VENEZUELA Y LA TEORÍA DE LOS “CAMPOS BURGUESES PROGRESIVOS”




Por Jesús Valdez

Durante el último foro socialista realizado en marzo de 2019 en el Museo Casa de la Memoria Indómita, el representante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (Luis Rangel) hizo una serie de caracterizaciones muy desafortunadas sobre el país suramericano, justificando de una y otra forma, una posición que me parece equivocada y a la vez oportunista ante dicho conflicto. Para ello contextualizaremos un poco a nuestros lectores.

Las primeras palabras de Rangel fueron sintomáticas y develan la poca o nula seriedad de su análisis político: “voy a cotorrear un poco respecto a las anteriores intervenciones”. En su caracterización de la situación internacional de la llamada “geopolítica”, Rangel afirmó que el mundo ya no está dividido en dos bandos como en la época de la guerra fría, mofándose de la intervención de Manuel Aguilar Mora quien ilustró el contexto internacional entre dos polos de acumulación a los que Venezuela se encuentra sujeto.

A cambio, en múltiples ejemplos dejó ver que para él, los dos grandes bloques en el que se dividen los actuales gobiernos y regímenes políticos tanto a nivel América Latina, como a nivel continental y mundial, estos se dividen entre “la extrema derecha” y la “izquierda”. A pesar de que reconoció el carácter rentista de la burguesía venezolana, el compañero fue incapaz de reconocer el conflicto entre dos sectores de la burguesía venezolana: el más cercano a Nicolás Maduro y al PSUV conocido en esas regiones como la “burguesía bolivariana” o “boliburguesía” y otro sector más allegado al imperialismo estadounidense que aspira al derrocamiento de Maduro para imponer un régimen “liberal” y entreguista ante el capital trasnacional, pero como dijéramos en México, Nicolás Maduro “no canta mal las rancheras”.

Antecedentes: Ascenso y declive del chavismo

Corría el año 1989, Carlos Andrés Pérez asumía en febrero su segundo mandato como presidente de Venezuela, su primer periodo coincidió con uno de los mayores auges de la economía a través de la venta de petróleo, al punto que al país se le conocía como “La Venezuela Saudita”. La década de los 80´s se inauguró con una fuerte caída de los precios del petróleo, una enorme deuda externa, crisis cambiaria, inflación, corrupción y crisis económica que trascendía hacia lo social que se traducía en escasez de alimentos y un descontento generalizado de la población quien veía en Pérez la esperanza del retorno a la época de la bonanza petrolera, eso no ocurrió y dichas ilusiones se desvanecieron rápidamente.
Las primeras medidas del presidente electo se conjugaron en un paquete de ajustes económicos que incluía recortes al gasto social acompañados de un incremento a las tarifas de los servicios públicos. La población venezolana inició una serie de protestas en febrero de 1989 que culminaron trágicamente con una de las represiones más salvajes de las que el pueblo de Venezuela tiene memoria. Dicha oleada represiva dejó como saldo al menos 276 personas asesinadas a manos de la Policía Metropolitana, el Ejército y la Guardia Nacional, al mismo tiempo, se estima que hubo por lo menos 3 mil personas desaparecidas. Este episodio quedó grabado en la memoria colectiva de la población.

Años más tarde, en febrero de 1992, cuatro tenientes coroneles del ejército venezolano, entre los que se cuenta a Hugo Chávez intentaron un golpe de estado. Dicha empresa fracasó y los conspiradores fueron encarcelados, dos años más tarde bajo la presión popular fueron liberados y en el año 1999 Hugo Chávez participó en las elecciones presidenciales obteniendo el 56.5% de la votación. Su gobierno coincidió con un periodo de bonanza económica en América Latina, sus programas sociales fueron financiados mediante los recursos obtenidos a través de la renta petrolera. Durante sus primeros tres mandatos gozó de una fuerte popularidad, cuya fortaleza le ayudó a revertir un intento de golpe de estado en el año 2002.

