La teoría de la alienación en Hegel y la libertad como antagonismo- superación de esta


Crédito de imagen: Arte Dakota

*Fragmento del libro “Marxismo y libertad” de Raya Dunayevskaya

“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.” Marx. Tesis sobre Feuerbach

La revolución francesa en la vida y en la filosofía

La Gran Revolución Francesa que comenzó proclamando “libertad, igualdad y fraternidad” blasonadas en su Declaración de Derechos Humanos –así como la Revolución norteamericana luchó con la bandera de la Declaración de Independencia–terminó en la consolidación del poder de una nueva clase gobernante. Una nueva clase explotadora que contaba, sin embargo, con un apoyo popular más amplio que su antecesor feudal, al que destruyó completamente: 1) Sin contemporizar, la nueva clase gobernante dio sanción legal y participó en la supresión de los diezmos (tributos) feudales sin indemnización. 2) Nacionalizó la tierra; –la propiedad de la Iglesia y de la nobleza emigrante–, que los campesinos se habían tomado y a la cual habían estado esclavizados. 3) El Rey fue depuesto y el sufragio universal masculino fue establecido, por primera vez en la primera república moderna de Europa.

La Revolución Industrial y la toma definitiva de la tierra por los campesinos permitió la sólida fundamentación económica de la nueva clase gobernante.5 Este fundamento le aseguró a los capitalistas su permanencia como clase gobernante, independientemente de que la forma del poder político fuera la república o el imperio.

Medio siglo más tarde, el joven Marx sacó del movimiento de masas de la Revolución Francesa, los principios del socialismo revolucionario. Antes del nacimiento de Marx, sin embargo, Hegel ya había encarado el desafío de la Revolución Francesa de reorganizar completamente las premisas de la filosofía.

Hegel no examinó la Revolución Francesa directamente. Criticó a los filósofos. Toda la filosofía antes de Hegel –desde Bacon y Descartes, pasando por los enciclopedistas, Rousseau y Kant– tenía la certeza de haber resuelto todos los problemas fundamentales y que, una vez liberados de las trabas impuestas por el orden feudal y por la autoridad de la Iglesia, que atropellaba los derechos de la ciencia, llegaría la época de oro (el milenio).

Rousseau y Kant dudaban que la felicidad fuera el resultado automático del progreso de la ciencia (la industria), sentían las contradicciones inherentes y apelaban a las emociones y poderes humanos. Pero no pudieron ir más allá que al intento de reconciliar los opuestos por medios de una fuerza ajena, es decir, la razón práctica del hombre que se conduce de acuerdo a una ley universal, “la voluntad general”.

Kant había escrito su Crítica de la razón práctica el año anterior a la Revolución Francesa y aunque nunca cesó su entusiasmo por la revolución, no pudo enfrentar el nuevo cambio real y sin precedentes que desafiaba sus premisas filosóficas. Sólo Hegel enfrentó el desafío.

No puede haber ninguna duda del impacto de la Revolución Francesa sobre Hegel, ni del impacto que tuvo sobre él la división del trabajo y la sujeción del obrero a la máquina, que había recibido tanto ímpetu por el desarrollo industrial que sucedió a la Revolución.

Hegel y la alienación

En su primer sistema (1801) Hegel mismo se enfrentó con valentía a ese nuevo gran fenómeno negativo: el trabajo enajenado: “Entre más mecanizado el trabajo, menor su valor y mayor el esfuerzo del individuo”. “El valor del trabajo disminuye en la misma proporción que la productividad del trabajo aumenta… Las facultades del individuo se restringen infinitamente y la conciencia del obrero se degrada a su nivel más bajo de torpeza y negligencia”.6

Esta descripción de Hegel recuerda a las obras de Marx, excepto que él no veía los elementos positivos del trabajo enajenado, ni podía verlos tampoco. Tenían que pasar cerca de cuarenta años antes de que el obrero revelara todo su caudal creador de energías y que estuviera listo a desafiar el nuevo orden del capitalismo. Todo lo que Hegel veía era un animal salvaje. No hay momento más dramático en la historia del pensamiento que cuando el joven Hegel, al describir las condiciones de los trabajadores en la producción capitalista, destruye el manuscrito de su primer sistema, el cual quedó inconcluso para siempre.

