Daniel
Campos*
Todos los medios económicos y políticos, los círculos imperialistas y analistas burgueses hablan de la “Guerra comercial” entre EE.UU y China. Este es un tema de debate mundial y en la izquierda. ¿Es China un enemigo del imperialismo? ¿Van EEUU y China a la guerra? ¿Qué significa la “guerra arancelaria” que provoca disputas entre las dos economías más grandes? Para abordar el tema bien vale comenzar por una definición correcta de que es China, y hacia dónde va el gigante asiático. Tratamos el trabajo del revolucionario mexicano Cuauhtémoc Ruiz, dirigente del Partido Obrero Socialista de México, publicado en septiembre del 2016 llamado: “China: Un estado obrero degenerado con un poderoso sector privado”. En ese trabajo “Cuate” mediante un esfuerzo de elaboración teórico- política, plantea la idea de que la República Popular China es aún un estado obrero degenerado, con un fuerte sector privado. Esa caracterización, en nuestra opinión, debe ser corregida para poder observar la definición de estado de China, el rol que está jugando en la acumulación capitalista, y el que cumple en la actual crisis mundial del capitalismo
En este texto rendimos homenaje al
esfuerzo y mérito del camarada “Cuate” que ha puesto el dedo en un tema de
debate crucial que es el rol de China y su ubicación en la lucha de clases
mundial. En el capítulo 9 del libro “China, capital estatal, sector privado y
obreros insurgentes” Cuauhtémoc realiza
un extraordinario esfuerzo de contribución que se vuelve más importante
teniendo en cuenta el intenso debate en todos los medios económicos y
políticos, los círculos imperialistas y analistas burgueses que hablan de la “Guerra comercial” entre EE.UU y China. ¿China
y EE.UU son enemigos? ¿Van hacia la guerra? Y también tomando en cuenta el
trabajo de Cuate podemos preguntarnos: ¿Estamos en presencia de una disputa
entre el mayor estado imperialista contra un estado obrero?
Es cierto que, como afirma “Cuate” en su trabajo, China ha registrado altas
tasas de crecimiento durante varias décadas. Pero ese crecimiento a partir del
estallido del pico agudo de la crisis mundial del capitalismo en el 2007, se
frenó. Desde el 2012 el PIB Chino comenzó su caída y la crisis ha colocado a
China desde hace tres años en recesión. De ese modo, la economía China está impulsando
una fuerte tendencia recesiva en el conjunto de la economía
capitalista mundial, y está actuando como un factor que provoca un agravamiento
la crisis global del capitalismo.
En su análisis de China, Cuauhtémoc da
singular importancia a que proporciones de la economía de China está en manos
del estado, y cuanto en manos privadas. Podemos sintetizar el análisis de
Cuauhtémoc de la siguiente manera: La mayoría de la tierra en China es estatal,
la mayoría de la industria también está en manos del estado, la banca es de
mayoría estatal, la pequeña y mediana empresa también, la parte privada en
China es pequeña, por lo tanto, China es aún un estado obrero, degenerado,
porque lo gobierna una dictadura burocrática, pero es un estado obrero al fin.
Es más, afirma Cuauhtémoc, el avance económico de China en las últimas décadas no
fue financiado por la inversión imperialista, sino por la inversión de los
campesinos, y el ahorro interno. Pero la pregunta que surge inmediatamente de
la lectura de este trabajo es: ¿Es correcto definir el carácter
de un estado por la cantidad estatal, y la cantidad privada que contiene su
economía?
El método para definir
el carácter de clase de un estado
El método utilizado por Cuauhtémoc para definir el
carácter de clase del estado chino puede llevar a conclusiones erróneas. Si se
lo utiliza para analizar otros estados a lo largo de la historia puede llevar a
definiciones equivocadas. Por ejemplo, si con este
método analizamos la URSS en sus primeros 11 años entre 1917 y 1928 no está
claro si podemos calificarla como un estado obrero. Lenin y Trotsky no
expropian a la burguesía inmediatamente tras tomar el poder en la Revolución
Rusa. Luego durante la guerra civil si lo hacen, pero más tarde bajo el plan económico llamado la NEP en 1921, fomentan la
inversión privada. Es decir, la proporción de economía estatal y economía
privada de la URSS durante esos primeros once años cambia todo el tiempo, y no
siempre es predominante la economía estatal en ese lapso histórico. Con ese criterio
solo se puede definir a la URSS claramente como un estado obrero cuando toma
las riendas del país Stalin para imponer la colectivización forzosa, a partir
de 1928, justamente cuando el estado obrero comienza a degenerarse.
Pongamos otro ejemplo, con el método de
observar cuanto de estatal, y cuanto de privado hay en un estado para definirlo,
podemos confundir a los estados fascistas con estados obreros. Los regímenes de
Mussolini y Hitler tendieron a llevar a cabo estatizaciones de ramas vitales de
producción para que el estado fascista tuviera un absoluto control económico de
la infraestructura del país. Sin embargo, a pesar de que la economía era de
mayoría estatal, los estados fascistas eran estados capitalistas, y la URSS de
los primeros 11 años era un estado obrero. Hay muchos ejemplos
de otros estados a los cuales podemos definirlos erróneamente si adoptamos el
método de observar cuanto de estatal y cuanto de privado hay en su economía. Y
la cuestión radica en cómo definir un estado ¿Cómo lo definimos?
Para definir correctamente a un estado debemos
responder a la siguiente pregunta: ¿Para qué clase social gobierna el estado?
Si el estado gobierna para las multinacionales y monopolios, para la ganancia
capitalista, es un estado burgués, aunque tenga su economía estatizada, como ocurrió
con los estados fascistas. Si es un estado que gobierna para la clase obrera,
si su centro es el desarrollo de la revolución proletaria a nivel nacional e
internacional, es un estado obrero, aunque gran parte de su economía sea
privada.
Es decir, el método de observar cuanto de estatal y
cuanto de privado hay en la economía, nos puede llevar a conclusiones completamente
erróneas. Lenin y Trostsky para construir el primer estado obrero de la
historia de la humanidad tuvieron como centro el impulso a la revolución mundial,
y en ese marco, consideraban la expropiación y la estatización de la economía
como un problema táctico. Al principio de la construcción de la URSS hicieron
enormes concesiones económicas a la burguesía y el imperialismo mundial, pero a
la par desarrollaban la III Internacional y ponían toda la fuerza del estado y
sus recursos, el Ejército y la maquinaria estatal en defender al
estado obrero y desarrollar la revolución obrera mundial.
