La población venezolana es quien debe decidir su futuro




¡No a la intervención de los EUA en Venezuela!

La población venezolana es quien debe decidir su futuro

Declaración del Partido Obrero Socialista de México y la Liga de Unidad Socialista

Venezuela atraviesa por una situación social, económica y política extraordinariamente grave. La enorme mayoría de la población vive en condiciones de aguda carestía, desnutrición, carencia de medicamentos y de servicios básicos. Por si lo anterior fuera poco, los índices de criminalidad se han disparado. No hay datos oficiales sobre la cantidad de personas que se han visto en la necesidad de emigrar hacia los países vecinos, pero diversas fuentes estiman la cifra en alrededor de tres millones de personas; o sea, casi el diez por ciento del total de la población, que llegó a 31 millones 500 mil habitantes en 2016. El economista venezolano Manuel Sutherland estima que el Producto Interno Bruto del país ha disminuido en un 50 por ciento en los últimos años, proporción que sólo es comparable con países que se han visto en situaciones extremas de catástrofes naturales o de guerra a gran escala.

En medio de esta situación, el pasado 23 de enero el líder de la Asamblea Nacional de Venezuela (ANV), Juan Guaidó, se autoproclamó Presidente Interino. Si no fuera por el apoyo del gobierno estadounidense, esta declaración no hubiera pasado de ser un acto simbólico, ya que el gobierno presidido por Nicolás Maduro es el que actualmente ostenta el control del aparato estatal, incluyendo de la paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y de la casi totalidad de los mandos de las fuerzas armadas. El gobierno de Maduro, por cierto, no reconoce la legitimidad de la ANV, y mucho menos la auto proclamación de Guaidó.

Por su parte, la ANV no reconoce la validez del proceso electoral que dio origen a la Asamblea Constituyente en la que Maduro cuenta con una mayoría, ni tampoco reconoce las elecciones en base a las cuales fue reelecto en 2018. Envalentonado por el apoyo de diversos gobiernos –especialmente de los EUA, de diversos países europeos, y del grupo de Lima, al cual pertenecen Brasil y Colombia– Guaidó ha declarado que no está dispuesto a negociar con el gobierno de Maduro, con lo cual está diciendo que espera su rendición incondicional. Por su parte, el actual gobierno en el poder ha descartado cualquier propuesta de elecciones anticipadas para la presidencia. En otras palabras, Venezuela vive una grave división política: dos fracciones compuestas por partidos de corte capitalista se encuentran enfrascadas en una lucha abierta por el poder y, por lo tanto, por el control de los enormes recursos industriales y naturales existentes en el territorio venezolano. Y el pueblo trabajador está pagando las consecuencias de esta pugna.

El acuerdo Pence-Guaidó

Antes de su auto proclamación, Guaidó era una figura poco conocida entre la población, razón por la cual multitud de venezolanos dicen que “a Guaidó nadie lo eligió”. Además, el argumento mediante el cual pretende fundamentar su pronunciamiento como presidente interino no corresponde con lo señalado en la Constitución venezolana, ya que se requiere que la Presidencia de la República haya quedado vacante –lo cual no es el caso–  para que el Presidente de la ANV pueda proclamar su interinato. Pero más allá de las opiniones sobre la legalidad de su auto proclamación, el motivo más importante para rechazar a Guaidó es su abierto contubernio con el gobierno de los EUA: la coordinación que había sido manejada en secreto entre el Vicepresidente Mike Pence y Guaidó ha quedado al descubierto por diversos medios de comunicación (notablemente, por The Wall Street Jourmal, en su edición del 25 de enero, 2019). En el fondo del acuerdo Pence-Guaidó están las medidas punitivas adoptadas por Donald Trump de embargar los bienes de Citgo –empresa de refinación y comercialización de hidrocarburos que opera en los EUA, y que es propiedad de Venezuela– para entregarla al pretendido presidente interino.

Repudio masivo contra Maduro

Maduro y sus colaboradores, por su parte, cometen un serio error al desdeñar la magnitud de las movilizaciones que comenzaron desde el mismo 23 enero, con las cuales Guaidó ha logrado canalizar a su favor el enorme descontento existente entre la población. Es muy común encontrarse con la expresión “a Maduro nadie lo quiere”, incluso entre personas que anteriormente habían apoyado o visto favorablemente al gobierno de Hugo Chávez.

Es erróneo caracterizar la auto proclamación de Guaidó como un golpe de estado, ya que las fuerzas armadas de Venezuela permanecen bajo el mando de Maduro. Sin embargo, es importante tener en mente que el acuerdo de Guaidó con Washington comprende un llamado a dichas fuerzas armadas a derrocar al actual gobierno, para entregar el poder al auto proclamado presidente interino. Además, el gobierno de Trump ha sido muy claro en que “todas las opciones están sobre la mesa”, con lo cual incluye la posibilidad de una intervención militar. Una sola mirada a las catastróficas intervenciones estadounidenses en Afganistán, Irak y Libia basta para convencernos de las consecuencias que tendría un posible conflicto armado instigado por los EUA. Por ello, consideramos necesario y urgente unirnos a los diversos llamados que se han hecho a nivel internacional para detener la intromisión dirigida por los EUA en contra de Venezuela.