En el año 2004, tras haber ganado uno de los famosos “referéndum revocatorios”, Hugo Chávez lanzó un importante mensaje a las petroleras trasnacionales: “A los países de la OPEP les ratifico que mi gobierno garantiza la estabilidad del mercado mundial1. Al mismo tiempo Luis Oganes de JP Morgan, una de las firmas más importantes de Wall Street “puso como ejemplo su fidelidad en el pago de la deuda externa incluso en condiciones extremas, opinión compartida por Jan Dehn, del Credit Suisse First Boston”.

El optimismo de Wall Street y del mercado mundial petrolero no carecían de una base material, pues el discurso de Chávez no eran sólo palabras, sino hechos; mediante el “Plan Estratégico de la Nueva PDVSA” planteó la meta de producir 6 millones de barriles de barriles diarios proyectados para el año 2012, para ello pidió una pequeña ayuda de dos de las más importantes empresas petroleras del imperialismo: Chevron-Texaco y Conco-Phillips, además de la China National Petroleum. En total se otorgaron permisos para explotar 500 mil kilómetros cuadrados  de plataforma marina y 570 mil en tierra firme. A pesar de los fuertes choques políticos del chavismo con “Mr. President Bush”, la estrategia de fondo del Chávez fue hacer buenos negocios con las trasnacionales para poder fondear sus programas sociales y así mantener altos índices de popularidad que le permitieron reelegirse en tres ocasiones.

A la muerte de Chávez, inició una severa crisis económica y política que ya se veía venir. El teniente coronel tenía prevista una “solución”, por lo cual antes de morir aconsejó explotar el Arco Minero del Orinoco. Maduro mal inició su gobierno con una mediocridad política evidente y a la sombra de la versión tropical del “bonapartismo sui géneris2, encarnada por el caudillo barinés. Como fuere, la distancia entre Hugo Chávez y Nicolás Maduro más allá de un liderazgo carismático, obedece a coyunturas económicas concretas.


Dos polos de acumulación en el mundo

A contrapelo de la borrachera chavista, se calcula que actualmente la deuda pública de Venezuela asciende a 220 mil millones de dólares, lo cual equivale aproximadamente al 161% de su PIB, ello sin contar los 62 mil millones que deben al gigante asiático, es decir el 40% del total que China ha prestado a países latinoamericanos. En el año 2016 China concedió un nuevo préstamo de 2 mil 200 millones de dólares, al mismo tiempo que dio luz verde al proyecto del Arco Minero del Orinoco, un año más tarde Maduro anunciaba un nuevo crédito por 5 mil 500 mdd, sin embargo nunca se consolidó. Actualmente los cuatro bancos más grandes del mundo están en China, mismos que han desplazado del ranking mundial a firmas como Goldman Sachs o Morgan Stanley que han descendido hasta los lugares 35 y 34 respectivamente. En ese sentido, aunque los Estados Unidos tienen cierta ventaja sobre China, este último está entrando en la arena política y comercial para disputarle la hegemonía y para ello se ha hecho de aliados nada despreciables como lo son Rusia,  el gobierno sirio, Irán y Venezuela. Estos últimos lejos de ser un “bloque progresista”, poseen tintes muy reaccionarios, sobre todo en el caso sirio que se ha sostenido a través de masacres colosales.

Recientemente el gobierno de los EU impuso sanciones comerciales y políticas al petróleo venezolano en su intentona por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro además de tratar de imponer a un títere enano y pusilánime como lo es Juan Guaidó. Para contrarrestar la ofensiva Yanki, Maduro recurrió a otro de sus hermanos mayores (Rusia) para pedir apoyo militar, económico y geoestratégico, pero los atentos servicios rusos no son gratuitos y reclaman ya el pago de 200 millones de dólares. Además de los préstamos mencionados, Rusia ha obtenido importantes concesiones petrolíferas a través de su empresa estatal Rosfeft, la cual se ha hecho co-propietaria de campos petrolíferos como Petromangas (40%), Petromiranda (32%), Petroperijá (40%), Petrovictoria (40%) y Junín 6 por más del 30%. En México hay un dicho que reza “el indio no tiene la culpa, sino el que lo hace compadre”.