No definimos a la URSS de Lenin y Trotsky como un estado
obrero porque la mayor parte de su economía sea estatal, sino porque el aparato
estatal está al servicio de defender a la clase obrera y extender su revolución
a los demás países capitalistas. Si aplicamos este criterio para China debemos
preguntarnos: ¿Para qué clase social gobierna el estado de China? Y la respuesta
es categórica: Es un estado cuya maquinaria, recursos y ejército están al servicio de la ganancia de las multinacionales y
monopolios imperialistas. Es un pilar fundamental del capitalismo mundial, porque
la fuerza violenta de la maquinaria del estado Chino está al servicio de lograr
las mayores tasas explotación obrera del mundo.
El método del estado chino es la represión violenta
de la clase obrera, la ilegalización de sus organizaciones, y la persecución,
secuestro y matanza de todos aquellos que enfrentan la dictadura del PC Chino.
Así, con una brutal dictadura, es como China logro las tasas de explotación obrera
más importantes. Y así fue como consiguió convertirse en un verdadero “paraíso” de los monopolios que no
lograban en sus países donde tienen sus casas matrices, las tasas de
explotación que sí lograron en China.
El estado Chino es burgués y es capitalista, porque
trabaja para lograr la mayor explotación de trabajo humano al servicio de las ganancias de los Conglomerados
Globales que dominan la economía capitalista mundial. Y esto es así aunque
China lleve adelante este trabajo con una bandera roja, aunque se diga socialista, aunque construya muchas
estatuas de Marx y Engels, y aunque el partido que conduce el estado se llame
Partido Comunista. E incluso, aunque parte de su economía permanezca
estatizada. Todo el fetichismo “obrero y
socialista” de China está al servicio de cubrir y ocultar una horrorosa
dictadura de los monopolios, los cuales tienen una parte muy importante de sus
inversiones en China.
La economía China está en
manos de los monopolios imperialistas
El “fetichismo obrero y socialista” del estado
Chino provoca una tremenda confusión en sectores de la vanguardia mundial. Toda la ubicación y
presentación del estado Chino, al igual que el cubano, pretende hacer creer a
las masas del país y del mundo que viven en un estado diferente a los estados
burgueses. El “fetichismo obrero y
socialista” del estado Chino con sus banderas rojas, el nombre socialismo
en su constitución, las estatuas de homenaje a Marx y Engels, la
elección del Comité Central y sus “Congresos
Comunistas” buscan engañar el verdadero sentido del estado, y los intereses
que defiende. Pero el “fetichismo obrero
y socialista” del estado Chino no es solamente político, es también
económico. Y una parte fundamental de ese “fetichismo” es la existencia de enormes
empresas estatales Chinas, sus bancos y corporaciones que pretenden hacer creer
que China es independiente, obrera, y controla su propia economía.
La realidad es muy
diferente. Así como el “fetichismo” político
del estado Chino busca ocultar su carácter explotador y burgués, la enormes “empresas estatales” de China provocan
confusión acerca de la penetración del capital privado y el dominio del
imperialismo en la economía de China. Incluso lleva a sectores marxistas a
plantear que China es un “nuevo imperialismo”. La realidad es que esas enormes “empresas estatales” no son tales, y están penetradas hasta los
tuétanos de capital imperialista. Todas las empresas y marcas chinas están
asociadas al capital imperialista. En China no está Google que es la empresa más
importante de informática en el mundo, en China la empresa de informática que
domina la economía se llama Alibaba, cuyo dueño, Jack Ma, está asociado al yerno de Donald Trump, Jared
Kushner en un fondo de inversión denominado Cadre. Dicha sociedad está
respaldada por el financista George Soros y BlackRock, un fondo de inversión
gigantesco que es la fachada del Bank of América. ¿La “Guerra comercial” que declara Trump a China es para llevar al
fracaso los negocios del esposo de su hija? Es poco probable, porque Jared Kushner, Jack Ma y Donald Trump comparten
sociedades y negocios. Es decir, el “fetichismo” Chino
es también para ocultar las profundas relaciones existentes entre los máximos
oligarcas del PC Chino, con los funcionarios y dueños de las Conglomerados
Globales que dominan la economía mundial.
¿Cómo llega el capital imperialista a la economía de China?
Las Inversiones Extranjeras Directas (IED)
concurren a territorio Chino desde Hong Kong, una isla que fue colonia
británica, y es un “paraíso fiscal”. A partir de 1980 el gobierno de Deng Xiaoping utilizó Hong Kong como
plataforma para la creación de las “zonas
económicas especiales” donde el capital goza de todos los beneficios, a
partir de lo cual las IED y el capital imperialista tuvieron todas las
facilidades políticas para apropiarse de
la economía China. Cuauhtémoc tiene un análisis completamente
equivocado de Hong Kong y su rol en la economía de China. Para Cuauhtémoc, Hong Kong no es parte de China, su bolsa de valores no
forma parte de la economía china, y de ahí expone su visión de que la bolsa de
valores china es pequeña, y sus ganancias van al estado. Así pone esta cita
en su trabajo:
“Si se suman los totales de capitalización bursátil
de las dos Bolsas de Valores chinas tenemos un total de $265.82 billones de
dólares (2008), mientras que el total de la Bolsa de Valores de Hong Kong es de
212.88 billones y la de Tokio, mucho más elevada, de 392.5
billones….curiosamente, el valor combinado de ambas Bolsas de Valores es mucho
más pequeño que el de la de Tokio (y eso sin considerar a las otras cinco
bolsas japonesas más pequeñas). Este hecho por sí mismo indica que, de entre
las enormes ganancias de las empresas chinas, sólo una parte relativamente
pequeña es puesta a la venta en las Bolsas de Valores y, en consecuencia, es
sujeta a las leyes del mercado financiero. La mayoría de las enormes ganancias
de las compañías chinas van a las arcas del Estado y, eventualmente, son
reinvertidas a través del gasto público.”
Es decir para Cuauhtémoc las dos
bolsas de valores chinas son “más chicas
que la de Hong Kong” y las enormes ganancias de las empresas chinas van “al estado”. El problema es que Hong
Kong es parte de China. Y por lo tanto China tiene tres bolsas no dos, una es la
Bolsa de Shangai, la otra es la de Shenzen y la tercera es la de Hong Kong. La bolsa de Hong Kong trabaja en equipo con las bolsas
de Shangai y Shnzen y el capital imperialista, las IED, fluyen tranquila y
legalmente por ahí. Tras la derrota de las masas de 1989 en Plaza Tiannamenn,
todo el proceso de penetración de las IED se aceleró, y con ellos, el beneficio
de los Conglomerados Globales imperialistas comenzó a ser tan importante, que el imperialismo británico devolvió Hong Kong a China en
1997.
