Por Cuauhtémoc Ruiz
Primera mitad de la década de los 90
La primera oleada de protestas sindicales luego de Tiananmen fue protagonizada principalmente por trabajadores de empresas estatales contra su privatización o “restructuración en empresas modernas”. Comenzó a principios de los 90. En 1993 el Ministerio de Seguridad registró 8.700 protestas, mientras que el Boletín Laboral Chino (BLC) registró 10.000 casos con 700.000 participantes. (Wong Kam Yang 2007) En el campo también hubo agitación. En 1993, según informes periodísticos chinos, se registraron al menos 830 incidentes de rebelión rural que involucraron a más de 500 personas cada uno, incluidos 21 casos que involucraron a multitudes de más de 5,000 participantes.
2000-2001
En la ciudad de Daqing la protesta comenzó el 1° de marzo. 50 mil obreros salieron a la calle para defender sus empleos amenazados o para exigir el pago de las indemnizaciones por despidos, así como para defender su seguridad social, también amenazada por la dirección de la empresa. Hubo enfrentamientos con la policía. La acción de los manifestantes fue independiente de las estructuras sindicales oficiales: los obreros eligieron sus propios delegados.
Este movimiento influyó en las acciones de Liaoyang, en 2001, situada a casi 600 km de Beijing. Esta ciudad ya había conocido una cierta agitación en el 2000.
El 11 de marzo 5.000 trabajadores, principalmente obreros despedidos de las empresas estatales, salieron a la calle. Demandaban el pago de los subsidios de desempleo, algunos desde hacía dos años, y atacaban la corrupción. Eligieron también delegados. El movimiento se extendió hasta el 18 de marzo, en que 30.000 obreros salidos de veinte fábricas de la ciudad ganaron la calle para exigir la libertad de su líder Yao Fuxin, un obrero de la metalúrgica estatal que había sido arrestado la víspera.
El 20 de marzo un importante despliegue policial, ayudado por los militares, procedió a arrestar a otros tres líderes del movimiento. Estos arrestos siguieron a una manifestación de 10.000 personas. (Lew 2001)
2002
En marzo de 2002, 50.000 trabajadores petroleros de Da Qing protestaron durante varios días contra los despidos en la empresa estatal. Este caso sobresalió por el gran número de manifestantes y su llamado a formar sindicatos independientes.
La empresa fue llevada a la quiebra. Los obreros fueron despedidos. (Wong Kam Yang)
2003
Este año el número de protestas aumentó a 60.000, y los manifestantes alcanzaron los 3 millones. “Los disturbios protagonizados por los trabajadores fueron notables, a pesar de la dificultad de obtener estadísticas oficiales”, según el autor recién citado.
2004
Mientras que muchos trabajadores de las empresas estatales fueron derrotados en su lucha contra la privatización, se produjo un aumento de las huelgas y las protestas en las Zonas de Procesamiento para la Exportación (ZPE), asiento de compañías privadas y extranjeras. De acuerdo con datos oficiales, Shenzhen experimentó protestas que involucraron a 300.000 trabajadores. En este año se reportaron más de una docena de huelgas y bloqueos de carreteras sólo en la provincia de Guangdong. Muchos otros ejemplos de disturbios no fueron reportados, según el BLC (China Labour Bulletin 2012).
2004-2005
En estos años destacaron las huelgas habidas en la empresa japonesa Uniden que, según el sinólogo belga Roland Lew, ilustró las nuevas características del movimiento obrero chino de esos años. Uniden es una compañía con 12.000 obreros. Para ganar un sueldo suficiente, los trabajadores “tienen que aumentar sus horas extras hasta llegar a12 horas diarias.” Desde diciembre de 2004 hasta abril de 2005 se organizaron cinco huelgas. Los trabajadores hicieron algo “muy poco frecuente” entre los trabajadores de las ZPE: solicitaron la creación de sindicatos.
“La razón de ello –dice Lew- es principalmente el hecho de que los técnicos de rango medio y los trabajadores especializados han estado en la vanguardia del esfuerzo organizador. Han puesto en circulación panfletos entre sus compañeros, colocado sus reclamos e informes en internet, una tarea poco familiar para los trabajadores de origen campesino.
