Chavismo y trasnacionales se unen en la minería




Ramón Centeno

El Arco Minero del Orinoco se localiza en el estado de Bolívar, el más extenso de Venezuela. Casi del tamaño de Chihuahua, el estado más grande de México. El Arco Minero (AM) abarca la mitad de Bolívar, extendiéndose sobre las ramificaciones sureñas del río Orinoco, las que se adentran en la cuenca del Amazonas. El chavismo, bajo el gobierno de Nicolás Maduro, se propone explotar la diversidad minera de esta zona.

Para ello, el chavismo ha lanzado empresas mixtas bajo el modelo cubano. Esto es, empresas donde se asocian capital estatal y privado. Para el caso del AM, el estado venezolano tendrá la participación del 55%. Una primera pregunta podría ser si el Estado no puede realizar esas actividades por sí mismas sin invitar al capital extranjero. Pero antes, el problema principal es que la explotación se realizará mediante la megaminería. O sea, el tipo de minería más depredador con el medio ambiente; el más contaminante. Lo cual es bastante preocupante dentro del Amazonas, el principal pulmón del planeta. Además, están los costos humanos: serán desplazados (más bien, lo están siendo) los pueblos indígenas que hoy habitan la zona.

El AM es uno de los puntos donde no hay mayores diferencias entre el Estado chavista y la oposición de derecha, la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
La derecha venezolana (como la de cualquier otro lugar) está fascinada con la posibilidad de que el capital extienda su presencia en el país y, sobre todo, de que lo haga sin dejarle todo el pastel al Estado. Segundo, porque la MUD es bastante cuidadosa de no chocar de frente con el Ejército.

Las Fuerzas Armadas son las principales interesadas en el AM. Para su explotación, crearon la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg). Esta empresa chavista es y será la socia de las trasnacionales que ya se saborean el AM. En su incapacidad de desarrollar las fuerzas productivas del país, el chavismo, en lugar de superar el extractivismo (aplicado al petróleo), lo ha extendido a la minería. El resultado será: depredación ambiental, dependencia del exterior y más poder para el ejército y las trasnacionales.        

    *Este texto apareció en  El socialista 389. Septiembre de 2017.




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