Ningún imperio entrega una isla a
un país, salvo que considere que sus ganancias están protegidas y en buenas
manos. Con el traspaso de Hong Kong a China hace ya más de 20 años, el imperio
británico le facilitó a la oligarquía de magnates del PC Chino, la creación de
negocios y enriquecimiento. Es decir, para saber cuánto capital ingresa a china
hay que sumar las dos bolsas de valores de Shenzhen y Shangai con la de Hong
Kong, con lo cual la masa de capital que concurre a China, supera largamente los
valores de la bolsa de la 3era economía mundial que es la de Tokio en Japón. Todo esto sin mencionar un dato ausente en el trabajo
de Cuauhtémoc: La existencia de la “Banca
en las sombras” de China, que se fue construyendo desde Hong Kong. La unión de Hong Kong con la economía de China se fue constituyendo a
partir de la conversión de la oligarquía del PC Chino en magnates, un ejemplo
es Jiang Zemin, Secretario General del PC Chino y
líder del país durante toda la década de los ‘90, quien llevó adelante
operaciones de lavado de dinero desde la provincia de Jiangsu a través de
proyectos financiados por el gobierno central. De ese modo, Zemin diseñó el
plan de privatización de las empresas estatales mediante préstamos del estado
para la asociación de las Corporaciones estatales chinas con los Conglomerados
Globales imperialistas.
Esta asociación alcanzó tal
magnitud, que el hijo Jiang Zemin, Jiang Mianheng, creó en el año 2002 la
Corporación Grace Semiconductor Manufacturing Corporation, en la cual colocó como
asesor a Neil Bush, hermano de George Bush, el entonces presidente de EE.UU. La privatización de las empresas estatales preparó el terreno
para la transferencia de los jerarcas del PC de sus activos privados a Hong
Kong, lo que contribuyó a un mayor lavado de dinero que permitió, por ejemplo,
al hijo del líder de China, Jiang Mianheng, apropiarse de las empresas China
Netcom Telecomunicaciones Limited, la Industria del Automóvil de Shanghai, la
Shanghai Information Network, y la Shanghai Airport Corporation, sólo por citar
algunos ejemplos. Así fue como la oligarquía del PC Chino se fue apropiando y
privatizando todas las empresas estatales en asociación con los Conglomerados
Globales. El nieto del líder de China, Alvin
Jiang se graduó en Harvard y fue
funcionario de Goldman Sachs, desde donde creó la empresa Boyu Capital con sede
en Hong Kong, que atrajo inversionistas de alto perfil como el hombre más rico
de Asia, Li Ka-Shing, y el fondo soberano de Singapur, Temasek Holdings Private
Lted.
La entrada de
China a la Organización Mundial del Comercio en el 2001 facilitó el flujo de
las IED, lo cual se verifica en las cifras frías de las inversiones extranjeras
en China y la estructura de sus Corporaciones. Todo este proceso provocó que las
más grandes empresas estatales chinas se vayan convirtiendo en empresas profundamente
asociadas al capital imperialista y extremadamente dependientes de él.
Sólo analizando
las primeras cinco empresas estatales que dominan la economía de China
observamos como penetra el capital imperialista en ellas.
La
1er empresa de China, la petrolera SINOPEC, está
asociada a Exxon y la Corporación Multinacional JP Morgan Chase. Exxon y JP
Morgan Chase llevaron adelante en la petrolera SINOPEC inversiones de más de 3 mil millones de dólares desde el
2005 para triplicar la capacidad de la refinería de Fujian de 80,000 barriles
por día a 240.000. La petrolera SINOPEC es mostrada al mundo como una “empresa estatal china” pero en realidad
la entrada de Exxon a SINOPEC le permite un dominio a la petrolera
norteamericana sobre vastas regiones del país. Exxon busca construir un
complejo petroquímico, y la comercialización de combustible que gestionará 750
estaciones de servicio y una red de terminales en Fujian, una de las provincias
que primero pasó al capitalismo y donde se asentó una “zona especial” en Xiamen, puerto vital para la exportación.
La 2da empresa
gigante estatal de China es la empresa de energía StateGrid,
un monstruoso conglomerado industrial que controla la gigantesca red eléctrica china.
Esta red es muy atrasada y en varias de sus partes está a
punto de punto de colapsar, razón por la cual StateGrid celebro un acuerdo en
el año 2011 con la Corporación norteamericana General Electric (GE) a través de
la empresa Wuhan Nari, que pertenece al grupo StateGrid.
El acuerdo estratégico de GE con StateGrid busca a modernizar la red eléctrica
china con una inversión de más de 100.000 millones de dólares, que es destinada
para redes inteligentes en primer lugar, y luego destinada a todas las redes. De
este modo la 2da compañía de China tendrá financiamiento de la compañía fundada
por Thomas Alva Edison, quien asociado a la Banca Morgan finalmente renombrara
la empresa como General Electric.
La 3era empresa más
importante del país es la Corporación Nacional del Petróleo de China (CNPC). CNPC creo en
el año 2000 la empresa Petrochina Company Limited establecida
como empresa privada con la figura legal de Sociedad Anónima de Responsabilidad
Limitada. Esa figura legal permitió a Petrochina cotizar en bolsa, pero al
principio no
cotizaba en ninguna de las dos bolsas chinas, sino que cotizaba directamente en
las bolsas de Nueva York y Hong
Kong. En virtud de la Ley de Sociedades Anónimas, promulgada por el PC Chino para privatizar
las empresas del estado, CNPC
controla el 86% de Petrochina, y el 14% del restante paquete accionario está
compuesto por acciones tipo H para inversores extranjeros que fueron
aprovechadas para ser compradas y obtener partes de la compañía, por millonarios como el estadounidense Warren Buffet y la
corporaciones Berkshire Hathaway y Wells Fargo, que él controla.
Pero el resto de las
acciones tipo A, que componen el 86% del paquete accionario solo para
ciudadanos chinos, triplicaron su valor a partir de que en 2007 Petrochina
empezó a cotizar en las bolsas de Shenzen y Shangai. Claramente los “ciudadanos chinos” jerarcas del PC o vinculados a la oligarquía de funcionarios y nuevos
ricos de china, comercializaron esas acciones, obteniendo las
corporaciones del mundo enormes ganancias a costa de las empresas y trabajadores chinos. En el 2015
el presidente de CNPC Zhou Jiping fue galardonado por la Asociación de
Ingenieros de Texas, por sus “aportes”
al desarrollo de la industria, mientras que las ganancias proporcionadas
fueron tan grandes que PetroChina ganó amplios reconocimientos en el mercado
internacional de capitales por el American Petroleum Intelligence Weekly;
Business Week y recibió el galardón como "la
compañía más rentable de Asia en el ejercicio del año 2006".