Al retirarse a su torre de marfil, lejos de las realidades del momento, su tema central de la alienación se abstrajo del sistema productivo. Sin embargo, fue tan profundo el impacto de lo que él mismo llamó un “nacimiento y un período de organización” que el trabajo permaneció íntegro en su filosofía. Esto se puede advertir en la sección “Amo y esclavo”, de la Fenomenología, donde Hegel muestra que el esclavo adquiere “conciencia de sí”7 y se sitúa por encima del amo que vive lujosamente, sin trabajar y, por ende, sin la posibilidad de lograr la verdadera libertad.

Marx no conoció los primeros escritos de Hegel, los cuales no fueron publicados hasta el siglo veinte, pero captó el impacto crítico proveniente de la Fenomenología y que resumió de la siguiente manera: “Lo más destacado de en la Fenomenología de Hegel y su conclusión final –esto es, la dialéctica de la negación como principio de movimiento y generación– es que primero él… aprehende de este modo la esencia del trabajo y comprende al hombre objetivo –verdadero pues es el hombre real, en la circunstancia de que Hegel… captó la esencia del trabajo… la verdadera actividad que relaciona al hombre consigo mismo… a través de la totalidad de las acciones del hombre, como un resultado de la historia”.8

Marx señaló que en tanto que la filosofía hegeliana se afirma en la enajenación del hombre, aunque el hombre aparezca sólo en la forma del espíritu, todos los elementos de crítica se encuentran ocultos en ella y muchas veces están ya preparados y presentados en tal forma que se extienden mucho más allá del punto de vista hegeliano”.8

Lo que permaneció íntegro en el joven y en el viejo Hegel, fue la Revolución Francesa, que había revelado que la superación de los contrarios no es un acto único sino un proceso en constante desarrollo, un desarrollo a través de la contradicción y él lo llamó la dialéctica. Es a través de la lucha de los contrarios que el movimiento de la humanidad es empujado hacia adelante. Tal y como Hegel lo formuló, en su Filosofía de la historia, no fue tanto a partir de, sino a través de la esclavitud que el hombre adquirió su libertad. Hegel no se contentó simplemente con afirmar el principio dialéctico del automovimiento y de la auto-actividad por medio de la contradicción, sino examinó toda la historia de la humanidad bajo esta perspectiva. Su paciente búsqueda de las formas específicas de la creación y la superación de los contrarios es una señal, un deslinde, sin precedente.

Según mi modo de ver,” –escribió Hegel, “todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia sino también y en la misma medida como sujeto”.9 La libertad es el espíritu que lo anima todo, el “Sujeto” de las más grandes obras de Hegel. Para Hegel, toda la historia es una serie de fases históricas en el desarrollo de la libertad y eso es lo que lo hace tan contemporáneo. La Fenomenología del espíritu, la Ciencia de la lógica y la Filosofía del espíritu tienen que ser consideradas como un todo. La libertad no sólo es un punto de partida en Hegel, sino su punto de retorno: “Cuando los individuos y los pueblos han acogido una vez en su mente el concepto abstracto de la libertad absoluta, ninguna otra cosa tiene una fuerza tan indomable, precisamente porque la libertad es la esencia propia del espíritu y es su realidad misma. Partes enteras del mundo, el África y el Oriente, nunca tuvieron esta idea, ni la tienen aún; los griegos y los romanos, Platón y Aristóteles, ni siquiera los estoicos, la tuvieron; sabían por el contrario, solamente que el hombre es realmente libre mediante el nacimiento (como ciudadano ateniense, espartano, etc.) o mediante la fuerza de carácter y la cultura, mediante la filosofía (el esclavo también como esclavo y encadenado, es libre). Esta idea llegó al mundo por obra del cristianismo…”.10

El joven Hegel pudo o no haber tenido reservas acerca de la idea de que fue por el cristianismo que nació la idea de libertad. Pero si el cristianismo se toma como el punto de partida o –como piensa Marx– el punto de partida es la condición material para la libertad, creada por la Revolución Industrial, el elemento esencial es que: el hombre tiene que luchar para obtener la libertad; es así que se revela “el carácter negativo” de la sociedad moderna. Como señaló Federico Engels, colaborador de Marx: Si el hombre fuera de hecho libre, no habría ningún problema, ninguna Fenomenología, ninguna Lógica. Lo que resulta crucial tanto para Hegel como para Marx es que existen obstáculos en la sociedad contemporánea que impiden el desarrollo pleno de las potencialidades del hombre, de la “universalidad” del hombre.

