A propósito de los provocadores, provocados, la represión salvaje y la violencia del Estado:

A propósito de un artículo que apareció reciente en Zapateando, que invita a la reflexión, compartimos una humilde opinión


http://zapateando.wordpress.com/2014/11/22/el-peligroso-discurso-de-los-infiltrados/

Precisamente el Estado trata de evitar que las protestas pasen del "marchas y te vas a tu casa", creo que si existen evidencias de infiltraciones y provocadores, que como dice la nota, son muy obvios, este tipo de medidas se practican cada marcha del 2 de octubre, donde los grupos porriles atacan a los contingentes para disolverlos, crean enfrentamientos, pero también algunos contingentes han decidido compactarse, hacer vallas y enfrentar tanto a granaderos, como a provocadores, o mejor dicho, golpeadores vestidos de civil, la clave está en la organización. Lo del 20 de noviembre fue una trampa, un 4 para el anarquismo y la acción directa, el problema no es tanto la autodefensa, sino que se practique de manera aislada y que se le criminalice, en esos casos es donde se debería evaluar un repliegue organizado, la contraofensiva, la autodefensa o retirarse para preparar un escenario favorable al movimiento social, el 20 de noviembre fue un pretexto bien tramado por el gobierno federal, pues a sabiendas de que es más el dolor, un tanto igual o más la rabia, estas manifestaciones no son convocadas por grupos de autodefensas o como se le quiera llamar "partidos revolucionarios de vanguardia", "ejércitos populares", ni bloques negros anarquistas, sino por gente que ha sufrido el dolor en carne propia y despiertan a la vida política, mucho se ha lucrado con el dolor de estos padres de familia, la rabia organizada debe escoger que batallas va a pelear y cuáles no, qué escenarios son favorables y que otros no tanto para el movimiento, distinguir de una coyuntura apta para la acción revolucionaria a una situación donde llevamos todas las de perder, pues mientras el ejército, los francotiradores con balas de goma o de fierro tengan la sartén por el mango ante una manifestación que no iba preparada para el enfrentamiento o la acción directa, estos escenarios son sólo carne al asador para que estas se radicalicen de manera paulatina, pues en palabras de Lenin "las grandes masas no aprenden de los libros, sino de la vida misma". Así el clima y el mensaje es "si te manifiestas, te partimos tu jefa", e incluso con el clima de desigualdad, de discriminación, de racismo marcado como en los E.U., y de represión indiscriminada, lo único que puede esperar el gobierno mexicano, es que las manifestaciones sean cada día más violentas, pues no todos van a poner la otra mejilla, para este escenario, seguramente y de manera permanente, ya tienen una política de contrainsurgencia como la practicada para masacrar a las guerrillas posteriores al 2 de octubre de 1968 y al 10 de junio de 1971. El problema no es que la gente se defienda, sino que vaya desarmada de herramientas para defenderse de la violencia del Estado.


Es sólo una opinión muy personal que los moralistas pequeñoburgueses como Carmen Aristegui, que a pesar de su excelente trabajo periodístico, tiene sus límites de clase como opinóloga, pues sólo refleja su moral reformista, quien sólo llama a esquemas muy idealistas como "reformar" los sistemas de justica y hacer valer el "estado derecha", perdón, de "derecho", pasando por alto que las leyes y el estado están en función de la dominación de una clase por otra. Como anotación, algunos anarquistas y gente del pueblo me han corregido cuando se habla de manera abstracta de "las masas", pues se trata de hombres y mujeres con sus propias demandas, con su libre pensar y sentir.