La 4ta empresa de China es la de telefonía y
telecomunicaciones llamada China Mobile Hong Kong que
supuestamente es una empresa “estatal”.
El detalle es que la empresa tiene su domicilio en…Tortola, Islas
Vírgenes Británicas, una isla que está bajo dominio del imperialismo británico.
El surgimiento de China Mobile Hong Kong marcó el hito de ser la primera gran
privatización de empresas del estado en 1997, el comienzo de la
reestructuración y la inclusión en el extranjero de grandes empresas estatales
directamente bajo el Consejo de Estado de China. La privatización y surgimiento
de China Mobile Hong Kong fue la mayor operación de privatización de Asia en
1997, y fue llevada a cabo por un banco de inversión chino fundado 2 años
antes, en 1995, llamado China International Capital Corporation Limited (CICC).
CICC es una de las principales empresas de banca de inversión de China que se
fundó a partir de un acuerdo entre el Banco de Construcción de China, y la
Corporación Multinacional de EE.UU Morgan Stanley. Surgió así en 1995 el primer
banco de inversión mixta chino-extranjero, con China
Construction Bank y Morgan Stanley como sus accionistas más grandes, con una
participación de 42,5% y 35%, respectivamente.
La
5ta empresa de China es el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC). El ICB se convirtió en el banco más grande del
mundo gracias al apoyo que 3 "inversores
estratégicos" en el año 2006 inyectaron 3.700 millones de dólares.
Esos 3 “inversores estratégicos” del
ICBC son, primero Goldman Sachs el
Conglomerado Global norteamericano que hizo su mayor inversión global, luego el Dresdner Bank (2do banco de Alemania)
y luego American Express de
EE.UU. Podemos continuar haciendo el análisis del resto de las compañías
Chinas, que mostraran una composición de capital similar. Es decir, el esquema de Cuauthemoc de que la
mayoría de la economía China es estatal, se derrumba apenas se rasga un poco al
interior de esas empresas estatales chinas.
Las empresas estatales
chinas están fuertemente asociadas al capital imperialista, y los intereses de
la oligarquía de magnates del PC Chino están profundamente vinculados a los
intereses de los funcionarios de los Conglomerados Globales imperialistas. El nieto
del líder de “China Comunista” es un
funcionario de Goldman Sachs, los oligarcas del PC Chino crean empresas privadas
con domicilio legal en paraísos fiscales como Hong Kong o Islas Vírgenes
británicas, las empresas estatales crean empresas privadas que cotizan en la
bolsas de Nueva York o Hong Kong, y a través de todos esos mecanismos, el
capital imperialista va penetrando en las empresas estatales.
China y EE.UU asociados por los “déficits gemelos”
Los “déficits
gemelos” de EE.UU, el déficit fiscal y el déficit comercial, son el sostén de toda la economía
capitalista imperialista mundial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. China
cumple desde hace 30 años un rol clave en el financiamiento de esos déficits
gemelos. En “El Fin de las
Multinacionales” explicamos
que los “déficits gemelos” de EE.UU permitieron al sistema capitalista
imperialista mundial salir de la grave crisis de posguerra, y conformar un
nuevo régimen global de acumulación capitalista conocido como el del “estado
del bienestar” o “régimen keynesiano de acumulación capitalista” basado en el
aporte del estado de EE.UU para la reconstrucción capitalista de Europa,
conocido como “Plan Marshall”.
El “Plan
Marshall” permitió a los monopolios de EE.UU pasar a dominar la economía
mundial. Fue una inversión gigantesca del estado norteamericano que disparó el déficit
fiscal de EE.UU con lo cual se constituyó así el “primer déficit”. Sobre la base del eje de
acumulación EE.UU- Europa, y una vez que los monopolios de Estados
Unidos se establecieron globalmente, las multinacionales comenzaron a producir
bienes para el mercado mundial, y sobre todo para el mercado de Estados Unidos.
La entrada masiva de productos al mercado norteamericano exportados por las
empresas norteamericanas en la posguerra, crearon el “segundo
déficit”, el comercial. Ambos déficits, conocidos como “déficits gemelos”, buscaron asegurar las ganancias de las
multinacionales y son el sostén de toda la economía
mundial capitalista desde hace 70 años.
Cuando comenzó el proceso de agotamiento
del régimen de acumulación keynesiano y las multinacionales capitalistas
alrededor de la década de los ‘70s, el imperialismo mundial busco conformar un
nuevo régimen de acumulación emergente, que hoy
conocemos como “Globalización”.
Surgieron los Conglomerados Globales y alrededor de su dominio creciente de la
economía, se modificó también la división internacional del trabajo con un eje de acumulación basado en el tándem EE.UU- Japón y Tigres del Sudeste- Asiático (Tailandia, Malasia, Corea, Singapur, etc). En esos países y
en esa región del mundo el imperialismo mundial halló tasas de explotación
superiores a las de la clase obrera europea.
La crisis de
Japón en los 90’s cambio la configuración del régimen de acumulación de la Globalización. Durante la década del 90’s, por
la alta tasa de explotación localizada en China, el eje
de acumulación paso a ser EE.UU- China, y las multinacionales de EE.UU y el G7, instaladas en
China, hicieron grandes ganancias merced a las altas tasas de explotación de
mano de obra barata. En China se consolidó el
trabajo esclavo y semi- esclavo, las “tiendas del sudor”, las largas y extenuantes jornadas laborales
que permiten una enorme tasa de superexplotación obrera.
De ese modo, para las multinacionales imperialistas
instalarse en China fue una invitación a fabricar muy barato con lo cual, las
mercancías “made in China” inundaron
el mercado mundial como expresión de la conversión de un país predominantemente
campesino, en una enorme factoría, donde las multinacionales gozan de todos los
privilegios. China se convirtió en pilar mundial del capitalismo y las
multinacionales mediante una brutal represión del estado y la dictadura del PC
que impide a los trabajadores y el pueblo los más mínimos derechos democráticos
a reunión, reclamo, movilización o sindicalización, mientras sus dirigentes se
convierten en millonarios y burgueses oligarcas.