Hegel estaba investigando el desarrollo del pensamiento filosófico y usaba algunos términos (head-cracking) abstrusos y abstracciones, pero la aplicabilidad de su método y sus ideas va más allá del uso que él mismo hizo de ellos. Sacándolos de sus abstracciones, los “absolutos” de Hegel tienen aplicabilidad y significado para todas las épocas, y sobre todo para la nuestra. A pesar del hecho de que Hegel busca la dialéctica del “pensamiento puro”, la dialéctica del “conocimiento absoluto”, la “idea absoluta” y el “espíritu absoluto” estos no están limitados al proceso del pensamiento únicamente, y Hegel no separó su filosofía de la historia real. Para cada fase de desarrollo del pensamiento hay una fase correspondiente en el desarrollo del mundo.11

Este genio logró lo aparentemente imposible, debido a que para él había una razón, y sólo una razón bien la llamara “espíritu universal” o “espíritu absoluto”, era la realidad de la libertad–por lo que logró derribar la división entre lo finito y lo infinito, lo humano y lo divino. Su Lógica se mueve. Cada una de las divisiones previamente inseparables entre los contrarios –entre pensamiento y realidadestá en un constante proceso de cambio, de desaparición y reaparición, llegando al choque frontal con su contrario y por ende desarrollándose. Es así, y sólo así, que el hombre finalmente logra la verdadera libertad, no como una posesión sino como una dimensión de su ser: Si el saber que la idea, esto es, el hecho de que los hombres saben que su esencia, su fin y su objeto es la libertad, es saber especulativo, esta idea misma, como tal, es la realidad de los hombres, no porque éstos tengan esta idea, sino porque son esta idea”.12

La presuposición de Hegel de que la capacidad humana tiene infinitas posibilidades de expansión, le permitió presentar, aunque sólo fuera en el pensamiento, las fases del desarrollo de la humanidad como etapas de la lucha por la libertad. De esta manera, fue capaz de presentar el pasado y el presente como un desarrollo continuo hacia el futuro, desde las etapas más inferiores hasta las superiores. Este lazo de continuidad con el pasado es el alma de la dialéctica. Hegel prevé una sociedad en la que el hombre realice todas sus potencialidades humanas y logre conscientemente lo que el reino de la naturaleza alcanza por la ciega necesidad. “La verdad” es decir, la libertad como parte de la naturaleza misma del hombre, no es algo “añadido” por Hegel, sino resulta de la grandeza de su concepción y fluye de la naturaleza misma del método absoluto, la filosofía dialéctica: “Aprehender lo positivo en su negativo y el contenido de su presuposición en el resultado, es la parte más importante del conocimiento racional”.13
Cuando Marx dijo que lo ideal no era otra cosa que el reflejo de lo real, traducido en pensamiento, no se estaba apartando ni del método dialéctico de Hegel ni de sus absolutos. Esto lo veremos cuando lleguemos a El Capital de Marx y a su absoluto: “las nuevas pasiones y fuerzas” para una nueva sociedad.

“El aprehender lo positivo en lo negativo” significaba para Marx, afirmarse en el concepto de la auto-actividad del proletariado al crear un nuevo orden social a partir de la sociedad capitalista vieja, miserable y negativa que existe.

Hegel no vio la creatividad del obrero –ni podía verla en aquella etapa infantil del desarrollo-, sino que resolvió todas las contradicciones sólo en el pensamiento. En la vida, todas las contradicciones siguieron existiendo, multiplicándose e intensificándose. Sería una total interpretación errónea de su filosofía, sin embargo, el pensar que por el hecho de que resolvió las contradicciones de la vida sólo en el pensamiento, su absoluto es por lo tanto, o un mero reflejo de la separación entre el mundo intelectual y el mundo de la producción material, o que por ello permaneció apartado del mundo en un sistema ontológico cerrado. Pero todo lo contrario, Hegel rompió con toda la tendencia de introversión que caracterizó a la filosofía idealista alemana. Mientras que todos los demás filósofos situaron la realización de la verdad y la libertad en el alma, o en el cielo, Hegel introdujo la historia en la filosofía.