 Es necesario diferenciar entre provocadores, provocados y las trampas del sistema, pues muchos de esos a quienes llaman “provocadores” (tiempo de cosecha para el pacifismo pequeñoburgués del MORENA), son quienes me salvaron el pellejo cuando asistí a mi primera marcha un 2 de octubre de 2004 cuando estudiaba en el IPN, pues mientras nosotros marchábamos inocentemente, nos llovieron petardos, botellazos, etcétera a nuestra salida de la plaza de las tres culturas, se trataba de una provocación porril, de golpeadores pagados, de inmediato, los comerciantes nos abrieron sus negocios para refugiarnos ante la agresión, un mecánico hizo frente a los porros pistola en mano dejando pasar sólo estudiantes a su taller, acto seguido, cerró la cortina. La contraofensiva vino de un grupo de anarkopunks que a punta de cadenazos y botellazos, respondieron la agresión, haciendo correr a los porros enviados por el Estado. Gracias a ellos, nos pudimos reincorporar a la marcha, y por eso desde entonces gritamos “porro, arrastrado, pinche perro del estado”.  Son esos mismos “provocadores” los últimos en abandonar las barricadas en el 2006 oaxaqueño, aun cuando muchos maestros ya no estaban. Lo que sí es preocupante, es la drogadicción en algunos sectores del anarquismo, que aprovechan cada manifestación para autodestruirse con enervantes.


En resumen, la manifestación no era un acto de autodefensa convocado por los padres, sino un inocente, dolido y justo clamor por la aparición de sus hijos, la respuesta del estado: provocación, contrainsurgencia, infiltración, represión y más detenidos, la fuerza salvaje contra la población que incluso iba de paseo por el centro histórico. Cabe preguntarse si también llamaran provocadores a los profes de la CETEG por su "acciones radicales". Lo que si hay que cuidar, es que tipo de gente entra a los contingentes y colectivos, pero eso, ya es practicado de sobra cayendo a veces en su opuesto, la paranoia y la descalificación.

Al respecto, León Trotsky comentaba:

“Para nosotros el terror individual es inadmisible precisamente porque empequeñece el papel de las masas en su propia conciencia, las hace aceptar su impotencia y vuelve sus ojos y esperanzas hacia el gran vengador y libertador que algún día vendrá a cumplir su misión.

Los profetas anarquistas de la "propaganda por los hechos" pueden hablar hasta por los codos sobre la influencia estimulante que ejercen los actos terroristas sobre las masas. Las consideraciones teóricas y la experiencia política demuestran lo contrario. Cuanto más "efectivos" sean los actos terroristas, cuanto mayor sea su impacto, cuanto más se concentre la atención de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en organizarse y educarse.

Pero el humo de la explosión se disipa, el pánico desaparece, un sucesor ocupa el lugar del ministro asesinado, la vida vuelve a sus viejos cauces, la rueda de la explotación capitalista gira como antes: sólo la represión policial se vuelve más salvaje y abierta. El resultado es que el lugar de las esperanzas renovadas y de la excitación artificialmente provocada viene a ocuparlo la desilusión y la apatía.

Los esfuerzos de la reacción por poner fin a las huelgas y al movimiento obrero de masas han culminado, generalmente, siempre y en todas partes, en el fracaso. La sociedad capitalista necesita un proletariado activo, móvil e inteligente; no puede por tanto, tener al proletariado atado de pies y manos por mucho tiempo. En cambio la "propaganda por los hechos" de los anarquistas ha demostrado cada vez que el Estado es mucho más rico en medios de destrucción física y represión mecánica que todos los grupos terroristas juntos.

Acerca del terrorismo: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/terrorismo.htm

“Nosotros decimos al terrorista: es imposible remplazar a las masas; sólo dentro de un movimiento de masas podrás emplear útilmente tu heroísmo. Sin embargo, en condiciones de guerra civil, el asesinato de ciertos opresores cesa de ser un acto de terrorismo individual. Si, por ejemplo, un revolucionario hubiese hecho saltar al general Franco y a su Estado Mayor, es dudoso que semejante acto hubiera provocado una indignación moral, aun entre los eunucos de la democracia. En tiempo de guerra civil, un acto de ese género sería hasta políticamente útil. Así, aun en la cuestión más aguda —el asesinato del hombre por el hombre— los absolutos morales resultan enteramente inoperantes.

La apreciación moral, lo mismo que la apreciación política, se desprende de las necesidades internas de la lucha.”

León Trotsky, su moral y la nuestra
https://www.archivoleontrotsky.org/download.php?mfn=7440

... Todo a su debido tiempo y de manera organizada, el gobierno tiene más hambre de sangre que de justicia.

Postdata: En todos los discursos incendiarios de Javier Alatorre, nada se dice de los infiltrados vestidos de civil que bajaron de camiones militares. 










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