“Lo que hace tan especial al caso de Uniden, entonces, son estos técnicos de rango medio y trabajadores especializados unidos a los trabajadores rurales migrantes, en contraste con el caso de Stella donde la revuelta de los trabajadores comunes simplemente no tuvo ningún liderazgo serio, ni siquiera demandas muy claras. Apareció también un programa de reivindicaciones que parece muy elemental, aunque, para la situación de esos años, era un gran avance. Algunas de sus peticiones eran que los salarios básicos debían estar en línea con los salarios mínimos, como estipula la ley; un seguro básico, también como marca la ley; un mes de permiso por maternidad; que la compensación por las horas extras debía ser de 150-300% del salario básico; que los trabajadores formarían su propio sindicato; etcétera. Los huelguistas pronto se enfrentaron a la represión policial, tal como sucedió en las últimas cuatro huelgas, con líderes arrestados, encarcelados o despedidos.
2005
De acuerdo con el brasileño Ricardo Antunes, especialista en estudios sobre el trabajo, ya en este año “el PCC y su gobierno estaban asustados con el incremento de las protestas sociales en los últimos años, llegando a las casi 80 mil manifestaciones en 2005. (Antunes 2006)
2006
Hubo 84.000 protestas en China, el 65% de ellas por cambios de uso en las tierras de campesinos con indemnizaciones que llegaron esquilmadas por los gobiernos locales corruptos. (Foncillas 2007)
2007
National Geographic registró que las protestas “aumentaron 50% el año 2007”. Y que muchas de ellas las protagonizaron grupos de defensores del medio ambiente. “A mediados de los años noventa existían unos cuantos grupos defensores de la ecología. En la actualidad hay varios miles.” “Los ciudadanos furiosos colmaron al gobierno con centenas de miles de quejas ecológicas oficiales. El gobierno ha debido tomarlos en cuenta y promete cambios.”(p 86)
2003-2009
Sobre la evolución y alza de la resistencia obrera en estos años, Martín Hart-Landsberg, basado en estadísticas oficiales, escribió:
Enfurecido por el progresivo deterioro de las condiciones de vida y de trabajo (…) un número creciente de personas (tanto en zonas urbanas y rurales) han demostrado una buena disposición a enfrentarse a sus empleadores y a los funcionarios en defensa de sus derechos. El número de grandes "escalas de perturbaciones de orden público" ha aumentado de 58.000 en 2003 a 74.000 en 2004, 94.000 en 2006, 120.000 en 2008 y 58.000 en el primer trimestre de 2009 (en camino de un récord de 230.000 a finales de 2009). Particularmente preocupante para los dirigentes del Partido Comunista es la naturaleza cambiante de las acciones de los trabajadores, que son cada vez más partidarios de la acción directa, de la participación en protestas a nivel regional y la ampliación de sus demandas. Como con la represión sola no puede detener la creciente ola de protestas, el PCC ha intentado introducir una serie de reformas políticas destinadas a mejorar los peores excesos generados por la estrategia de crecimiento de China, sin cambiar radicalmente su orientación. Entre las más importantes fue la aplicación de una nueva Ley de Contrato de Trabajo en enero de 2008. La ley exige, entre otras cosas, que las empresas proporcionen a sus trabajadores un contrato por escrito (algo que la mayoría de los trabajadores no tienen o nunca han visto) y paguen la prima por horas extraordinarias y el trabajo de fin de semana. (Hart-Landsberg 2011)
2008
Rafael Poch, corresponsal en Beijing de La Vanguardia, escribió en 2009 que la creciente amplitud de la protesta en China denotaba, a diferencia de Rusia, a una sociedad “más viva y reactiva”.