Bibliografía

6 Citado de Herbert Marcuse, Reason and Revolution. p. 79 (Las notas de Razón y revolución se corresponden con la edición en inglés utilizado por la autora. Reason and Revolution: Hegel and the Rise of Social Theory. 2nd edition: Humanities Press, New York, 1954. N. del T.).  
7 En su incisiva introducción a los Escritos teológicos de juventud de Hegel, Richard Kroner, que sobra recalcarlo, no es de ninguna manera un marxista, dice al respecto lo siguiente: “Tal vez el joven Marx, al leer esto, encontró el germen de su futuro programa. En cualquier caso, en las palabras ‘conciencia de sí’ se esboza la configuración de un movimiento obrero que habría de darle al proletario la conciencia de su existencia y concederle el conocimiento de tener conciencia de sí”.
7 Los Escritos teológicos de juventud (Theologische Jugendschriften) de Hegel fueron escritos entre 1793 y 1800 y la primera edición (póstuma) fue hecha en 1909, en Tubinga. En español los Escritos de juventud fueron publicados por primera vez en México por FCE en 1978. (N. del T)
8 Véase el Apéndice A, Crítica de la dialéctica hegeliana. (En la edición original de 1957 se incluyeron dos apéndices: Apéndice A, que contenía la primera traducción al inglés de los dos ensayos de los Manuscritos de Marx de 1844, “Propiedad privada y comunismo” y “Crítica de la dialéctica hegeliana”; el Apéndice B, contenía la primera traducción al inglés de los Cuadernos de Lenin sobre la Ciencia de la lógica de Hegel. Estas traducciones habían sido realizadas por Dunayevskaya. En español pueden verse los manuscritos en: Carlos Marx. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Santiago de Chile, editora Austral,  1960. p. 156. Hay además diversas ediciones de los Manuscritos de Marx con posterioridad. En lo adelante mantendremos las referencias utilizadas por la autora cuando cita el apéndice A o B aclarando esta nota.) (N. del T.)
9 Fenomenología del espíritu. p. 15 (Aquí y en lo adelante citamos esta obra por la edición en español de la Fenomenología del espíritu, del FCE, México, 1966). (N. del T.) 
10 Filosofía del espíritu, párrafo 482. [En español, ver: Hegel. Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Primera parte de la Filosofía del espíritu. párrafo 482].
11 Cualquier persona a quien le dan jaqueca las luchas metafísicas de la conciencia y la autoconciencia que llevan al “absoluto”, se encuentra en dificultades principalmente a causa de una falta: descuidan adherirse firmemente a los verdaderos periodos históricos que Hegel tenía en mente cuando describió el desarrollo del “pensamiento puro” desde el surgimiento de la antigua ciudad-Estado griega hasta la Revolución Francesa. Una vez que se adhiere firmemente al desarrollo histórico, puede ver en la Fenomenología del espíritu no sólo el pasado, sino también el presente, las experiencias de la vida cotidiana que nos son comunes a todos. ¿Quién no ha visto el “alma enajenada” o la “conciencia desventurada” entre sus intranquilos amigos: los cansados radicales que no pueden encontrar un lugar para si mismos dentro o fuera del rebaño burgués, que caen en el “vertiginoso remolino de desorden auto-perpetuante”, para acabar en el sofá verde. ¿Quién no  ha visto a los “veraces y virtuosos” entre los burócratas laborales que le vuelven la espalda a la realidad “en un frenesí de vanidad” porque han dado “todo” por los obreros, sólo para verse pagados con atolondramientos? En verdad, la Fenomenología contiene tanto la tragedia como la comedia de nuestros tiempos.
12 Filosofía del espíritu, párrafo 482.
13 Ciencia de la lógica, tomo II, p. 476. (Citado por la edición en inglés de Science of Logic; 2 Vols. traducida por W. H. Johnston y L. G. Struthers, y editada por The Macmillan Co., New York, 1951) En lo adelante utilizaremos la edición en español de la Ciencia de la lógica, en dos tomos, traducida al español directamente del alemán por Augusta y Rodolfo Mondolfo. Argentina, Editorial Solar/Manchete, 1956.) (N. del T.) 

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