El gobierno de AMLO visto desde el marxismo



Comité Central del POS                                 

Oaxaca, 16 y 17 de marzo de 2019

En la historia ya hubo gobiernos como el de AMLO y fueron estudiados cuidadosamente por los marxistas. El primero fue el gobierno “provisional” en Rusia, entre marzo-octubre de 1917. Este gobierno se presentó como el que había terminado con el régimen autocrático y feudal de los zares, y que llevaría a cabo los cambios que el pueblo anhelaba. De la misma manera, el gobierno de AMLO se presenta como el que tuvo el mérito de enterrar al P RI-AN, y el que llevará a cabo una “IV Transformación”, una serie de cambios profundos en favor del pueblo.

Otros gobiernos de este tipo fueron los de Negrín-Caballero en España, en los años 1930s, que destronaron a la monarquía a través de elecciones; el de León Blum en Francia, en 1936, y el de Francois Miterrand (1981-1995). La política de apoyo que le dio la OCI de Francia a este último gobierno ocasionó un duro dela bate entre las corrientes trotskistas encabezadas por Pierre Lambert y Nahuel Moreno. De esa polémica rescatamos un texto de Miguel Capa, de 1981, que hizo el análisis más completo del fenómeno y que aquí citamos profusamente.

“La cuestión principal de la estrategia de la clase proletaria”

León Trotsky llamó a estos fenómenos  “gobiernos de frente popular” y les atribuyó una importancia enorme: 

“En nuestra época, el frente popular es la cuestión principal de la estrategia de la clase proletaria”, escribió. [1]

No exageraba. Si Lenin no hubiese hecho prevalecer en 1917 sus tesis sobre esta cuestión, no hubiera habido revolución socialista. Como sabemos, en abril de 1917 la mayoría de líderes bolcheviques estaba por apoyar al gobierno provisional, un gobierno burgués contrarrevolucionario. En España, el que el partido comunista haya apoyado al gobierno de frente popular condujo a una derrota que todavía se hace sentir, con más de cien mil muertos en la guerra civil. 
Las consecuencias de que el pueblo confiara en un gobierno de frente popular, como el de Salvador Allende, en Chile, en 1973, también fueron trágicas. Allende nombró ministro de Defensa a Augusto Pinochet y se fotografiaba con éste, “para convencer a las masas de que confiaran en los oficiales.” La experiencia terminó en un golpe de Estado y más de 20 mil asesinados.

Gobiernos que provienen de triunfos populares 

Una definición de este tipo de gobierno es que los partidos obreros colaboracionistas de clase ocupan ministerios y un lugar dominante. No son entonces gobiernos sólo formados por burgueses, también gobiernan miembros de partidos obrero oportunistas.

Trotsky estudió otras formas de frente popular. Cuando vivió en México definió al abuelo del PRI y al gobierno de Lázaro Cárdenas como un “frente popular”. En el PRI coexistían los sectores obrero y campesino con la burguesía, y los intereses de ésta última prevalecían.

Dice Miguel Capa que “los gobiernos frentepopulistas son consecuencia de un triunfo, electoral o revolucionario, de las masas e implican una derrota equivalente de la burguesía y sus partidos más representativos.”

En México en 2018 hubo una derrota histórica de los dos o tres partidos burgueses tradicionales, el PRI, el PAN y el PRD. En este sentido, lo ocurrido el año pasado fue un gran paso adelante en la evolución política del pueblo mexicano. Al votar el pueblo contra el PRI, PAN y PRD tuvo un gran acierto. Pero al votar por AMLO y Morena cometió un error gravísimo. De acuerdo con la dialéctica cualquier cosa es una “unidad de contrarios”. En el voto de julio de 2018 en México por AMLO se condensó dramáticamente esta verdad.

Un gobierno contrarrevolucionario con un gran apoyo popular

De acuerdo con Miguel Capa, puede resumirse así lo que dijo Trotsky sobre los gobiernos frentepopulistas:

1. El triunfo contra la burguesía abre una mejor relación de fuerzas para la clase trabajadora.

Tenemos que ver si esto es cierto para el México de hoy. Probablemente sí tenemos los trabajadores mejores condiciones y ya lo estamos viendo con lo de Matamoros, los bloqueos de ferrocarriles por los maestros de Michoacán y otras luchas.

2. Tiene el apoyo y la confianza de las masas. “Establece una relación completamente distinta, anómala, con la conciencia de las masas trabajadoras.” Por ejemplo, “antes del triunfo de Miterrand los trabajadores franceses odiaban al gobierno de Giscard d’Estaing, mientras que ahora [1981] consideran que el de Mitterrand es su gobierno.”

