Por Jannet Flores, Colectivo Rebelión*
“El Tren Maya no implica daño ambiental…no
representará expropiaciones…a lo largo de las vías ya existentes se aplicará el
programa Sembrando Vida…el proyecto no contempla meterse a la selva a
desmontar…el 80% de la gente está de acuerdo” estas son aseveraciones que López
Obrador ha dado sin que exista un solo documento que lo avale, sin embargo una
consulta ciudadana nacional ya está en marcha violando el convenio 169 de la
Organización Internacional de Trabajo (OIT), sobre Pueblos Indígenas y Tribales
e inclusive se anunció el inicio de la obra en la segunda quincena de diciembre
de éste año.
El “Tren Maya” es
un megaproyecto de mil 500 kilómetros de vías, que recorrerá Chiapas, Tabasco,
Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Oaxaca. En un segundo momento del proyecto,
aún no anunciado, podría unificarse a Puebla, Tlaxcala, la Ciudad de México y
en particular al proyecto del Nuevo Aeropuerto. Se dice que la inversión será
de hasta 150 mil millones de pesos y el que 81% serían inversión privada. En
cuatro años (tiempo récord) será culminado según el plan.
La privatización de Sur
En el año 2017, el
Gobierno de Peña Nieto, aprobó la ley de Zonas Económicas Especiales, (ZEE).
Estas incluyen, inicialmente cinco puntos estratégicos: Puerto Lázaro Cárdenas,
Puerto Chiapas, Puerto Salina Cruz, Puerto Coatzacoalcos y uno más que quedará
entre Tabasco y Campeche. Las ZEE son los nuevos Megaproyectos de Muerte que
serán la base para la extracción de recursos naturales (gas, petróleo, madera,
productos agrícolas, agua, etc) y para un fortalecimiento de la semiesclavitud
de los trabajadores.
El gobierno
privatizará grandes porciones de terreno nacional a empresas privadas, dentro
del cual desarrollarán la industria que más les convenga. La autoridad
económica, jurídica y legal no será el Gobierno Nacional sino las empresas
(administrador Integral). Con la promesa de crear empleo, las empresas
instaladas dentro de las ZEE no pagarán Impuesto Sobre la Renta (ISR) durante
los primeros diez años y en los cinco años siguientes pagaran solo el 50%, en
realidad las concesiones y apoyos económicos a las empresas privadas con fondos
públicos serán mucho mayores. Por supuesto que la destrucción de los derechos
políticos y laborales de quienes trabajen ahí es clave en todo este proyecto de
despojo y semiesclavitud. Además de ello, las leyes de expropiación de tierras
permite al gobierno y a las empresas arrebatar el territorio de las comunidades
originales.
Las ZEE son parte
del Acuerdo de Asociación Transpacífico (antes conocido como Plan Puebla Panamá) que busca
“detonar el crecimiento económico en los estados rezagados del país”
intercambiando bienes, servicios e inversión entre 12 países. Se trata del
“Santo Grial” del capitalismo actual, las ZEE son la clave para el
relanzamiento del capitalismo en México. De hecho las ZEE están surgiendo por
toda Latinoamérica con costos gravísimos para el Pueblo.
Un tren para las Zonas Económicas Especiales
AMLO ha declarado
que el tren será para con carácter “turístico y cultural”, suena bien pero eso
solo oculta la realidad. El llamado “Tren Maya” es la vía de comunicación que
unificará todas las ZEE en sur del país y con la Ciudad de México. Este tren es
parte fundamental del proyecto las ZEE.
De hecho las
estaciones más importantes del Tren Maya, según el trazado de la vía ya
presentado, coincide milímetro a milímetro con los polígonos industriales de
las ZEE.
Los trenes tienen
la capacidad de transportar grandes volúmenes de carga a un precio
relativamente bajo, a diferencia de lo que ocurre con el transporte carretero o
aéreo. Y eso nos permite suponer que el negocio de los capitalistas será
increíblemente grande.