Las multinacionales se ubicaron en
China y luego, aseguraron sus ganancias mediante la colocación de sus productos
en el mercado de EE.UU. De ese modo, el
déficit comercial de EE.UU que antes era mayormente con Europa, pasó a estar conformado
ahora mayormente por China. Pero EE.UU impuso un acuerdo por el cual a
cambio de la instalación de las multinacionales norteamericanas, el estado
Chino se comprometió a comprar de bonos
del Tesoro de los Estados Unidos. Fruto de ese acuerdo China,
se convirtió en el principal tenedor de bonos de Tesoro de EE.UU con 1.15
billones de dólares, superando a Japón que tiene
1.09 billones. De este modo el estado Chino pasó a ser el más importante
financiador del estado de EE.UU.
En la
base de esta colaboración financiera se encuentra la asociación de las Corporaciones de EE.UU con la oligarquía del PC de China. La sociedad de
ambas clases dominantes transformó a China en “socio menor” de EE.UU. Es
decir, el estado norteamericano emite bonos que China compra con lo cual, China
financia parte del déficit fiscal de EE.UU. Gran parte de los capitales que “salen” de EE.UU para invertir en China,
“vuelven” para otorgar fondos al
Tesoro de EE.UU, lo que permite financiar una parte del déficit estatal y alimenta
el circuito de flujo de capital entre ambos países. Al
concentrarse una magnitud extraordinaria de capitales por la inversión directa,
así como el desarrollo de un enorme superávit fiscal por su carácter
privilegiado de “socio menor” de EE.UU, China se transformó en una “Sub-metrópoli”,
es decir, actúa como una sede del capital imperialista que es redistribuido con
inversiones globales.
China exporta
globalmente capital desde las empresas chinas, bajo la protección de estado
chino. Actúa “Tercerizando” así el
flujo del capital imperialista y lo expande, con lo que la oligarquía del PC
extiende sus negocios, un hecho que ha llevado a muchos analistas y
comentaristas a definir a China como “imperialismo”. Nada más alejado de la realidad. La
oligarquía del PC Chino expande sus inversiones mundialmente como parte de su
status de socios menores de los Conglomerados Globales imperialistas. La
categoría de “Sub- Metrópoli”, es
cuando un país capitalista que se encuentra bajo el dominio del capital
imperialista, concentra inversión y capitales de tal magnitud que lo convierte
en un exportador de capital y productos. Esto lo diferencia de una semicolonia,
que también está bajo el dominio de una potencia imperialista, pero en una
situación aún inferior porque no posee la magnitud de capital e inversión que
le otorgue la capacidad de exportar capital en grandes magnitudes. China es una
sub-metrópoli, como tienden a serlo también Brasil, India, Rusia y Sudáfrica,
los llamados países “BRICS”. China
exporta productos y capital todo el tiempo, sus empresas estatales y bancos se
instalan y financian proyectos globalmente, pero bajo el dominio de los
Conglomerados Globales imperialistas.
El cuadro muestra que
China es un polo de concentración de capitales. La tendencia de
inversiones de capitales, las IED es
creciente. Fuente: UNCTAD, 2015
El desarrollo del capitalismo
Chino y sus contradicciones
Una de las razones que lleva a Cuauhtémoc a definir
a China como un estado obrero es el tamaño de la burguesía, que él considera
pequeño, como lo coloca en la siguiente cita: “…existen 11 millones de
millonarios en el mundo (personas que tienen más de un millón de dólares,
aparte de su residencia), de los cuales 3.104 millones están en EU y en China
hay 562 mil. Brasil tiene 165 mil. En México, según WealthInsight, hay 145 mil
millonarios. Otra fuente sostiene
que en 2009 en los EEUU había 7.8 millones. La burguesía china, en un país con una economía que tiene un
volumen casi tan grande como la estadounidense, es seis o doce veces menor que la yanqui. Su peso social es todavía
muchísimo menor, si consideramos la población. Para tener el peso de la norteamericana, el empresariado chino tendría
que alcanzar un número de entre 13-27 millones. Pero, recordamos, apenas son
medio millón”. Es decir, para Cuauhtémoc China debería tener
entre 13 y 27 millones de millonarios para ser considerada capitalista, pero
como tiene solo medio millón, este dato la coloca fuera de esa categoría.
Sin embargo según el estudio del Boston
Consulting Group hay en China 1 millón 240 mil millonarios. Desde
el comienzo de la crisis mundial del capitalismo en el 2008, la burguesía creció
un 65%, con lo cual China pasó a ser el segundo país con más millonarios del
planeta con una riqueza calculada en 152
billones de dólares. La burguesía China es ahora el 0.1% de
la población, con lo cual ya no se diferencia en nada del resto de las naciones
capitalistas. EE.UU se mantiene como la
nación con más ricos, con 7 millones 135 mil, pero China nunca puede tener una cifra en similar proporción por una
razón muy sencilla: China es un país capitalista, pero no es un país
imperialista. Estados Unidos si lo es. Por lo tanto China no puede tener la
misma proporción de burgueses que Estados Unidos.
Pero
aun teniendo en cuenta que China es una Submetrópoli, y no es un país
imperialista, tiene una cantidad enorme de burgueses que la coloca entre los
países capitalistas más importantes del mundo.
Es decir, y para terminar
de definir lo que es China, hablamos de un país que tiene un Banco Central que compra
y atesora bonos del Tesoro de EE.UU. Sus Corporaciones están asociadas a los Conglomerados
Globales imperialistas, domiciliadas en paraísos fiscales bajo control de EE.UU
o Gran Bretaña. La clase dominante está compuesta por casi un millón 250 mil burgueses
y oligarcas, ¿el 1% de la población?, compuesta en gran parte por la
jerarquía del PC, devenidos en millonarios en sociedad con las corporaciones
imperialistas. Los miembros de esa oligarquía y sus círculos están vinculados a
los funcionarios de corporaciones imperialistas como Goldman Sachs, JP Morgan Chase u otros. Es una oligarquía que
tiene como objetivo central la asociación con el capital imperialista, con Wall
Street, y sus Conglomerados Globales, por lo cual China es una “sub- metropolí”, es decir, concentra y
exporta capital en su condición de socia menor del capital imperialista.
