200 AÑOS DE NUESTRA INDEPENDENCIA: ¡FESTEJEMOSLA CON RESPETO Y DIGNIDAD!


Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Karl Marx. El 18 brumario de Luis Bonaparte

Han pasado ya más de 200 años de nuestra independencia y tal parece que para muchos pasa con indiferencia cual chapucería chovinista vacua y estéril. Nuestra independencia se ha convertido en una degradante orgía mercantilista que es todo, menos nacionalista.

Tras 200 años de lucha independentista, hoy las siglas de los partidos en pugna, cambian sus ropajes, los intereses de grupo siguen siendo los mismos desde hace doscientos años, dejando las mismas diferencias humillantes entre las clases sociales. A pesar de la farsa y el engaño, los mexicanos y las mexicanas tenemos mucho que festejar, muchas razones para estar orgullosos y orgullosas.

Ayer era el imperialismo español, se decía que el círculo cercano a Hidalgo era débil e insuficiente, pero de ese círculo nació un puñado de hombres y mujeres forjadores de la liberación del yugo opresor del imperio.

Reconocemos en los paladines de 1810—1821 todo el valor de su obra: en ella figura la abolición de la esclavitud.



Triunfante la revolución, sube al trono de México Agustín de Iturbide ¡los mexicanos se pavoneaban orgullosos de haber roto el yugo español y doblaban serviles la cabeza bajo el yugo de un ambicioso vulgar!



Muerto éste, y después de varias asonadas, nos procuramos un nuevo yugo: el del tirano Anastasio Bustamente, asesino del general Guerrero.



Bustamente es depuesto vergonzosamente por otro tirano que no tardó en hacer sentir a los mexicanos el peso de su ominoso yugo y cuya memoria nos trae aun amargos recuerdos.



El desastre de Texas, las guerras con Estados Unidos y Francia fueron enseñanzas dolorosas, pero sublimes. Esos acontecimientos nos dicen cual es el resultado de todas las tiranías, políticas o religiosas.



Hoy el imperio cambia su ropaje, se viste de franjas rojiazules, el yugo opresor combinado del imperialismo yanqui que se impone con sangre y fuego, devastando comunidades enteras, destruyendo todo lo que encuentra a su paso, por ello, es de importancia cardinal no sólo recordar, sino festejar este segundo centenario con una lucha libertadora de nuestros pueblos.

Por consiguiente los mexicanos hemos cambiado de yugos y tiranos; pero nunca hemos sido libres ¿y es lícito cantar himnos a la libertad cuando se ostentan en la frente los tatuajes del esclavo?



Recordemos, sí, que Hidalgo fue un héroe; pero imitemos su ejemplo: no consintamos tiranos. De lo contrario, cantar himnos a la libertad, pregonar que somos libres cuando en realidad somos míseros esclavos, es una ofensa al sentido común, una vergonzosa cobardía, una mentira deplorable, un horrible sarcasmo, una cruel ironía.



Los que hoy levantan estatuas a los hombres de genio, fueron los que ayer los persiguieron, los cargaron de cadenas o los echaron, a la hoguera. Los qué torturaron a Galileo y le exigieron su retractación, hoy lo glorifican; los que quemaron vivo a Giordano Bruno, hoy lo admiran; las manos que tiraron de la cuerda que ahorcó a John Brown, el generoso defensor de los negros, fueron las mismas que más tarde rompieron las cadenas de la esclavitud por la guerra de secesión; los que ayer condenaron, excomulgaron a Hidalgo, hoy lo veneran; las manos temblorosas que llevaron la cicuta a los labios de Sócrates, escriben hoy llorosas apologías de ese titán del pensamiento.



Somos la plebe que despierta en medio de la francachela de los hartos y arroja a los cuatro vientos como un trueno está frase formidable: ¡todos tenemos derecho a ser libres y felices!



En las negras pocilgas donde se amontonan y pudren los que fabrican la felicidad dé los de arriba, entra un rayo de esperanza. En los surcos medita el peón. En el vientre de la tierra el minero repite la frase a sus compañeros de cadena. Por todas partes se escucha la respiración anhelosa de los que van a rebelarse. En la obscuridad mil manos nerviosas acarician el arma y mil pechos impacientes consideran siglos los días que faltan para que se escuche este grito de hombres: ¡rebeldía!.



¡Sumisión! es el grito dé los viles;

¡Rebeldía! es el grito de los hombres y mujeres dignas.



Oaxaca de Juarez, a 15 de septiembre de 2010

Comentarios

  1. urgente!!!Copala!!
    Al pueblo explotado de México y el mundo:
    A la Comisión sexta:
    A las organizaciones solidarias:
    A la Otra campaña nacional e internacional:

    Los gobiernos federal Y estatal de Oaxaca, a través del Secretario de Seguridad Pública del estado: Javier Rueda Velásquez, dicen desconocer, las violaciones al Municipio Autónomo de San Juan Copala, y lo reducen a un problema entre grupos triquis, cuando en el fondo sabemos que es su interés capitalista de la máxima ganancia con los recursos naturales de la zona. En estos momentos del sábado 16 de octubre, nos informan de dos asesinatos de Teresa Ramìres Sanchez y otro compañero, asì como de lo grave que se encuentra su esposo, debido a otro ataque perpetrado por los paramilitares de MULT_PUP y UBISORT_PRI; el ataque fue realizado en el poblado de las tres cruzes. La y el compañero gravemente herido son del municipio Autónomo de San Juan Copala, desplazados por los paramilitares en días pasados.
    Queremos hacer llegar esta información a los diferentes lugares del mundo para que conozcan que el problema no es de grupos, es una amenaza del sistema capitalista a la autonomía, por eso nos están matando. Denunciamos también que hay compañeros y compañeras que han sido amenazadas en estos días, cualquier suceso en contra de sus vidas o familia, haremos responsables a los malos gobiernos capitalistas.

    ¡Ni perdón, ni olvido castigo a los asesinos!
    ¡Viva la Autonomía de San Juan Copala!
    ¡Copala no es cuartel, fuera ejército de el!
    ¡Ni PRI, ni PAN, ni PRD…!

    Municipio Autónomo de San Juan Copala, Comité por la Defensa y Justica para el Municipio Autónomo de San Juan Copala

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