David Morera Herrera*
Luego de la derrota de la intentona
golpista de la oligarquía encabezada por Guaidó el 2 de mayo, una vez más se
revela que éste personaje no logra el
apoyo de masas que requiere, ni la anhelada sublevación miliar que suplica, Los
portavoces de Trump han rayado en lo ridículo, tal como el disparate de Pompeo
asegurando que Maduro estaba montado en
un avión para huir a la Habana, lo que no se efectuó por consejo de Putin.
Otra escena que raya en la comedia es la
supuesta liberación de Leopoldo López, quien estaba en arresto domiciliario en
su lujosa mansión, para acompañar unas horas a Guaidó, repitiendo su guión una
y otra vez (hasta el hartazgo en CNN), en el sentido de que la hora de la “libertad”
se acerca, con un pequeño grupo de militares a su alrededor y algunos civiles
opositores frente a la base militar La Carlota, bajo control del Ejercito
Bolivariano.
Pocas horas después el “valiente” líder de
Voluntad Popular: Leopoldo López huye con su esposa Lilliana Tintori y familia a refugiarse en la embajada Chilena de Piñera,
el mismo que reprime a mapuches y a estudiantes, y de repente, pega un salto a
la embajada española del gobierno del PSOE, supuesto “socialista” alineado a la
OTAN y, desde luego a Trump.
Ante el desplome como castillo de naipes de
esta nueva asonada golpista, Trump y sus voceros han repetido por enésima vez
que no descartan una intervención militar y tienen todas las cartas sobre la
mesa. ¿Será en verdad así?
Trump es un apostador a la usanza de Wall
Street. Es un simulador que, como es
usual en el póker, le gusta blofear. La hipótesis que sostengo es que, lejos de
una masiva intervención militar lo que fraguan Trump y sus lugartenientes: Mike
Pence, Elliot Abrams, Mike Pompeo y John Bolton es otra táctica. El negocio de
la guerra que parecen fraguar es para los mercenarios de Black Water, cuyo accionista
principal del lucrativo y sangriento negocio privado de la guerra en Irak: Dick
Cheney, ex Vicepresidente de Bush Jr.
Pero Duque no está tan chiflado para
meterse directamente en esa aventura, porque le puede incendiar su propia casa,
habida cuenta que sigue activo el ELN y el descontento social cada vez se
incrementa más en Colombia. Pero el fascistoide Bolsonaro, con ínfulas de
dictador, es otra cosa, es impredecible. Así que hay varios ingredientes para
la conflagración.
Sin embargo, los capitanes de Wall Street y
el Pentágono son zorros viejos, han sacado conclusiones de la experiencia
acumulada: su derrota en Viet Nam, y recientemente su empantanamiento en Siria,
Irak y Afganistán. Una guerra civil no la desea ningún burgués serio, porque
puede provocar el efecto del aprendiz de brujo. Siguen apostando a corroer
desde adentro a sectores de las Fuerzas Armadas Venezolanas. Si a eso le
sumamos, el bloqueo, la pavorosa hiperinflación y la carestía que se carga
sobre las espaldas del pueblo, mientras el régimen madurista muestra su
incapacidad reiterada para tomar acciones de contragolpe contra el imperialismo
norteamericano y sus aliados de la OTAN, así como la oligarquía, al seguir
pagando fielmente la estafa de la deuda externa, mantener los contratos y
concesiones a transnacionales petroleras yankis como la Exon, y no expropiar a
los burgueses golpistas, y especuladores.. Pues el escenario está servido para
una guerra de baja intensidad (como la que aplicó Reagan contra Nicaragua en
los 80), y mucho me temo que a la larga el desenlace puede ser fatal para la
independencia de Venezuela, ávido como está el imperialismo norteamericano por
reconolizarla. Ojalá, a la larga, me equivoque. Pero no es hora de ungir a
caudillos infalibles, ni de ser devotos a la boliburguesía madurista, es una
hora decisiva, dónde el análisis serio, crítico y autocrítico, debe ayudar a
buscar una salida revolucionaria, independiente de las fracciones burguesas en
disputa, desde la clase trabajadora y los sectores populares, ante la criminal
agresión yanki, las inconsecuencias y límites de la boliburguesía y el
agravamiento de la crisis venezolana, epicentro de la geopolítica hemisférica.
David Morera es profesor en la Universidad Nacional de Costa Rica y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores del mismo país.
Comentarios
Publicar un comentario