“En 2008 en China se registraron 127.000 protestas y tumultos sociales que implicaron a 12 millones de ciudadanos (en 2005, fueron 87.000). En 467 casos esa protesta incluyó el asalto a sedes del gobierno, en 615 casos ataques a la policía y en otros 110 casos destrozos e incendios de vehículos. Estos datos hablan de mucho más que de una realidad social insoportable; muestran una sociedad más viva y reactiva, con cuya ira el gobierno debe contar a la hora de tomar decisiones que afectan a la gobernabilidad.” (Poch 2009)
Este año resurgió la rebelión de los uigures, en Xinjiang, que fue reportada de la siguiente manera por el inglés Andrew Buncombe:
2009: ira obrera en Tonghua
A fines de julio unos 30.000 obreros acereros se enfrentaron a la policía. Las noticias de que la firma de Pekín Jianlong Steel Holding Company compraría una participación mayoritaria en la estatal Tonghua Iron and Steel Group provocaron la protesta, que también dejó 100 personas heridas y un Ejecutivo muerto en la provincia de Jilin, al noroeste del país.
“Chen Guojun, gerente general de Jianlong, fue golpeado hasta la muerte por trabajadores furiosos ante el hecho de que el Ejecutivo ganó cerca de tres millones de yuanes (440.000 dólares) el año pasado, mientras que los obreros jubilados de Tonghua reciben poco menos de 200 yuanes (400 pesos mexicanos) al mes, informó el diario South China Morning Post.
"Los obreros de Tonghua no permitieron que la ambulancia y los asistentes médicos ingresaran al edificio para rescatar al señor Chen y él murió. Los obreros bloquearon autopistas y destruyeron tres vehículos de la policía en la ciudad de Tonghua en la tarde del viernes. (Reuters 2009)
2009: un cambio en las relaciones obreros-empresas
Según el BLC, en este año ya se había producido un importante cambio en el movimiento obrero:
“Estos conflictos muestran cambios en la relación de fuerza entre trabajadores y multinacionales. Desde principios de la década hemos tenido conflictos diarios, pero antes eran mucho más por violaciones de las condiciones básicas. En los últimos tiempos el motivo principal ha sido una lucha activa por una mejora de las condiciones laborales y salariales", señaló a BBC Mundo el portavoz de BLC, Jeffrey Crothall.
Otro signo es el anuncio a principios de junio de un aumento salarial para los funcionarios públicos de Pekín de un 20%, en línea con lo que viene sucediendo en provincias y municipios del país.
En cambio en una reciente huelga en una empresa algodonera en Henan la policía detuvo a unas 20 trabajadoras acusándolas de "perturbar la producción". En 2007, a raíz de denuncias de trabajo esclavo, el Congreso Nacional del PCC aprobó una ley de contratos laborales que modificó el desierto legislativo en la materia. Tanto la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Shanghai como la de la Unión Europea se quejaron de que la nueva legislación "restringiría la flexibilidad" (argumento europeo) y "tendría un impacto negativo en las inversiones" (argumento estadounidense). (Justo 2010)
2010-2011: fin de la era del trabajo barato
Especialistas en la situación china dicen que pocos meses después ocurrieron nuevos cambios en las relaciones entre el movimiento laboral, las empresas y el Gobierno.
A mediados de 2010, se produjo un punto de inflexión marcado por una formidable ola de huelgas que se originó en una planta de Honda, en Nanhai. Desde entonces, muchos analistas concuerdan en observar un cambio en la naturaleza de la resistencia obrera. Los reclamos de los trabajadores tienen ahora un carácter ofensivo. Los obreros exigen aumentos superiores a los mínimos legales y, en muchas huelgas, han comenzado a reclamar el derecho de elegir a sus representantes sindicales. No se trata de reivindicar la formación de sindicatos independientes no adscritos a la central oficial, la Federación Nacional de Sindicatos de China, ya que eso provocaría sin lugar a duda una violenta represión por parte del Estado.
La ola de huelgas empezó en Nanhai, donde durante semanas los trabajadores habían expresado su hartazgo por el bajo nivel de las remuneraciones. En mayo comenzó la huelga. En la tarde, la dirección les rogó que volvieran a sus tareas e iniciaran negociaciones. Los trabajadores ya habían formulado su primer reclamo: un aumento de unos 128 dólares, o sea, 50% más que el sueldo de un obrero no calificado.
