrollamos una extensa elaboración sobre cómo enfrentar a este gobierno y su partido, líneas que reivindicamos totalmente y que ya no repetiremos.

Pero esta no es la única lucha, ahora que Morena es gobierno y comienza a desgastarse, se está abriendo cada vez más un espacio a su izquierda y sobre el cual necesitamos reflexionar para ver de qué forma o cómo ocupar dicho espacio.

Debemos colocarnos ante el movimiento de masas como una opción real de izquierda, con un programa y una política que reivindique e impulse el movimiento de los  explotados y sus luchas. Un programa que lleve a la toma del poder por parte del proletariado.

En este momento seguimos bajo el peso de la borrachera electoral amlista, pero esta va diluyéndose conforme avanza el gobierno, y lo más seguro es que cada día se verá más obligado a aplicar sus políticas fondomonetaristas y de represión al movimiento de masas.


¿Cual es la actual situación en la lucha de clases?

Culminamos con esta pregunta a manera de conclusión, para la cual no tenemos una respuesta precisa y la planteamos a esta instancia para su deliberación.

De lo que si tenemos certeza por todo lo expuesto, es que no estamos en una situación no revolucionaria, pues vemos crisis económica e institucional, división en la burguesía y en el poder y luchas en las calles. Tampoco estamos en una situación revolucionaria ya que no existe una crisis completa o total en el orden económico y político, no existen vacíos de poder o una burguesía que además de dividida se encuentra sin saber qué hacer, tampoco vemos grandes movilizaciones de masas, ni que un sector de la clase media gire hacia posiciones proletarias.

Lo más posible es que en este momento estemos en tránsito hacia una situación prerrevolucionaria. Pero lo planteamos como una hipótesis a discusión.

 Noviembre de 2019



*El presente es uno de los boletines de discusión para la conferencia nacional del Partido Obrero Socialista de México


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