Pensamos que con AMLO sucede en México algo muy parecido, la mayoría del pueblo considera que es su gobierno, lo que nunca ocurrió con Peña Nieto o Calderón.

3. Son un tipo diferente de gobierno burgués. “En las formas ‘clásicas’ del frente popular participa un ala burguesa (no toda ella, ya que no es un gobierno de unidad nacional). El resto de la burguesía permanece afuera; beligerante, tolerante, o, a menudo, cómplice y expectante.”
“La burguesía, que consideraba a Giscard como ‘su’ gobierno, ahora mira a Mitterrand como ‘adversario o enemigo’.”

En México el gobierno de AMLO entró en conflicto con los empresarios que estaban detrás de la construcción del nuevo aeropuerto. Desde hace décadas no ocurría algo parecido. Por más concesiones que AMLO le hace a la burguesía, no consiga contar con su plena confianza.

4. Otorga a las masas algunas concesiones formales, para desviar la lucha contra el Estado capitalista.

Vemos cómo AMLO se empeña en hacerse de una clientela social mediante nuevas políticas asistencialistas.

5. “Su propósito es desmoralizar y desmovilizar a los trabajadores, conduciéndolos a mayores sufrimientos o a derrotas históricas.” Estos gobiernos tratan de evitar estallidos sociales, previenen crisis revolucionarias. 

6. “Apoya a su imperialismo (en los países metropolitanos)”.

 En México, AMLO apoya a Trump en la mayoría de sus políticas, entre ellas la migratoria y no ha hecho una sola declaración en contra del presidente norteamericano ni tomado ninguna medida contra éste.

7. “Intenta preservar lo esencial de las instituciones burguesas del régimen anterior.” “Lo que sintetiza la sustancia contrarrevolucionaria de todos los gobiernos frentepopulistas es su actitud ante el aparato de estado burgués, las fuerzas armadas y la burocracia estatal.” Estos gobiernos “defienden sistemáticamente a la casta de oficiales y a la estructura burguesa de las fuerzas armadas.”

Esto también vale completamente para AMLO, como podemos verlo con la formación de una Guardia Nacional basada en las fuerzas armadas, y en las concesiones económicas que les está haciendo.

8. “La burguesía acepta la incomodidad de los gobiernos de frente popular siempre que le aseguren la continuidad de la explotación y la acumulación capitalista.”

9. Brinda al trotskismo una mejor oportunidad para crecer y fortalecerse. “La del frente popular es quizá la única etapa en que se dan todas las condiciones para superar la crisis de dirección revolucionaria, pues sólo en ella el rol de las direcciones traidoras se vuelve plenamente visible ante las masas.” “La clase obrera se ve obligada a enfrentar a un gobierno burgués. La lucha contra la burguesía tiene que chocar inevitablemente, en forma directa o indirecta, con ese gobierno que, tarde o temprano se desnuda como enemigo declarado de las masas explotadas.”

El sectarismo ante este tipo de gobiernos

“¿Cuál es el elemento de la realidad que el sectario abstrae frente a un gobierno frentepopulista? Que es un gobierno burgués, lo cual es un hecho. Pero esa afirmación, elevada por encima del resto de la realidad, se trasforma en que es igual a todos los demás gobiernos burgueses. El sectario se niega a tomar en cuenta dos cuestiones fundamentales: la primera y decisiva es que los obreros lo consideran como su gobierno. La otra característica es que la burguesía no considera a éste su gobierno y, por lo tanto, lo enfrenta, lo combate. Un marxista no puede dejar de tomar en cuenta estos dos hechos.
“Sin embargo, el sectario se niega a cambiar su lenguaje, su táctica, sus consignas anteriores. En épocas “normales”, cuando el gobierno burgués es odiado por el movimiento obrero organizado, es correcto levantar consignas cuyo eje es ‘Fuera el gobierno burgués’. En la Rusia zarista, la gran consigna era “Abajo el gobierno zarista”.

Pero esta política y estas consignas tan diáfanas, esta táctica inequívoca de enfrentar y tratar de voltear al gobierno burgués, se complican cuando éste es frentepopulista u obrero–capitalista. En estos casos, no podemos decir, como antes, “Fuera el gobierno”, porque el gobierno burgués no es ‘normal’.