Siguieron nuevas reivindicaciones: la «reorganización» del sindicato oficial de la empresa, que se había prácticamente rehusado a apoyar a los obreros en su lucha. Durante el transcurso de las conversaciones, los obreros abandonaron nuevamente sus puestos y, una semana después del inicio de la huelga, todas las plantas de ensamblaje de Honda en China estaban cerradas por falta de piezas. Mientras tanto, las noticias acerca de la huelga de Nanhai comenzaron a provocar un estado de agitación en las industrias de todo el país. La situación se reflejaba en los titulares de los periódicos chinos: «Una ola de huelgas cada vez más poderosa afecta también la fábrica Honda Lock»; «70.000 participantes en la ola de huelgas de Dalian que afecta a 73 empresas; consiguen aumentos salariales de 34,5%»; «La ola de huelgas por los salarios en Honda es un golpe para el modelo de producción de bajo costo». En cada huelga, la reivindicación central era un aumento sustancial de salario. Se escucharon también muchos reclamos de reorganización sindical, lo que constituye un desarrollo político de mayor importancia.
Mientras que el verano de 2010 estuvo marcado por una ola de protestas radicales pero relativamente ordenadas contra el capital, el año 2011 dio lugar ados sublevaciones masivas contra el Estado. En junio, enormes motines obreros sacudieron las zonas industriales de la periferia de Chaozhou y de Guangzhou (Cantón). En ambos casos, hubo una ola de destrucción de bienes y edificios. En la ciudad de Guxiang, cerca de Chaozhou, un obrero de la provincia de Sichuan que reclamaba pagos atrasados fue brutalmente atacado por sicarios armados con cuchillos. Miles de trabajadores migrantes marcharon hacia las oficinas del gobierno local. (…) Una vez rodeadas las dependencias gubernamentales, los manifestantes dirigieron su ira hacia los residentes locales, culpables, según ellos, de haber discriminado a los migrantes. Tras el incendio de decenas de automóviles y el saqueo de varios negocios, unidades de policías armados debieron intervenir para aplastar el motín y disolver las patrullas de autodefensa organizadas por los habitantes. Tan solo una semana más tarde, un levantamiento todavía más espectacular tuvo lugar en las afueras de Guangzhou, en Zengcheng. Enfurecidos porque la policía golpeó a una vendedora ambulante embarazada, grupos de trabajadores asolaron la ciudad durante varios días; incendiaron una comisaría, se enfrentaron con la policía y bloquearon una autopista. Finalmente, el Ejército intervino para reprimir la sublevación, incluso disparando contra los manifestantes. Tras la ola de huelgas de 2010, los comentaristas de los medios chinos ya proclamaban el final de la era del trabajo a bajo costo. (China Labour Bulletin 20125)
2010: Los suicidios en Foxconn
La firma taiwanesa Foxconn, instalada en la RPC, donde tiene más de medio millón de obreros, era conocida por ser la fabricante del iPad de Apple y de otros gadgets que se venden en todo el mundo. También adquirió triste celebridad porque, en protesta por sus condiciones laborales, se suicidaron 13 de sus trabajadores. Tuvo que anunciar un incremento “del sueldo del 66% a los trabajadores de sus líneas de ensamblaje, pocos días después de que se anunciara otro aumento salarial similar, informó la agencia oficial Xinhua. El aumento dejará el sueldo de esos trabajadores en 2.000 yuanes (unos 4,000 pesos mexicanos) en las plantas de Shenzhen (sur de China). Se trata delsegundo anuncio de aumento de sueldos ofrecido por Foxconn en menos de una semana, después de que el pasado día 2 se anunciara un aumento del 30% en el salario de los trabajadores de Shenzhen (donde trabajan 400.000 de los 800.000 empleados chinos de la compañía) a partir de este mes.” (EFE 2010)
En los últimos tres años el sueldo de los obreros menos cualificados ha ascendido entre el 10 y el 20% anual, “y ni así se consiguen satisfacer sus necesidades básicas. El problema es que partimos de una base muy baja, hasta las trabajadoras domésticas ganan más”, comentó el director en China de una compañía argentina. Además de los aumentos en Foxconn, Honda efectuó dos que alcanzaron el 70%. (Brunat 2010)
“Epicentro mundial de los conflictos laborales”
En su ensayo sobre el movimiento obrero de este país, publicado en 2013, Eli Friedman sostiene que “China es innegablemente el epicentro mundial de los conflictos laborales”:
Si bien no existen estadísticas oficiales, lo cierto es que cada año tienen lugar miles (sino decenas de miles) de huelgas, todas ilegales por la simple razón de que el derecho a huelga no existe en el país. Un día cualquiera, se producen entre diez y varias decenas de conflictos laborales. Y lo más relevante es que los trabajadores suelen salir victoriosos, ya que muchos huelguistas consiguen por medio de estas luchas importantes aumentos de salario que superan ampliamente lo estipulado por ley. La resistencia obrera es un serio problema para el Estado y el capital en China y, al igual que en Estados Unidos en la década de 1930, el gobierno central se ha visto obligado a promulgar una serie de leyes laborales para enfrentar la situación. En varias ciudades, el salario mínimo ha aumentado en más de 10% y muchos trabajadores se benefician por primera vez de un mínimo de protección social.