Nada
indica que China sea un estado obrero. Ya vimos que el estado no se define por la
cantidad de propiedad estatal o privada que existe, sino por la clase social al
servicio de la cual esta puesta la
maquinaria estatal. Y desde el punto de vista de la definición marxista
del estado, la maquinaria estatal de China está al servicio de los
Conglomerados Globales capitalistas. Pero incluso observando también cuanto de
capital privado y estatal hay en la economía, de las enormes masas de capital
invertido desde Hong Kong, o Taiwán, de la cantidad
de burgueses que crece sin cesar, China es un estado capitalista. China es una submetrópoli
capitalista con un fuerte desarrollo que fue llevado cabo bajo el impulso de
las Corporaciones imperialistas, con la anuencia de las Corporaciones imperialistas
y en beneficio de las Corporaciones imperialistas. La caracterización de que
China es un estado obrero deformado no se corresponde con ningún dato de la
realidad, y debe ser corregida para comprender la realidad de China y su rol en
el sistema capitalista imperialista mundial.
La grave crisis que se incuba en China
Pero debe ser corregida no solo por eso. Es necesario corregir y
ubicar en su justo lugar el carácter del estado chino y su rol en la economía
capitalista mundial para comprender las implicancias que tiene ahora la grave crisis
que atraviesa la economía de China. Porque si China se convirtió desde hace 30
años en un pilar del sistema capitalista mundial, ahora puede convertirse en un
factor de su derrumbe. A partir del estallido de pico agudo de la
crisis mundial del capitalismo en el 2007, los Bancos Centrales de los países
capitalistas más importantes han inyectado alrededor de 30 y 35 billones de
dólares en carácter de salvatajes para rescatar a los Conglomerados Globales
que quebraron masivamente. Esa maniobra salvo a los Conglomerados, pero agravo
todas las contradicciones del sistema capitalista imperialista mundial.
En China ha ocurrido exactamente lo mismo. China ha realizado
salvatajes por alrededor de 6 billones de dólares, y de este modo el Banco
Central del Pueblo de China ha llevado a cabo la mayor inyección de masas de
capital en calidad de salvatajes del mundo entero, superando a los rescates
hechos por Banco Central Europeo, o la Reserva Federal de EE.UU, por ejemplo. A
partir de estos acontecimientos, la economía de China ha comenzado a sumergirse
en una profunda crisis, que puede golpear gravemente al conjunto del sistema
capitalista imperialista mundial.
Durante casi 20 años la economía de China creció logrando un
PBI con una tasa de entre el 10% y el 12% anual. Durante ese lapso las
inversiones imperialistas se asentaron en China, aprovechando la alta tasa de
explotación y plusvalor proporcionada por la dictadura del PC que reprimió
violentamente a la joven clase obrera emergente. China produjo cantidades
monumentales de mercancías listas para ser exportadas al mundo entero y se
convirtió en la mayor exportadora del mundo, con lo cual desarrolló un colosal
polo portuario compuesto por de más de 200 puertos en sus costas de los mares
de China contiguos al Océano Pacífico. En el momento en que el PBI de China
crecía a una tasa de entre el 10% y 12%, la economía mundial crecía con un PBI
en una tasa que oscilaba entre el 4% y 5 %.
Cumpliendo las leyes de la acumulación capitalista, a la vez
que acumuló una masa gigantesca de capital, China desarrolló simultáneamente una
poderosa clase obrera constituida por cientos de millones de trabajadores,
una joven clase obrera emergente que fue
reprimida violentamente por la dictadura del PC. El mismo fenómeno se reprodujo
en la India, y en el conjunto de los países del Sudeste- asiático, regiones en
donde hace 50 años, no existían los poderosos proletariados que existen hoy.
Pero tras el estallido del pico agudo de la crisis del
capitalismo mundial entre los años 2007 y 2008 la economía mundial se derrumbó
al -2% anual. Las tasas negativas del PBI global podrían haber sido peores, sino
hubiese sido por los monstruosos salvatajes inyectados por los Bancos Centrales
de los principales países capitalistas. El comercio mundial se derrumbó. Tras la caída de Lehman Brothers
el volumen del comercio mundial se derrumbó en caída libre de 12.500 puntos del
Baltic Dry a 700. Esto significó un brutal golpe a la economía China, cuya
columna es el comercio mundial y la exportación.
Tras los monumentales salvatajes, el PBI mundial salió de los
índices negativos, pero sufrió una reducción de entre un 25% y un 30% bordeando
la recesión. Los índices del PBI global oscilan hoy entre el 2% y el 3%, un crecimiento
débil y mediocre, bautizado por la jefa del FMI Christine Lagarde como “la nueva mediocridad”, es decir, una
perspectiva de bajo crecimiento económico por un largo período. Con este panorama,
la situación de China cambió por completo. Enormes porciones de su economía
quedaron en estado ocioso, el capital sobreacumulado comenzó a sufrir
descapitalización y pérdidas, comenzó el cierre de empresas, la quiebra, y la
pobreza y miseria se extendió a sectores de la población urbana agolpada junto
a las ciudades.
No tardó en extenderse una oleada de huelgas. Acompañando
el proceso de huelgas que estallaron en todo el mundo contra los recortes de salarios, de pensiones
y empleos, los trabajadores mal pagados, en China la joven clase obrera fue a
la huelga directamente a enfrentar la explotación, consiguiendo aumentos
salariales de dos dígitos. Sólo en Shenzen en 2014 la empresa Foxconn, de
propiedad taiwanesa y mayor proveedora de material electrónico del mundo, afrontó
una huelga de casi medio millón de trabajadores, que producen millones de iPods
e iPhones de Apple, así como ordenadores y teléfonos móviles para marcas como
Nokia, Dell y Sony. La muerte por suicidios en Foxconn desató un escándalo
nacional, condujo a un aumento inmediato del 30% en los salarios de menos de
100 libras esterlinas mensuales, y ayudó a generar abandonos reivindicativos
del trabajo en fábricas y proveedores de Honda, Hyundai y Toyota, además de en
otros centros productivos en toda China.
Las
huelgas, se organizaron por teléfono y en foros de la red fuera de las
estructuras oficiales, y la repercusión en la cadena globalizada en el corazón
del sector exportador chino de alta tecnología fue muy potente. De ahí comenzó
una escalada imparable de aumentos del salario mínimo, y las huelgas pusieron a
sectores de la oligarquía del PC Chino a la defensiva, concediendo los fuertes
aumentos del salario mínimo para calmar a las masas y evitar una insurrección.