El gobierno de Maduro no es socialista, ni lo ha sido

Dicho lo anterior, es de capital importancia clarificar que el gobierno de Maduro no tiene que ver en absoluto con el socialismo, y que el desastre al que ha llevado la economía de Venezuela es principalmente producto de la mala administración, la incompetencia financiera, y el desatado grado de corrupción imperantes. Las empresas venezolanas que han sido estatizadas no se encuentran bajo el control de los trabajadores, ni mucho menos han sido puestas a trabajar para beneficiar a la población. PDVSA se encuentra bajo el control de los militares, y el enriquecimiento que han logrado estos últimos explica en gran medida la renuencia de los mandos a cambiar su lealtad hacia Guaidó. Las estatizaciones –como es el caso de la siderúrgica más grande de Venezuela y del Banco Santander– han sido pagadas a sus dueños capitalistas a un precio muy elevado, y prácticamente todas han sido un fracaso debido tanto a la corrupción como al mal manejo de parte de los administradores gubernamentales. La llamada “boliburguesía”, tan favorecida tanto por el gobierno de Hugo Chávez como por el de Maduro, se ha enriquecido bajo el esquema de compra de dólares a un tipo de cambio preferente, y en lugar de usar dichos recursos para inversiones productivas, ha vendido las divisas adquiridas con un margen de utilidad extraordinario. Venezuela se ha empobrecido, al mismo tiempo que los privilegiados del régimen de Maduro extraen del país miles de millones de dólares para trasladarlos a los mismos países que hoy están tramando contra el gobierno venezolano.

El modelo –si así se le puede llamar– establecido por Chávez no fue un modelo socialista, basado en el poder de los trabajadores, campesinos y en general de la población desposeída. Más bien, se trató de un gobierno que instauró una serie de planes asistenciales en base a los extraordinarios ingresos que obtenía merced a los altos precios del petróleo. Una vez que estos precios comenzaron a retroceder de manera drástica, el modelo resultó insostenible. Por supuesto, las sanciones impuestas por los EUA y algunos de sus aliados, que consistieron principalmente en reducir la capacidad de Venezuela para acceder a préstamos y financiamiento, han jugado un papel importante en el deterioro de la economía venezolana; pero es necesario afirmar que la principal responsabilidad del fracaso económico de la “revolución bolivariana” la tienen en primer lugar los gobiernos de Chávez, y de su sucesor Maduro. Durante años, éstos últimos mantuvieron fuertes lazos comerciales y económicos con empresas estadounidenses. Ahora, con el profundo deterioro de los niveles de apoyo con los que contaron entre la población,

Washington ha encontrado la coyuntura para obtener tajadas mucho más grandes del pastel, y para hacer avanzar sus intereses y su esfera de influencia en Sudamérica. Pero una invasión o un golpe de estado, como los que Trump ha puesto “sobre la mesa”, no van a remediar la corrupción, la dilapidación de recursos o la mala administración que imperan actualmente en Venezuela. Todo lo contrario. Sólo hay que echar un vistazo a Irak y Afganistán después de las respectivas invasiones, para darnos cuenta de lo que le espera a la población venezolana bajo una dominación armada de Washington.

Estamos convencidos que los venezolanos tienen plena capacidad para encontrar una solución que supere las fracturas que sufre su sociedad, y que abra el camino hacia formas de gobierno que permitan subsanar la hecatombe económica. Pero la posibilidad de una solución pacífica dependerá de que los EUA abandonen –o bien sean obligados a frenar– su retórica belicista, y que los países que apoyan a Maduro (como es el caso de Rusia, China y Turquía) no antepongan sus intereses económicos ante la urgente necesidad que tiene la población venezolana de llegar a una solución bajo los términos que más le convengan a ella misma.

Desafortunadamente, hoy no se vislumbra una fuerza organizada de trabajadores, campesinos y de la población pobre, misma que pudiera competir con –y superar a– las alternativas representadas por Maduro y Guaidó. Dicha fuerza organizada sería la única alternativa posible para que el país no quede sometido al dominio de cualquiera de estos dos bandos. La construcción de esta fuerza independiente va a ser facilitada por el triunfo de la población venezolana sobre la intervención de los EUA, y también sobre la represión que ha emprendido Maduro. Por ello, la participación consciente de las fuerzas que se reclaman socialistas y revolucionarias en Venezuela puede ser decisiva para derrotar la intentona de Washington y de sus cómplices venezolanos.

¡No al intervencionismo estadounidense en Venezuela!

¡No a las injerencias de las potencias que buscan saquear los recursos naturales venezolanos!

¡No a Guaidó!

¡El pueblo venezolano es quien debe derrotar a Maduro, no una invasión de los EUA!

¡La población venezolana vencerá sobre la represión!

¡Por la construcción de una alternativa revolucionaria de los trabajadores del campo y la ciudad!

La liberación del pueblo trabajador será obra del pueblo trabajador mismo.

Partido Obrero Socialista (POS)
Liga de Unidad Socialista (LUS)

Febrero del 2019

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