Desde la década de 1990, los conflictos laborales están en auge, y los últimos dos años [2011-2012] marcan un progreso cualitativo en el carácter de las luchas obreras. (Friedman 2013)
El corresponsal del diario español El País, Jose Reinoso, reporta que también son frecuentes las luchas en defensa del medio ambiente.
“Protestas, manifestaciones, huelgas. En 2010, se produjeron cada día en China una media de 500 incidentes de masas —eufemismo con el que el Gobierno califica las movilizaciones sociales de todo tipo—, según expertos de la Universidad Qinghua, en Pekín. Muchos de estos incidentes son debidos a problemas medioambientales.
Se incorporan populares artistas
Georgina
Higueras y Jose Reinoso, escribieron desde Beijing que en los primeros días de
enero de 2013 el movimiento opositor había experimentado un nuevo salto, al
haber sumado a un sector de artistas populares:
Se
podrían escribir algunos volúmenes con las luchas y protestas del pueblo chino
en estos años. Aquí sólo transcribimos algunos encabezados de artículos y
reportajes que sería largo resumir pero que dan una idea de la situación de
este fenómeno: “La revolución del trabajador chino”, de Zigor
Aldama;“Empresarios y trabajadores piden la regulación de la huelga en China”;
de Jose Reinoso: “China sufre las mayores movilizaciones del último año”,
“Grietas en la gran muralla”, “Las calles chinas despiertan”, “Las huelgas
sacuden la fábrica del mundo”; y un largo etcétera.
Entre
las muchas cosas que han cambiado en la RPC en estos años, están sus
trabajadores. La revista oficialista China Hoy constata una “nueva mentalidad
de los jóvenes emigrantes”. Un 69%, dice, desea mejorar sus capacidades
profesionales y así escapar de sus trabajos alienantes. Foxcon, por ejemplo, no
cambia de puesto a sus empleados para
evitar filtraciones de sus tecnologías patentes. Y los hace trabajar hasta la
una de la mañana sin días libres. Tienen en promedio 24 años.
A pesar que esta revista describe esta triste situación, en la que son frecuentes la “depresión y trastornos de ansiedad”, les reprocha a estos jóvenes que “no han sido educados en el sacrificio” porque han tenido una vida “cómoda”. (Ed China Hoy 201010)
Ellos “se han convertido en el núcleo esencial de la clase obrera china”, según el BLC. Junto a estos jóvenes está “la vieja generación de trabajadores de las empresas estatales que continúan su larga lucha por la justicia, tras los despidos masivos de finales de los años 90 y comienzos del 2000. Se suelen sumar a sus protestas sus compañeros que aun siguen contratados en el sector, que sufren la congelación de sus salarios y están amenazados por los despidos provocados por las reestructuraciones y las privatizaciones. Los dos grandes conflictos en 2009 en las siderurgias de Tonghua y Linzhou han vuelto a poner de manifiesto hasta que punto sigue siendo explosiva la reestructuración de las empresas estatales.” (China Labour Bulletin 201110)
* Tomado de China: Capitalismo, propiedad estatal y obreros insurgentes, 2014, fragmentos.
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