El sectario, con el argumento de que los dos son iguales, se niega a cambiar sus consignas y su lenguaje pisoteando así las ilusiones y las creencias de las masas. En última instancia, expresa un desprecio por las aspiraciones de los trabajadores. Lenin y Trotsky eran tan respetuosos de la falsa conciencia, de las ideologías e ilusiones del movimiento obrero, que ambos levantaron consignas parecidas para relacionar a los revolucionarios con el movimiento obrero al comienzo de los gobiernos frentepopulistas. Mientras las masas creyeron en el gobierno provisional ruso, Lenin no planteó su caída. Lanzó la orientación de “explicar pacientemente” a las masas, todos los días, que era un gobierno contrarrevolucionario. Se dirigió con las siguientes palabras a los trabajadores:

“Si vosotros creéis que este es vuestro gobierno, no lucharemos por ahora para que caiga. Pero no lo es, es vuestro enemigo. Queréis paz y él prolongará la guerra, él tiene interés en la guerra. Este es un gobierno capitalista, imperialista. ¿Queréis pan y tierra? Nunca la tendréis de este gobierno porque éste es el gobierno de los dueños del pan y la tierra, de los capitalistas y los terratenientes. ¡Sólo un gobierno de los soviets, de los obreros y los campesinos pobres, os podrá dar paz, pan y tierra! Cuando os convenzáis de que este gobierno es vuestro enemigo, el enemigo de los obreros y los campesinos pobres, ¡nosotros lo voltearemos!”.

Oportunismo y trotskismo

“Pero el mayor peligro que acecha al movimiento revolucionario en la etapa del gobierno frentepopulista es el oportunismo” – afirmó Miguel Capa. “Lo sufrieron el Partido Bolchevique frente al gobierno provisional, y el movimiento trotskista francés frente a Blum, y el español frente a Largo Caballero–Negrín.

Como el gobierno frentepopulista siempre es consecuencia de un triunfo del movimiento obrero, abre una etapa en que éste cree tener el gobierno de su lado y que se van a solucionar los problemas.

“Se produce una borrachera generalizada que se filtra en las filas del movimiento revolucionario. Los dirigentes revolucionarios sufren una presión todavía mayor y suelen confundirse más que la base, pues se les agrega el trabajo de ablandamiento que les hacen los dirigentes burocráticos gobernantes.
“Ya vimos que el oportunista, lo mismo que el sectario, se caracteriza por abstraer unos pocos elementos de la realidad, sobredimensionarlos y creer que son toda la realidad.

“¿Qué elemento abstrae el oportunista? Las ilusiones o supuestas ilusiones de las masas. La clase obrera siempre tiene una desgraciada ilusión en sus dirigentes oportunistas. Cuando estos suben al gobierno, inicialmente ésta se multiplica y se combina con otras dos, tan o más nefastas que la anterior: las masas creen que el gobierno es “suyo”. Las viejas y nuevas creencias se confirman cuando ven que la burguesía se opone, odia y enfrenta al gobierno. A las masas se les graba nítidamente la ilusión de que su único enemigo es la burguesía.

El oportunista abstrae esa falsa conciencia, generalmente exagerándola, y formula toda o casi toda su política acomodándose a ella

“De este modo, el oportunista pasa a combatir solamente a la burguesía, suspendiendo la denuncia de los partidos obreros contrarrevolucionarios y de su gobierno.

“Este análisis y esta política son equivocados y peligrosos, porque la razón de ser del trotskismo es enfrentar siempre a dos enemigos mortales: a la burguesía, en el conjunto de la sociedad y con el método de clase contra clase; y a las burocracias sindicales, socialdemócratas y stalinistas, dentro de nuestra clase, donde ellas se incrustaron como casta parasitaria para servir a la burguesía.

“Son dos luchas que, en realidad, son dos caras de una misma moneda, pues el movimiento obrero no podrá derrotar a la burguesía mientras no derrote al enemigo interior, pérfido y siniestro.”

En este tenor, Trotsky criticó a Stalin que, en marzo de 1917, planteaba que el partido revolucionario tenía que apoyar los  “avances” del gobierno provisional y criticar lo que hiciera mal:

“Las conclusiones de Stalin respecto al gobierno provisional –escribió Trotsky- entran de lleno en la fórmula equívoca de los conciliadores: ‘Hay que apoyar al gobierno provisional en la medida en que éste consolide los avances de la revolución; por el contrario, no se le deberá apoyar en aquello en que sea contrarrevolucionario.’” (Historia de la revolución Rusa, L.T., cap. XV, Los bolcheviques y Lenin).

Una política revolucionaria

Dice Miguel Capa que hay cosas en las que tenemos que estar muy adelante de las masas y que éstas son la denuncia de estos gobiernos, así como en la educación y la propaganda.

Pero en “las propuestas para la acción”, tenemos que estar lo más próximos a las masas.