Acompañado de ello, han estallado escándalos de corrupción a lo interno de PDVSA además del colapso del sistema eléctrico que se encuentra en el abandono. Venezuela tiene un gobierno con rasgos bonapartistas cada vez más autoritarios y sanguinarios, la abierta represión a amplios sectores de la población, entre ellos muchos barrios obreros que eran bastiones del chavismo y que ahora son acribillados por las balas de la Guardia Nacional Bolivariana.

La posición de los trotskistas

La concepción de los “campos” y de la lucha entre ellos que supera a la lucha de clases aparece, pues, con los mencheviques. Sin embargo, quien eleva esta concepción a nivel de una teoría general, de aplicación permanente por los partidos obreros en todos los países y circunstancias, es Stalin con su frente popular. N. Moreno. La teoría de los “campos burgueses progresivos”

En el año 1935 se lleva a cabo el Séptimo Congreso de la Internacional Comunista dominada por el estalinismo, desde entonces la teoría de los frentes populares es elevada a ley histórica y táctica-estrategia invariable de los viejos partidos comunistas mediante la cual justifican su oportunismo tachando de fascista, o pro-imperialista cualquier tipo de crítica hecha a los así llamados “gobiernos progresistas”. Ahí donde no existe una “burguesía nacional-progresista” se la inventan.

Así, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas la Comitern dio indicaciones a Vicente Lombardo Toledano para ceder la dirección de la CTM a Fidel Velásquez, desde aquel entonces hasta el gobierno de José López Portillo la corriente dominante en las filas del PRI fue el “nacionalismo revolucionario”. Para el viejo PC, el movimiento estudiantil de 1968 era “una conspiración trotskista” orquestada por la CIA para desestabilizar gobiernos democráticos. La degeneración de estos grupos así como de sus simpatizantes, les llevó a justificar al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz un día después de la masacre. Manuel Aguilar Mora vivió para contarlo. Mientras en 1971 los PC´s estalinistas predicaban “Echeverría o fascismo”, este último orquestaba una segunda masacre contra el movimiento estudiantil.

Luis Rangel nos acusa de “hacerle el juego al imperialismo” y en la vía de los hechos “ponernos del lado de la derecha” por no apoyar al gobierno de Venezuela mientras este ejerce una fuerte represión contra cientos y miles de trabajadores. Las acusaciones de Rangel en contra nuestra, son el mejor homenaje que se puede hacer a las tendencias estalinianas que han traicionado una y otra vez a los oprimidos en nuestro país y en todo el mundo. Contrasta con la vida, obra, teoría y praxis de los bolcheviques leninistas.

Nota al pie

Al momento de la edición de este texto, fracasó la segunda intentona golpista de Juan Guaidó. Los socialistas nos oponemos rotundamente a esta intentona golpista, sin embargo no quitamos el dedo del renglón en nuestra postura crítica ante el gobierno de Nicolás Maduro. La única salida a la crisis en Venezuela, la pueden aportar los trabajadores venezolanos, mientras Maduro continúe implementando medidas impopulares contra la población priorizando el pago de la deuda, mientras no luche por la renacionalización de todos los bienes de PDVSA, la expropiación de los grandes capitalistas y latifundistas; la reacción de derecha se reorganizará y la crisis tenderá a profundizarse. Sabemos de antemano que Maduro no hará esto debido a los compromisos adquiridos con las petroleras estadounidenses, chinas y rusas. Lo anterior es una tarea pendiente de la clase obrera venezolana.

1.                Revista Pluma, número 2. Primavera de 2006
2.                Descrito por León Trotsky durante el gobierno de Lázaro Cárdenas en México

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