Proyecto histórico
En el año 1914 se
inauguró el canal de Panamá, y se convirtió en una herramienta fundamental para
el desarrollo del comercio a nivel internacional, en donde el principal
beneficiario fue Estados Unidos, de hecho, Panamá se convirtió en una colonia
estadounidense por esta razón. Debido al crecimiento del volumen de mercancías
y, por tanto, al crecimiento del tamaño de los buques cargueros, el canal tuvo
que ampliarse en el año 2006, finalizando las obras en el año 2016.
Esta modernización
del Canal obligó a que las finanzas públicas de Panamá se viera gravemente
afectadas, entre otra razón porque los costos se incrementaron en un 75% del presupuesto
original. El problema fue tan severo que incluso hubo muchos momentos en que
parecía que la obra quedaría inconclusa. Pero
el problema es peor aún, hay muchas voces autorizadas que plantean que la
modernización del Canal no soluciona las necesidades de tráfico y seguridad
para los buques.
Para solucionar
este problema se han planteado distintos puntos de cruce carretero, ferroviario
y marítimo en Centroamérica. Uno de ellos, el más sonado recientemente, es el
cruce por el lago de Nicaragua, pero este proyecto se ha venido abajo por el
choque entre los intereses Chinos, que apoyan a Ortega, y los estadounidenses.
En Tren Maya hace
el trazo desde el Puerto de Coatzacoalcos, Veracruz, hasta el Puerto de Salina
Cruz en Oaxaca. Esta es justamente una de las rutas que históricamente se había
debatido, incluso antes del Canal de Panamá, para construir un paso
interoceánico. Ahora con el Tren Maya se vuelve realidad.
Partiendo de ello queda claro que el Tren Maya no
implica una sola vía de ida y vuelta, se trata de una amplia red de vías que
sea capaz de transportar con múltiples máquinas funcionando al mismo tiempo, el
inmenso volumen de mercancías que llegarán en los buques a los dos puertos.
El área destinada
para la vía del tren, seguramente, no será solo aquella que se ajuste al ancho
de las vías, sino que deberá contemplar, como en el caso del canal de panamá,
una zona de seguridad más allá de lo que propiamente ocupe el tren. Para no
levantar reclamos sociales, el proyecto actual no se está presentando completo,
sino tan solo la parte inicial.
El Tren Maya es en
este otro sentido, la realización de uno de los viejos y más ansiados proyectos
de saqueo, explotación en dimensiones internacionales.
El negocio del turismo
El artículo 27 de
la Constitución mexicana planteaba “las tierras y aguas comprendidas dentro de
los límites del territorio nacional, corresponden originariamente a la Nación
(…) Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades
mexicanas tienen derecho a adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus
accesiones (…) En una faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de
cincuenta en las playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el
dominio directo sobre tierras y aguas”. En el año 2013 el PRI y el PAN
reformaron el artículo, dando amplios márgenes para que extranjeros adquirieran
propiedades. Con ello se dio la base legal para la reforma energética y para la
privatización de playas, entre otros grandes negocios. Por otra parte la Ley de
Cultura y Derechos Culturales, aprobada en mayo del 2017 da oportunidad para la
privatización de áreas arqueológicas.
El Tren Maya viene
a cerrar, con broche de oro, el gran negocio del turismo basado en estas dos
leyes conectando grandes centros turísticos, ya existentes, y arqueológicos, y
al mismo tiempo dando la base para el desarrollo de otros que aún no adquieren renombre
internacional. Esto se da después de un duro y sangriento proceso de despojo a
través del cual miles de familias han perdido sus propiedades como producto de
las expropiaciones de los grandes centros hoteleros en playas. De hecho ese
proceso es viejo solo que ahora es peor que antes, basta revisar la historia de
los últimos 30 años del Caribe Mexicano, en dónde 20 familias españolas tienen
el control del 70% de la economía basada en la explotación de la riqueza
natural y la precarización laboral. Destruyendo costumbres, idioma,
tradiciones, flora y fauna, por lo tanto, existiría la continuidad de
beneficiar a los empresarios a costa del sudor de los indígenas y campesinos de
la región.