El levantamiento en Guandong de la clase obrera china, puso al rojo vivo todas
las contradicciones de la economía capitalista, y llevo a la oligarquía del PC
a profundizar un rumbo político y económico que puede hace explotar a la
economía capitalista mundial
La burbuja
inmobiliaria más grande de la historia
Los salvatajes implementados por el Banco del Pueblo de China
no solo no resolvieron la crisis, sino que la agravaron. Tras inyectar billones
de dólares la economía de China cayó en recesión que por el tamaño de la
economía China se calcula a una tasa por debajo del 7%. China registra
actualmente una tasa del 6,5%, a pesar de la fabulosa inyección de dinero que
se utilizó para fondear los bancos, que lo utilizaron para hacer negocios otorgando
préstamos para viviendas. Todas las provincias y gobiernos locales abrieron
oficinas para otorgar esos préstamos. Millones de chinos acudieron a acceder a
los préstamos inmobiliarios, aprovechando las bajísimas
tasas de interés, el precio barato de la moneda nacional, el yuan, lo que
desató la fiebre constructora en todo el país.
Pero la fiebre constructora encendió la inflación, los precios de
las viviendas, los materiales de construcción, de cementos, ladrillos, cables, todos
los precios fueron empujados hacia arriba y por la gran demanda, las casas
empezaron a sufrir una tendencia al alza, a pesar de las políticas del gobierno
para frenar el auge de precios. Las cifras más escandalosas las registra la
isla meridional china de Hainan, con incrementos de un 64,8% de alza para la
vivienda nueva en Haikou, la capital. Y con aumentos de un 50,4% para las casas
de segunda mano, después de que en diciembre el gobierno local decidiera
convertir la isla en un centro turístico internacional.
Con el aumento de precios, en un país de salarios
bajísimos, la población no pudo pagar los préstamos. El Financial Times comenzó a denunciar desde el 2010 que la
burbuja inmobiliaria china era peor que la que explotó en EE.UU en el 2007.
Los departamentos vacíos, de familias que no pueden pagarlos, fueron en aumento
día a día, acumulando una enorme masa de incobrables. El precio de las viviendas chinas se disparó a 27 veces el de los
ingresos medios, cinco veces más que la media mundial. Los gobiernos locales tuvieron grandes beneficios
por las comisiones por ventas, a lo cual se sumó el desarrollo de un inmenso
mercado de capitales, denominado “la banca en las sombras”
Para poder afrontar sus crecientes
deudas, un sector de la población china buscó ayuda en las financieras ilegales,
que los propios jerarcas del PC alentaron en sus provincias para darle curso a
los préstamos. Millones pidieron dinero prestado a un tipo de interés muy alto a
estos bancos en la sombra, que comenzó a transformarse en el 50% de los préstamos bancarios totales
emitidos. A su vez, la banca china en sociedad con la banca en la sombra emitió
instrumentos financieros llamados WMP (Productos de Gestión Patrimonial, en
inglés Wealth Management Product), que contenía esas millones de hipotecas que
se vendían en todo el país. La banca china hizo lo mismo que los Conglomerados
Globales que emitieron los CDO (Collateralized Bebt Obligation), los CDS
(Credit Default Swap), o los MBS (Mortgage Backed Securities), que hicieron
explotar a la economía de EE.UU en el 2008.
Los WMP atrajeron
capitales del mundo entero, y de este modo, el gobierno de China estableció una
sociedad entre la banca “oficial” y
la banca “en la sombra”, basada en el
sector inmobiliario que comenzó a administrar masas enormes de capital. Hacia
julio del 2015 las bolsas Chinas se derrumbaron, lo que obligó al Banco Popular de China (PBoC,
banco central) a implementar salvatajes vía el China Securities Finance Corp. equivalente
a 160.963 millones de dólares, una
monstruosa cantidad de dinero, para que los banqueros no quiebren. Los cálculos de los Conglomerados
Globales como BlackRock, Credit Suisse y Bank of América advierten que existe
en China una colosal burbuja de alrededor de los 15 billones de dólares, la más
grande del mundo. También en relación con el PBI de China, se trata de
una burbuja especulativa cuya relación PBI/tamaño supera a todas las existentes,
ya que es mayor al PBI de China que es de 12 billones USD.
La
monstruosa burbuja China es probablemente la mayor sobreacumulación de capital
que se registre sobre un producto en la historia, en términos absolutos y relativos.
Es equivalente a la mitad de los
salvatajes que se han hecho desde el 2008 hasta ahora en el mundo entero por
todos los Bancos Centrales, y es uno de los mayores peligros que
afronta la economía capitalista imperialista mundial. Los salvatajes iniciados
en el 2008 han creado decenas de burbujas inmobiliarias en París, Londres,
Toronto, y algunas de las ciudades más importantes del mundo, han hechos más
grandes y peligrosos a los Conglomerados globales como Goldman Sachs, y JP
Morgan Chase, han profundizado la desigualdades globales entre ricos y pobres,
y han provocado una crisis inédita del crédito y el dinero, los instrumentos en
los que se apoya todo el capitalismo. Pero junto a ello, han creado una
monstruosa cantidad de deuda en China, una sobreacumulación de capital, basada
en la burbuja especulativa montada sobre la industria inmobiliaria del país.
Una
de las expresiones más grotescas de la crisis inmobiliarias china, y de la
irracionalidad del capitalismo, son el desarrollo de las denominadas “ciudades
fantasmas”, construidas a través de cientos de kilómetros
de distancia, que se encuentran a lo largo y ancho del país, desde Chenggong, en la oriental
provincia de Yunnan, hasta el más conocido Distrito de Kangbashi, en la ciudad
de Ordos, en la septentrional provincia de Mongolia Interior. Son megaciudades que están
completa o parcialmente vacías, como la Nueva Ciudad de Jingjin que imita a
París, o Yujiapu, que imita a Nueva York. Tienen monumentos,
paseos, shoppings, aceras, plazas, etc. Tienen la réplica del arco de triunfo o
la Torre Eiffel. Pero nadie vive en ellas.
Al lado de miles de kilómetros cuadrados de edificios o
casas vacías, la gente vive hacinada en precarias casitas de las que apenas
pueden pagar el alquiler. El capitalismo muestra con las “ciudades fantasma” de China todo el horror y la irracionalidad de
un sistema que sólo vive al servicio de las ganancias. Para que la burbuja
inmobiliaria no explote, el estado chino debe garantizar que siga adelante la
construcción de miles de kilómetros de casas y departamentos, aunque nadie las
habite. Hay toda clase de opiniones disparatadas acerca de las “ciudades fantasma” de China, desde
argumentaciones que dicen que son un mensaje para los extraterrestres, hasta
que son un “defecto” de la
planificación económica. Pero la única explicación coherente es que los
banqueros y empresarios capitalistas chinos, asociados con los capitalistas de
EE.UU y el mundo, han montado una burbuja de la que no saben cómo salir.