“Para que las masas, falsamente ilusionadas, puedan entender nuestro planteo, la política revolucionaria debe tener dos aspectos: la explicación del carácter traidor y contrarrevolucionario del gobierno, que debe ser sistemática, aprovechando las múltiples oportunidades para ello, y el planteo de qué gobierno proponemos en su lugar, (aunque al principio no digamos ‘abajo el gobierno’).
“Tal ha sido la política leninista trotskista respecto a los frentes populares. En Rusia, en 1917, al principio, los bolcheviques no llamaron a derribar al gobierno provisional. Pero desde el primer día que Lenin llegó a Rusia, el 1 de abril, proclamó: “ninguna confianza en el gobierno provisional” y pasó a desarrollar una campaña contra él, denunciando sin piedad cada una y todas sus medidas contrarrevolucionarias, a pesar de que los bolcheviques eran una pequeña minoría y la confianza de las masas en el nuevo gobierno era abrumadora. En este aspecto, Lenin no se distanció uno sino mil pasos de las masas. Su único límite fue no llamar al derribamiento del gobierno mientras las masas no lo compartieran. 

Para Lenin y Trotsky se trata de hacer campañas permanentes, de basar la política en la denuncia del gobierno frentepopulista y en el planteo positivo de un gobierno distinto.

“Dice el refrán: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Podríamos parafrasearlo diciendo: “dime qué dices todos los días del gobierno, dime qué otro gobierno propones, y te diré qué eres”.
Por otra parte, están las luchas obreras y populares. “Bajo el frente popular, más que bajo un gobierno burgués “normal”, toda lucha implica —directa o indirectamente— desobedecer, contradecir y hasta enfrentar al gobierno.

“El oportunista se ve, entonces, en figurillas, porque él no quiere atacar al gobierno ni a los aparatos burocráticos. Entonces, tiene que optar: está con las huelgas o está con el gobierno.

“Y ahí empiezan sus problemas. Comienza a sugerir, por ejemplo, que no se deben hacer huelgas sino petitorios. O que las huelgas están mal orientadas, porque “separan” a los obreros del gobierno.

“La capitulación de los oportunistas ante el gobierno frentepopulista se extiende a todos los terrenos. De hecho, el oportunista deja de presentarse como una alternativa ante las masas: no tiene nada fundamentalmente distinto que proponer.”

“El oportunista se guía por la ley absoluta de no chocar con las masas, mucho menos va a chocar cuando ellas festejan una medida que parece confirmar sus expectativas e ilusiones en el gobierno. Ese razonamiento lo hace caer en la famosa fórmula de Stalin de apoyo a las medidas progresivas y rechazo a las negativas. Lenin debió erradicar esa orientación que, de continuar, hubiera frustrado la revolución rusa.

Trotsky consideró a esa fórmula stalinista como el más ruin y nefasto de los oportunismos, pues todas las medidas del gobierno, aun las aparentemente “positivas”, están al servicio de su plan contrarrevolucionario. Precisamente, lo característico de este plan consiste en utilizar las concesiones para desmovilizar a las masas y desmontar la revolución.” (El gobierno Mitterrand, sus perspectivas y nuestra política, Miguel Capa, 1981).

Lenin consideraba que apoyar al gobierno provisional era traicionar. Así lo dijo en su primera “Carta desde lejos”:

“Quien diga que los obreros deben apoyar al nuevo gobierno en interés de la lucha contra la reacción zarista, traiciona a los obreros, traiciona la causa del proletariado, la causa de la paz y de la libertad. Porque, en realidad, precisamente este nuevo gobierno ya está atado de pies y manos al capital imperialista, a la política imperialista de guerra y de rapiña; ya ha comenzado a pactar con la dinastía; se encuentra ya empeñado en la restauración de la monarquía zarista”.

“El llamado a apoyar al nuevo gobierno es un ejemplo clásico de traición a la causa de la revolución y a la causa del proletariado, traición que condenó a muerte a muchas revoluciones del siglo XIX, independientemente de lo sinceros y leales al socialismo que hayan sido los dirigentes y los partidarios de tal política.”

Lenin exigía expulsar del partido bolchevique a aquellos que manifestaran apoyo o confianza en el gobierno provisional, aun en el momento en que este gobierno fue amenazado por un golpe de Estado por el general Kornilov:

“Existiendo la terminante resolución del Congreso, cualquier bolchevique que hubiera llegado a un acuerdo con los defensistas para “dar acceso” o para expresar en forma indirecta confianza en el gobierno provisional (al que se defiende, según se afirma, de los cosacos), sería, por supuesto, inmediata y justicieramente expulsado del partido”.  Lenin. Obras Completas . Buenos Aires: Editorial Cartago, 1970. Tomo XXVI, p. 328.

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