Los futuros
inversores que iniciarán licitaciones el 1 de diciembre ya se están frotando
las manos entre ellos: la empresa ADO, a través de Mobility ADO, la
Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo
(Concanaco), el Consejo Empresarial Turístico de Yucatán (Cetur),
inversionistas de China, Alemania, Cánada y Francia.
Daños ambientales
Se necesitan por lo
menos cinco estudios (estudio técnico o de ingeniería, estudio de mercado,
estudio legal y administrativo, estudio de impacto ambiental y estudio
financiero) de manera obligada para iniciar una valoración de por lo menos 60
días para verificar la viabilidad y que la Secretaria de Hacienda lo apruebe,
posteriormente de manera obligada se tiene que someter a una consulta de
acuerdo al convenio 169 de la OIT por ser pueblos originarios en dicho
territorio. Sin embargo, lo que han dicho es que esos estudios probablemente
los tengan cuando arranque la obra en diciembre.
Los mil 500
kilómetros de vías cruzan diversas áreas protegidas (Cañón del Usumacinta,
Calakmul, Becan, Sian Ka´an, Palenque, Chichén Izta, Uxmal, la Ciudad de
Campeche, la Selva Lacandona y Selva del Petén), además no se está contemplando
la urbe que se tendrá que construir alrededor de las 15 estaciones que enlacen
a los poblados para llegar a las estaciones. De inicio, ya se sabe que por lo
menos 22 kilómetros serán deforestados en el tramo de la Selva Lacandona, pero
basta ver en Google maps el recorrido que el tren pretende hacer para darse cuenta
de la gran diversidad de árboles tendrán que talar para construir al lado de
las carreteras.
La biodiversidad en flora y fauna se vería
fuertemente afectada por el paso de las vías, carreteras, hotelería, centros
comerciales, etcétera.
El 17% de mamíferos y el 50% de las aves de todo México se encuentran en la
península, casi el 20% de anfibios y reptiles existentes son endémicos. La
lucha por preservar el idioma maya con 3 mil años de historia está en juego por
la zona turística que “obliga” a hablar inglés a indígenas y campesinos para
tener “mejores oportunidades de trabajo”.
El
programa “Sembrando Vida” que ha prometido AMLO, los 25 campesinos cultivarán
2.5 hectáreas y recibirán 5 mil pesos mensuales, ¡$0.50 por cada metro cuadrado
mensualmente! por sembrar árboles maderables, frutales y milpa. En un total de
50 mil hectáreas.
“Progreso” y
“modernidad” son dos palabras que los grandes empresarios usan para justificar
sus megaproyectos de Muerte. Sin embargo solo significan represión, saqueo,
esclavitud y destrucción de los derechos sociales en favor de los intereses del
capital privado.
Una vez más le decimos a los “nuevos” gobernantes
que: ¡el pueblo manda!
¡No al Tren Maya, sí a la preservación de la
Biósfera!
*Este texto fue publicado en las redes sociales del Colectivo Rebelión en noviembre de 2018, lo reproducimos aquí previa autorización de la autora
Links sobre el Tren Maya:
Promocional del Gobierno AMLO sobre Tren Maya:
Romo y el saqueo de la Lacandona I
Romo y el saqueo de la Lacandona II
Fonatur podría edificar polos de desarrollo en ruta del Tren
Maya
Proyectan hoteleros españoles edificar complejos en
estaciones del Tren Maya
El Tren Maya conecta con la Reforma Energética
El fantástico proyecto del Tren Maya
Una investigación muy interesante con una visión critica de la implementación del proyecto. Ciertamente falta sustento técnico para validar ambientalmente el proyecto, difusión de la información a los pueblos circundantes y concientizar a la gente sobre los beneficios y las REPERCUSIONES. Mi pregunta hacia los opositores al proyecto: Cuándo se tomarán la molestia de trasmitir DIRECTAMENTE esta información con las comunidades?
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