Todas
las burbujas especulativas en la historia han estallado, y sobre todo, las
inmobiliarias. Si la burbuja China llega a reventar, puede provocar el colapso
de la economía China, y por la importancia de China y su vinculación con los
Conglomerados Globales, puede hacer reventar a Goldman Sachs, JP Morgan Chase,
a Bank of América, a varias economías del Sudeste Asiático y a varios Bancos
Centrales. No va a haber salvataje, ni dinero suficiente disponible para
rescatar al mundo capitalista si esa burbuja explota. Y las autoridades del
capitalismo mundial, ya saben de esto. Todo los jefes de las potencias
capitalistas, de las principales economías capitalistas del mundo entero, los
economistas capitalistas, los jefes de los bancos centrales, todos saben que
las burbujas explotan, tarde o temprano. Y están intentando desesperadamente
que esta burbuja no explote, o en el mejor de los casos, que cuando lo haga,
sus efectos no sean devastadores.
La “Guerra Comercial”:
El plan de ajuste para China
Cuando
Donald Trump eleva los aranceles para los productos chinos, el mensaje del
imperialismo mundial para China es claro: “Exporten menos”. Exportar menos significa reconvertir
toda la economía, porque China no tiene un mercado interno con capacidad de
absorber todas las mercancías que produce para los 5 continentes, y EE.UU.
Además, si China debe ajustar su producción a la actual realidad de la economía
capitalista mundial, debe cerrar al menos 70 puertos, y con ello, liquidar
ciudades, ramas enteras de la producción vinculadas a la exportación en gran
escala, lo que afectaría ciudades, regiones, enteras, y generaría una ola de
quiebras y millones de desocupados.
La
única manera de valorizar semejante capital sobreacumulado que significa la
monstruosa burbuja china es quemando capital. Pero eliminar puertos, ciudades,
sectores de clase capitalista, puertos y maquinaria no puede llevarse a cabo de
manera pacífica. La única manera de llevar a cabo semejantes medidas es
mediante una guerra civil. Los jefes de las potencias capitalistas son
perfectamente conscientes de lo que está sucediendo y tienen claridad respecto
del curso que está tomando la crisis en China. Por eso están presionando cada
vez más fuerte a la oligarquía del PC Chino, para que desmonten la burbuja que
han montado.
Las
negociaciones comerciales se vuelven interminables, pero la conclusión es
clara: Para el imperialismo la economía de China debe ajustarse. Pero la
economía de una submetrópoli de 1 300 millones de habitantes que produce el 30%
de las mercancías del comercio mundial no se ajusta igual que como se ajusta
cualquier otra economía. No alcanza con reducir los planes de salud y
educación, o subir la edad jubilatoria. Tampoco estas medidas resuelven la
crisis de los países imperialistas, en todo caso, lo que Donald Trump, y el
coro de gobiernos y gerentes del capitalismo están planteando para China, es lo
que ellos no se han atrevido a hacer en sus economías.
Donald Trump, Theresa May o
Macron debieron haber dejado caer a sus Conglomerados Globales, les debieron
permitir quebrar, y de ese modo General Motors, por ejemplo, hubiera
desaparecido, y miles de empresas, ciudades, puertos, barcos, y maquinaria
también. Pero eso hubiera producido la guerra civil en EE.UU. La que los
escribas del capitalismo, analistas, economistas defensores del capitalismo y
charlatanes denominan “Guerra Comercial” en realidad no es tal. La denominada “Guerra
Comercial”, es la imposición de un plan de ajuste, muy complejo y complicado,
para una economía sobre la cual los Conglomerados Globales han hecho un
verdadero desastre. Un desastre no sólo en términos de especulación
capitalista, sino también en términos de daño ambiental y cambio climático.
Quienes
quieran ver la perspectiva de buques Chinos y norteamericanos lanzándose
misiles mutuamente, pueden esperar sentados algo que nunca sucederá. Y quienes
quieran ver la crisis de la economía de China, separada de la crisis de la
economía norteamericana, sólo verá una fantasía. Dada la unidad y profunda
imbricación de las clases dominantes de ambas naciones, y del trabajo en equipo
que ambos estados vienen llevando a cabo desde hace 20 años como pilares y
sostenes de la economía capitalista mundial, uno en calidad de imperialismo que
domina la economía mundial, y el otro en carácter de submetrópoli, la crisis de
la economía China es sólo una parte constituyente de la crisis capitalista de
la economía de EE.UU.
Las “amenazas”
y medidas arancelarias de EE.UU a China no son las de un estado capitalista
a un estado obrero, no son de un estado dominante a un estado independiente. Son
los reclamos del dueño a su socio menor, del gerente al capataz, del amo a su
cautivo. Y es la desesperación de ambos que vienen llevando adelante medidas como salvatajes, y rescates, medidas completamente aventureras,
críticas y defensivas del imperialismo mundial, ante el derrumbe de la economía
capitalista, y la presión del movimiento de masas.
Las imágenes de París en llamas, tomada por miles
de manifestantes autoconvocados, sería sólo el prólogo de lo que se viene en la
situación política mundial. Pero las imágenes de París en llamas serán un film
para niños, al lado de lo que veremos cuando la burbuja China explote. Los
salvatajes sólo lograron alargar el tiempo antes de que estos acontecimientos sucedan,
pero no pueden impedir que finalmente sucedan. Y la tarea de los marxistas es
explicar con la verdad lo que está sucediendo, quitar las mentiras y
charlatanerías de los políticos y economistas capitalistas y quitar el velo de
falsedades para poder observar con claridad la verdad de las presentes
circunstancias, y prepararnos para lo que se avecina.
Con este trabajo queremos aportar a este
conocimiento. Corregir las definiciones del camarada Cuauthemoc, para
comprender más acabadamente la situación de China y su rol en la economía
mundial. También otorgar una explicación a las disparatadas explicaciones de
que EE.UU y China van a la guerra, cuando estamos frente a una grave crisis que
arrastra a ambos países, que con sus negociaciones, e idas y vueltas
diplomáticas, solo expresan su impotencia frente al desastre que ellos mismos
han generado. Los marxistas debemos estar preparados para las tendencias
revolucionarias que la crisis del capitalismo está disparando en el mundo
entero, y más aún para las que se dispararan en la medida en que se agrave la
crisis de la China capitalista, que están arrastrando al mundo entero.
* Daniel Campos forma parte de la
dirección del Reagrupamiento hacia el PST, organización trotskista en Argentina.
** Este texto apareció originalmente en "El fin de las multinacionales"
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